Cap. 22 | El inicio del fin

72 4 0
                                    

Tengo que confesar que no recuerdo muchas cosas de ese incidente, algunas se ven difusas en mi cabeza, es como si mi mente hubiera bloqueado ciertas cosas que sucedieron esa noche, y por más que trato no logro recordar con claridad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tengo que confesar que no recuerdo muchas cosas de ese incidente, algunas se ven difusas en mi cabeza, es como si mi mente hubiera bloqueado ciertas cosas que sucedieron esa noche, y por más que trato no logro recordar con claridad. Lo que sí recuerdo es haber llegado a una plaza, habíamos salido como alma que lleve el diablo de aquel lugar, debí haberme pasado algunos semáforos esa noche, porque fuimos a toda prisa, sin pisar el freno, solo nos detuvimos cuando sentí que estábamos seguros, al frenar intenté hablar con Sabrina, pero ella no respondía, estaba como petrificada, no había dicho una sola palabra durante el escape. Luego de tocar su hombro dos veces, simplemente desistí, nos quedamos así quietos al rededor de media hora, de pronto sentí un golpe sobre mi hombro, Sabrina había reaccionado por fin, pero no de manera tranquila, estaba exaltada, ofuscada, furiosa, empezó a golpearme mientras que yo solo miraba hacia el frente, no hacía esfuerzo alguno por parar sus golpes, solo dejaba que se desahogue.

— ¿Se puede saber qué mierda hiciste? — grito Sabrina mientras me daba de manotazos.
— No quise hacerlo, yo solo intenté salvarte de ese imbécil, no quise hacerlo... ¿Entendiste? — Contesté.
— No puedo creerlo... Matamos a Rodrigo... ¡Rodrigo está muerto! — Ella exclamó.
— ¡Ya lo sé! ¡Está muerto...! — Grité con rabia —, pero no fue a propósito, fue en defensa propia, ¿Ok? Fue para protegerte.
— Yo lo sé... Yo lo sé. Fernando no puede enterarse de que estuvimos aquí, todo se va al demonio si se entera. — Dijo Sabrina mientras tocaba mi cuello.
— No va a saberlo, ni él... Ni Carolina. Nadie va a enterarse de esto, para ambos estuvimos en una sesión de fotos, ¿Ok?

Sabrina asintió con la cabeza, luego encendí el auto y regresamos a su casa. Al llegar, ella salió del auto, me miró y abrió la puerta de casa, nos miramos fijamente, como si hiciéramos un pacto sin decir palabra alguna, ella cerró la puerta, y yo me fui a casa.

Durante el trayecto, no podía sacarme la escena de la mente, solo recordaba, una y otra vez, aquel momento en el que usé el picahielos contra Rodrigo sería algo que no podría olvidar tan fácilmente, incluso ahora lo recuerdo, hay noches en las que despierto asustado luego de soñar ese momento.

Cuando llegué a mi apartamento, fui directamente a darme una ducha helada, dejé que el agua cayera por mi cuerpo, mientras pasaba eso, las imágenes pasaban una y otra vez, intenté liberar todo de mi mente, que el agua se lleve esos momentos que empezaban a atormentarme, salí de la ducha y me quede mirando a Carolina por un segundo, ella dormía, se veía hermosa, juro que no pude evitar maldecir el momento en el que volví a enredarme con Sabrina, sabía que pagaría por mis pecados en algún momento, sabía que en algún momento la vida me cobraría todas estas cosas, me senté en la cama, y casi al instante ella despertó, se dio vuelta y me vio a su lado.

— Mi amor no te vi llegar. —Dijo Carolina mientras bostezaba.
— Te vi dormida y no quise despertarte. Apenas salí de la ducha, estoy muy cansado. —Contesté intentando disimular mi estado de ánimo.
— ¿Cómo les fue a Sabrina y a ti en la sesión de fotos? —Preguntó ella mientras tocaba mi hombro. Yo levanté la mirada y dé repente los recuerdos empezaron a llegar una vez más, trate de disimular la expresión de susto que llevaba mi rostro y volteé a verla con una sonrisa.
— Todo salió bien mi amor, fueron unas fotos en una playa muy bonita a solo unas horas de aquí. — Contesté.
— Me alegra que les haya ido bien mi amor, eres un gran profesional y eso me gusta de ti, eres alguien maravilloso.

Me sentí una basura, muchas veces, intenté confesarle las cosas, muchas veces quise terminar esta farsa, pero la tentación era demasiada, pero estar con Sabrina podía más, estando ahí tenía ganas de decirle todo, pero una vez más, cerré mi boca y no le dije nada. A la mañana siguiente traté de seguir mi vida como si nada hubiera pasado, desperté, desayune, y fui a trabajar para despejar la mente, llegué a mi estudio, hacía mis cosas, trataba de simplemente no pensar, olvidar cada segundo que habíamos vivido aquel día.

Los días pasaron y las cosas parecían estar bien para todos, nadie parecía importarle el hecho que rodrigo había desaparecido, para los demás, Rodrigo simplemente estaba de viaje, total, él siempre viajaba debido a su trabajo, así que, a nadie le extrañaba el hecho que no estuviera. Recuerdo haberme visto con Fernando en algunas ocasiones, y siempre preguntaba por Rodrigo, dado que yo había estado "trabajando" junto con él, pero mi respuesta siempre era un "no lo sé", o alguna otra respuesta que le haga entender que no sabía donde estaba, Fernando parecía tener ese presentimiento que algo le había pasado, siempre lo mencionaba, aunque siempre le decía que estaba imaginando las cosas, que Rodrigo quizá estaba de viaje de negocios o de fiesta por algún lado, total, él siempre fue así, alguien que se desaparecía para luego aparecer días o semanas después.

Sin embargo todo cambió tres semanas después.

Lo recuerdo bien. Era domingo, me alistaba para encontrarme con Carolina en el club cuando dos tipos de uniforme se aparecieron en la entrada de mi casa, cuando los vi, yo simplemente me quede congelado, eran policías. Por un momento me quede callado, hasta que uno de los dos policías abrió la boca para preguntarme sobre él.

— ¿Es el señor Abel Luna? —Preguntó uno de los policías.
— Sí, soy yo. ¿Sucede algo oficiales? — Contesté con mirada desconcertada.
— Estamos aquí porque estamos investigando la muerte del señor Rodrigo Cartagena. —Dijo el oficial.
— ¿Muerte? ¿Rodrigo esta muerto? — Puto mentiroso, claro que sabía que estaba muerto, yo era el responsable.
— El señor Rodrigo Cartagena fue encontrado muerto cerca al puerto, en un yate que él había rentado dos días antes. El señor fue encontrado en el suelo con una herida causada por un arma punzo cortante a la altura del hígado, el lugar estaba desarreglado, sillas en el suelo, una mesa de vidrio rota, botellas en el suelo, todo hace indicar que hubo una pelea en aquel lugar. —Comentó el oficial mientras yo solo podía tragar mi saliva y sentir mis manos húmedas por el tremendo susto que estaba llevándome.
— No puedo creerlo... ¿Y ya saben quién es el autor de esa atrocidad? —Pregunté cínicamente.
— Aún no lo sabemos, al parecer el arma homicida fue removida de la escena del crimen —Contestó el policía—. Dígame, ¿Dónde estaba usted el día que el occiso falleció? —Preguntó el otro policía.
— Yo, estaba en una sesión de fotos en la playa, con la esposa de un amigo, quién deseaba una sesión de fotos. — Contesté.

Por dentro sentía como me temblaban las piernas de los nervios, a pesar de eso intentaba lucir consternado por lo ocurrido con Rodrigo, creo que mi actuación fue creíble, dado que los policías no hicieron más preguntas, solo me dijeron que estuviera cerca por si necesitaban mi declaración, luego de eso se fueron. Juro que sentía que me faltaba el aire, me sentía ahogado, nervioso, no sabía que demonios hacer, solo atiné a tomar mi teléfono y marcar el número de Sabrina.

— ¿Aló? ¿Sabrina?
— ¿Qué demonios quieres Abel? Estoy en algo importante. — Contestó Sabrina.
— Es urgente... la policía estuvo aquí. — Dije con voz agitada.
— ¡¿Qué?! — Preguntó Sabrina asustada.
— No puedo hablarte de esto por aquí, veámonos en el Tahití en cuarenta minutos, ¿ok? — Dije.
— Está bien, voy para allá.


Las cosas estaban empezando a empeorar, todo estaba yéndose directamente a la mierda.

Prometo Guardar Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora