XIX

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𝓦𝓮 𝓬𝓪𝓷'𝓽 𝓼𝓪𝓿𝓮 𝓽𝓱𝓮𝓶

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– Creo que ya sé que es lo que preguntarás. – Papá soltó un suspiro.

– Sólo quiero saber por qué. – Ambos caminábamos a la par de que mis recuerdos aparecian, era como si fuera una obra de teatro y nosotros somos el público. – Ahora con mis memorias recuperadas no lo entiendo del todo. Dreyfus te amaba y admiraba, de él entiendo que los celos lo consumirán pero Hendrickson, él no tenía motivos que lo obligarán a cometer tal acto.

– La razón está en que ambos son controlados por un demonio. – Me sorprendí ante tal comentario ¿cómo era posible que un demonio estuviera con vida? – Yo tampoco entiendo el cómo un miembro de la raza demoníaca este fuera del sello. – Agregó Zaratras. – Tuve que escucharte cuando me dijiste que Hendrickson actuaba extraño, quizás pude haber hecho algo. Lamento tanto el ignorar tu advertencia, por ese error tú pagaste las consecuencias.

– Papá, eso ya no importa. – Intente calmarlo. – Lo importante es liberarlos, aunque no se cómo y sin la hechicera Merlín dudo mucho que podamos solucionarlo de manera pacífica.

– Es lo que me temo. – Suspiré y miré el cielo estrellado de aquel recuerdo. – Ya no hay nada más que hacer. – Susurró con dolor.

Yo también tenía aquel sentimiento de miedo e intranquilidad. Asesinar a Dreyfus y Hendrickson, las últimas figuras paternas que me quedaban, no sería nada sencillo. Me gustaría encontrar la forma de ayudarlos pero ya es tarde, once años tarde.

– ¿Cómo está? – Se escuchó la voz de Zaratras.

– No lo sabemos, el doctor no ha salido. – Respondió la voz de Anna.

– ¿Y los niños? – La voz de la abuela hizo su aparición.

– En la habitación de Gil, ambos duermen. – Respondió. – _______ está en la cocina, estuvo muy alarmada.

– ¿Pero está bien? – La voz de Zaratras se oyó desesperada.

– Estoy bien. – Finalmente se hizo visible la imagen. Todos estaban en la sala y la primera en acercarse fue la abuela para abrazar a mi yo de diecisiete años.

– Pequeña, todo saldrá bien. Lilian es una mujer muy fuerte. – Al oír eso una pequeña lagrima se deslizó por su mejilla la cual fue limpiada por la de platinada cabellera.

Nadie decía nada, solo estaban en espera de que el doctor saliera de esa habitación. Miré a mi padre quien sólo le daba la espalda a aquel recuerdo.

– Doctor, ¿cómo está mi esposa? – Preguntaron después de diez largos minutos.

– Hice todo lo que pude pero al tratarse de una enfermedad de la que poco sabemos... – El hombre de cabello rojo guardó silencio y todos comprendieron a lo que se refería. – Lo siento tanto.

Se escucharon unos sollozos provenientes de todas las mujeres en el lugar.

– N-no... – Susurró la más joven y dio unos pequeños pasos hacia atrás, pero chocó con alguien. – M-mamá... – La persona detrás de ella la abrazo y fue ahí cuando las lágrimas salieron.

– Ella quiere despedirse de ustedes. Les recomiendo que entren en grupos pequeños para no perturbarla tanto. – Mi corazón se estrujo tanto ahora como en ese momento. Lo único que podía hacer mi yo pequeña era aferrarse a los brazos de Hendrickson y eso no me ayudaba para nada, ¿cómo sería capaz de matar a alguien que en su tiempo fue importante por mí?

𝑴𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔 [𝑲𝒊𝒏𝒈 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora