Cap.4 │¿Celos?

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Decidí no salir a ningún lado después de la visita de Sabrina a mí apartamento, me quede todo el maldito día pensativo y sin ánimos de nada, el día pasó lentamente, pensé que dormir y descansar sería el mejor remedio así que no dudé en dormir temp...

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Decidí no salir a ningún lado después de la visita de Sabrina a mí apartamento, me quede todo el maldito día pensativo y sin ánimos de nada, el día pasó lentamente, pensé que dormir y descansar sería el mejor remedio así que no dudé en dormir temprano, me borré de la faz de la tierra por unas horas y solo pensé en dormir, y en nada más que dormir.

A la mañana siguiente el ruido del teléfono me despertó, al contestar era Fernando, quería que me reuniera con él en el club en el cual es socio, por un momento pensé, no dejaré que está mujer y mucho menos los recuerdos me dañen el estar aquí, así que acepté la invitación, me di una ducha, me vestí, me coloqué una camiseta color celeste, unos shorts grises y unos tenis, deseaba estar lo más cómodo posible, lleve algo de ropa para después en una mochila y listo, tomé un taxi hasta el club donde nos encontraríamos, el lugar era grande y muy cómodo, típico lugar para gente con mucho dinero, las mujeres hermosas estaban a la orden del día, muchas con una figura interesante y muy sugerente, algunas con novio o marido, pero, cómo dicen por ahí... "La tierra es de quién la trabaja".

Adentrándose más en el lugar pude ver una piscina enorme, y mucha gente al rededor de ella, de pronto escuché una voz llamándome.

— ¡Abel! ¡Abel por aquí!

Yo di medía vuelta y pude ver sentado a Fernando quien iba vestido totalmente de blanco, bien peinado y pulcro, muy diferente al look algo desenfadado que llevaba yo. Caminé unos pasos y le di el encuentro, nos dimos la mano y nos sentamos a ver y disfrutar de la vista.

— ¿Cómo has estado? — pregunta — no he sabido de ti desde la fiesta.

— Estuve viendo cosas, tú sabes, una que otra visita... inesperada. Tu sabes, tanto tiempo alejado, aparte dormí mucho, luego de un vuelo de más de 10 horas y una fiesta casi al instante, es demasiado. — Respondía con una risa.

— Te entiendo, entiendo. Por eso te traje aquí, para que puedas endulzar la vista. — Dijo Fernando.

— Y sí que lo endulzan, lo bueno es que eres casado, ahora las tengo todas para mí — Bromeaba.

— Cierto, a todas... Menos a una.

— ¿A una?... ¿Cuál? — Pregunté.

Fernando señaló hacia el frente y cuando me volví a ver estaba Sabrina, saliendo de la piscina, el cuerpo mojado la hacía lucir tan provocativa que casi no pude controlar mi erección al verla, llevaba un bikini en dos piezas muy diminuto, el cual le quedaba muy hermoso, su piel era un vicio para cualquiera que la pruebe, sus pechos se veían firmes y esas nalgas y piernas, un producto del gym, y de muy buenos genes, ella se acercó a nosotros, Fernando la esperaba con una toalla para que pueda secarse.

— Abel, buenos días. — Dijo Sabrina.

— Sabrina, un placer verte, rico que ya estés pasándola bien aquí. — Respondí.

Prometo Guardar Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora