«En lo prohibido está el placer, y el placer está en tu piel».
Juré no volver. Juré alejarme de ella, y de todos esos momentos que no debieron pasar. Pero pasó el tiempo, y creí estar listo, creí estar preparado para volver y llevar una vida normal...
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Dos días después...
Las cosas entre Carolina y yo estaban algo frías, a pesar de estar con ella casi todo el tiempo, ella siempre mencionaba que algo sucedía, las dudas estaban comenzando a hacer mella en nuestra relación, a veces deseaba decirle la verdad sobre Rodrigo, sobre Sabrina y yo, pero por otro lado quería seguir ocultándole las cosas, sabía que al hacerlo haría que la mentira sea más difícil de manejar al final, pero solo debía esperar a que todo esto termine, para poder vivir feliz junto a Carolina, irnos lejos y dejar toda esta pesadilla detrás, ya lo tenía todo planeado: Iríamos a Bélgica, viviríamos juntos, felices, y sobre todo, lejos de Sabrina, de Fernando, lo dejaría ser feliz con ella, y yo me alejaría de todos, era lo mejor, era lo más sano, las cosas se estaban saliendo de control, y antes que todo se descubra, prefería irme y vivir de forma pacífica con la única mujer que me ha cautivado de verdad.
Estos días habían servido para reflexionar, para meditar sobre todo lo ocurrido, para entender, por qué había cometido la misma estupidez de hace años, era consciente que quizá estaba haciendo todo esto cuando ya no había marcha atrás, sin embargo, había pensado que quizá habría una posibilidad de remediar todo, Sabrina había sido una gran tentación y algo que me causaba placer, pero ahora, a estas alturas, era un mal que debía erradicar, que debía dejar definitivamente atrás, esto se estaba yendo al demonio, yo estaba destruyendo mi vida, mi relación, así que tenía decidido cortar esto una vez terminado este asunto de Rodrigo, no quería saber nada de ella, era lo mejor, para mi felicidad sentimental y para mi paz mental.
El día que rodrigo había pactado para el encuentro con Sabrina se acercaba, sin embargo la noche anterior a ese día recibí un mensaje de Fernando, aquel había regresado de un viaje de trabajo y como nunca me había escrito, hacía días que no sabía de él, me sorprendió el mensaje, lo leí, deseaba verme en un bar del centro al cual íbamos cuando estábamos en la universidad, no sonaba molesto, al contrario, aquel mensaje llevaba cierta alegría, eramos mejores amigos, era lógica su emoción, yo le contesté que sí, que nos veríamos a eso de las 10 de la noche, luego de estar con carolina y pasar el día con ella, ya que también la había descuidado mucho por culpa de los caprichos de Rodrigo, quien me había tenido de esclavo los últimos días, haciéndome llegar agotado a casa, con solo las ganas de dormir.
— Me encantó todo este día mi amor, de verdad lo disfruté mucho. — Dijo Carolina mientras sacaba las llaves del apartamento.
— Me hace feliz eso, hemos estado algo distantes con todo esto de Rodrigo — tomé su mano y empecé a acariciarla —, me alegra que hayamos pasado este día.
— A mi también amor. — Agregó Carolina.
— Ahora debo ir a ver a Fernando, había enviado un mensaje diciendo si podía verlo en un bar al que solíamos ir en esos años de universidad... No te molesta, ¿verdad? — Dije.
— No mi amor, ve con Fernando y pásenla bien. — Contestó Carolina mientras me daba un beso de despedida.
— Eres la mejor, no me esperes despierta, ¿sí?... i love you. — Me despedí de Carolina y salí rumbo al encuentro con Fernando.
