Cap.6 | Donde Hubo Fuego...

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Aquella noche no pude dormir

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Aquella noche no pude dormir. Había dejado a Carolina en su casa y mientras estaba en el taxi de regreso a casa, no podía dejar de pensar en Sabrina, en la forma como la besaba y la tocaba, como gozaba como disfrutaba de cada beso y no podía evitar recordar, no podía evitar sentir celos, pensaba que todo estaba en el pasado, pero los demonios estaban volviendo y cada vez más fuertes. Observaba las calles de la ciudad en el regreso y cada farol que veía era un recuerdo más, aquellos momentos, aunque fueron prohibidos fueron intensos, cada detalle, cada palabra, estaba mal, estaba realmente jodido, él era mi mejor amigo y no podía sentir lo que sentía, estaba enloqueciendo y no podía con los pensamientos.

— ¿Está usted bien señor? — Preguntó el taxista al ver mi rostro por el retrovisor.

— Si, estoy bien. Gracias. — Mentí.

— Parece preocupado por algo. — Insistió el chofer quien me miraba con cierta preocupación.

— No se preocupe, gracias. Estoy realmente bien, solo deseo regresar rápido a casa. ¿Podría ir más rápido por favor? — Contesté rápidamente.

— Sí señor. — Asintió el chofer de taxi.

Llegué al apartamento, pero no deseaba dormir, las imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza como un maldito disco rayado. Tome una botella de Jack Daniel's que estaba en la isla de la cocina, tome un vaso y le coloqué unos cuantos hielos, mis manos temblaban de la ansiedad. A pesar de eso me tomé el trago de una sola vez, deseaba que el alcohol por una sola vez sea el remedio para lo que me pasaba. De pronto pasaron nuevamente los recuerdos de años anteriores, de una época en lo que no me había importado traicionar a mí mejor amigo para meterme entre las sábanas de su futura esposa, no podía evitarlo, aquella noche deseaba ser él, no quería admitirlo, pero era así.

No recuerdo en qué momento pude conciliar el sueño, pero cuando desperté eran las diez de la mañana, tenis la misma ropa de la noche anterior y estaba acostado en el sofá, la botella de whisky estaba en la mesa de vidrio en la sala, estaba casi vacía, y el vaso estaba en el suelo, seco. Miré hacia todos lados intentando recordar que hacía en la sala vestido con la misma ropa, miré hacia el suelo y pude ver mi teléfono el cual se había caído de mis manos. Lo levanté y al encenderlo vi las llamadas que Carolina había hecho, había estado marcando desde hacía una hora y lo más probable es que estaba preocupada al no tener noticias mías. Toqué la pantalla y marqué su número esperando que me contestara.

— ¿Aló? ¿Abel, dónde estabas? — Preguntó con cierta preocupación — Te llame varias veces y me mandaba al buzón.

— Discúlpame, lo dejé cargando mientras dormía — Mentí mientras caminaba hacia el balcón —, perdóname, no quise asustarte.

— Descuida. Más bien, ¿Quieres que nos veamos hoy cuando salga del trabajo? — Preguntó.

— Sí, claro. Paso por ti al finalizar tu día. — Respondí.

Prometo Guardar Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora