𝑴𝒆𝒎𝒐𝒓𝒊𝒆𝒔 [𝑲𝒊𝒏𝒈 𝒙 𝑹𝒆𝒂𝒅𝒆𝒓]

XXXVIII

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𝓣𝓻𝓪𝓲𝓷𝓲𝓷𝓰
𝘗𝘢𝘳𝘵 𝘵𝘩𝘳𝘦𝘦

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Podía ver en su mirada el arrepentimiento, me partía el alma verlo de esa forma.

Hendrickson, un hombre que siempre sonreía y ayudaba a todos, ahora simplemente estaba ahí dejándose consumir por el arrepentimiento. El brillo de sus ojos se había ido, al igual que esa sonrisa.

– Tío Hendry, ¿entrenamos? – Cuestioné mientras sonreía de forma amable. – Por los viejos tiempos. – Mientras decía eso cerraba mis ojos para darme un toque de dulzura e inocencia.

Recuerdo que cuando todavía era una niña solía sonreírle de esta forma a Dreyfus, Zaratras y a él siempre que los veía de caídos o frustrados.

Era una táctica que usaba para calmarlos y recordarles que todo saldría bien. Una estrategia que adopte después de formar parte de su familia y todo gracias a que odiaba ver a la gente de mi alrededor infeliz.

– Por supuesto. – Abrí mis ojos ante su respuesta y él me sonreía de la misma manera que yo lo hice.

– Andando. – Solté a lo que él asintió y camino hacia la cueva para después quitarse la chaqueta blanca que traía.

Estaba dispuesta a caminar hacia donde él pero la mano de alguien sobre mi muñeca me detuvo.

– __________... – Escuché la voz del castaño. Se veía molesto pero también estaba preocupado, lo sabía por el tono de voz que había usado.

– King, ya te lo dije. Sé que tienes dudas y con gusto las responderé pero ahora mi prioridad es fortalecerme. – Dije de forma amable, y lo que decía era cierto. – Como Gran Maestra mi deber es ser más fuerte y ser el pilar de toda la orden.

Ya se la know, imaginen que tiene las características de _________.

– L-lo sé pero no puedo evitarlo, tengo miedo de que algo vuelva a sucederte. A diferencia tuya yo no puedo confiar nuevamente... – Claro que entendía su preocupación, estamos hablando del hombre que asesino a Zaratras, mi segundo padre, el que ordenó mi accidente pero simplemente no podía odiarlo. No a sabiendas de que un demonio los estuvo controlando. – Y-yo...

Y sin dudar lo acerqué a mi para abrazarlo, era vergonzoso ya que le había provocado una hemorragia con anterioridad y muy probablemente le ocasionaría otra pero simplemente no podía dejarlo preocupado.

– Estaré bien, te lo prometo. – Dije de forma calmada. Su cabeza estaba entre mi cuello y pecho lo que hacía más fácil el recostar mi cabeza sobre la suya. – Sabes muy bien que no volveré a permitir que algo me suceda. – Finalmente correspondió mi gesto y el sentir como sus manos rodeaban mi desnuda espalda me hizo temblar al igual que mi corazón se aceleraba.