XXXIII

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𝓣𝓱𝓮 𝓭𝓪𝓽𝓮

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Un nuevo día daba inicio, el Sol iluminaba la tierra, el viento soplaba y hacia mover las hojas de los árboles, los pájaros cantaban. Todo era hermoso ese día pero no para una hada castaña de nombre King, se sentía abrumado ya que en sus pensamientos permanecían las palabras que el rey Bartra le había dicho a él y a su compañeros la noche anterior.

"– ¿Diez sombras? ¿Una amenaza monstruosa llevará al colapso a una capital del sur?" – Se cuestionaba mentalmente el hada. – ¿Qué es que acaso la paz no puede perdurar? – Cuestionó en voz baja. – Basta King, es parte de tu trabajo mantener esa paz. – Se detuvo abruptamente al chocar con algo y lo hizo caer. – ¡Auch!

– ¡Yo voy! – Escuchó dentro de la casa. King se dio cuenta de que había chocado con la puerta de esa casa que él conocía muy bien. Aquella puerta de madera de roble fue abierta dejando a la vista a un Gilthunder vistiendo unos pantalones negros y una sencilla camisa azul. – ¿Sir King? – Preguntó al verlo en el suelo. – ¿Esta bien?

– S-si, no te preocupes. – Se levantó y seguido comenzó a volar mientras masajeaba su frente. – Sólo choqué con la puerta.

– ¿Chocar? Y yo que pensé que habían tocado. – Dijo con gracia. – Pasé. – Invitó mientras se apartaba. King asintió y siguió la solicitud de aquel caballero. Una vez dentro Gil cerró la puerta y fue en dirección a la cocina para buscarle un trapo con agua. – ¿Y qué lo trae por aquí? – Cuestionó con curiosidad.

– Ah yo solo venía por ___________, v-vamos a salir. – Respondió con nerviosismo mientras miraba el lugar. En uno de los estantes llamó su atención una pequeña pintura de Zaratras, una joven __________, el pequeño Gil y una mujer de finas facciones. "– Nunca había visto este retrato." – Pensó.

– Aquí tiene. – Le sonrió el de cabellos rosas mientras le mostraba aquel pañuelo humedecido. King brincó un poco del susto pero sin dudar tomó aquel objeto para así colocarlo en su frente, suspiro al sentir la fría tela. – Ella no mencionó nada pero ahora entiendo porque se está arreglando. – El pequeño rey Hada asintió con una ligera sonrisa.

– ¿Ella es tu madre? – Señaló a la mujer de ojos azules y cabellos rosas de aquella pintura.

– Si, su nombre era Lilian. – Respondió con una gentil sonrisa.

– Siempre creí que te parecías a Zaratras pero ya veo que heredaste más rasgos de tu madre. – Comentó aquella hada.

– Todos suelen decirme eso. – Se rió el menor. – En verdad significa mucho saber que soy su viva imagen. No recuerdo mucho de ella ya que falleció cuando yo solo tenía dos años, casi tres. Y a pesar de eso siento como si la conociera como la palma de mi mano gracias a ___________. – Gil miraba con un brillo especial aquel recuadro. – Ella siempre consiguió hacerme sentir como si sus memorias también fueran mías.

– Tiene esa extraña habilidad de hacerte parte de algo. – King soltó una pequeña risa mientras se retiraba el paño de la frente. El recuerdo de su amiga aconsejandolo cuando él sólo estaba fingiendo llegaron a su cabeza. – Simplemente es increíble. – Soltó un largo suspiro, pero no uno cualquiera, eran de aquellos suspiros que se daban cuando se piensa en la persona que te gusta.

Gil lo notó y, más allá de sentirse celoso, se alegro bastante de saber que los sentimientos de su hermana eran correspondidos. Aunque no podía ignorar esa pequeña punzada que le insistía que nadie, ni siquiera uno de sus ídolos, era digno del amor de aquella albina.

𝑴𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔 [𝑲𝒊𝒏𝒈 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora