«En lo prohibido está el placer, y el placer está en tu piel».
Juré no volver. Juré alejarme de ella, y de todos esos momentos que no debieron pasar. Pero pasó el tiempo, y creí estar listo, creí estar preparado para volver y llevar una vida normal...
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A la mañana siguiente fui a ver a Carolina al lugar citado, era mediodía, por lo cual estaba lleno de gente, Carolina estaba en una esquina de la plaza, comiendo un helado de chocolate, me acerqué, y luego de un beso apasionado, y de casi ensuciar mi camiseta con el helado, me dio la noticia. Estaba entusiasmada con la idea que deseaba revelar, no sabía que esperar, hasta que lo dijo.
— Mi amor, siento que lo nuestro se está metiendo en un punto muerto y no deseo eso —Decía Carolina mientras comía su helado —, por eso tengo esto para ti. — ¿Para mí? — Tome la tarjeta que me acababa de entregar y al verla solo pude abrir los ojos.
Aquella tarjeta era sobre una fiesta swinger en algún punto de la ciudad, para saber la ubicación exacta debíamos confirmar nuestra presencia en dicho evento. Yo conocía de estas cosas, en Europa se había vuelto común que lo haga con parejas ocasionales, pero esto lo sentía diferente, no pensaba que Carolina se prestaría para algo así, sin embargo, allí estaba ella dándome una solución que no parecía salida de ella.
— ¿Tú estás segura de que deseas esto? — Pregunté mirándola a los ojos. — Por ti estoy dispuesta a todo cariño, jamás pensé que me atrevería pero si esto arregla nuestra situación actual, lo deseo hacer. — Respondió mientras me besaba. — ¿No te pondrás celosa de verme con otra mujer? — volví a preguntar. — Quizá — respondió sin mirarme —. Pero sé que me excitaría verte gozar con alguien más.
Acepté. No hay mucho que contar sobre eso, no podía quitarle la ilusión, además, solo seríamos ella y yo, Sabrina no estaría ahí y no habría ningún momento incómodo. Bueno, al menos eso pensaba en un principio.
Llame a los del evento y nos inscribimos, a los minutos me llegó a mi teléfono la dirección de una casa en la playa, la fecha y la hora.
Sábado, 10:30 PM. San Marino Condominio & Marina Club
El lugar era muy exclusivo, un lugar solo para gente adinerada, quizá algún cliente le entregó la tarjeta o alguien del club que pensó que esta sería una solución divertida y excitante para una pareja como nosotros, aun así, la idea no me gustaba mucho, yo conocía bien los riesgos de llevar a tu pareja a una fiesta de esas: celos, peleas, todo yéndose a la mierda por solo una noche teniendo sexo con alguien más.
Pero no le podía quitar la ilusión, además quizá me servía para sacarme los problemas que tenía con Sabrina y sus locuras, también con Rodrigo de investigador, quizá esto que pensaba hacer, haría desviar su atención de mi aventura con Sabrina.
El día llegó y me preparé como Carolina lo quería, me puse aquella camisa negra con diseño de diamantes diminutos que tanto le gusta, aquellos pantalones negros que le gustan, y esos tenis blancos Reebok que me lucen bien, claro sin mencionar el perfume de Carolina Herrera que la enloquece, era curioso el nivel de presentación que me pedía sabiendo que no tendríamos en sí sexo entre nosotros en esa fiesta, quería me viera lo mejor posible, algo que no tenía que pedir por qué siempre me vestía muy bien. Ella llegó temprano, algo de las nueve de la noche, salimos del apartamento y nos dirigimos hasta el lugar citado. Ella Lucia hermosa con ese vestido negro de seda, un hermoso escote en la espalda, la hacía lucir toda una provocación, sus piernas torneadas lucían muy sexis cuando la veía conducir, durante el trayecto no dejaba de tocarla, y sabía que le gustaba por la forma como tomaba aire mientras lo hacía, quería darle una noche loca, como las que tenía en Europa, solo por esa noche sería el tipo de esos años, cuando no pensaba en Sabrina ni vivía todo este embrollo.
