Cap.11// Visita Inesperada

156 4 0
                                    

— ¿Estás seguro que nos vio? — Preguntó Sabrina, evidentemente sorprendida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Estás seguro que nos vio? — Preguntó Sabrina, evidentemente sorprendida.

— Si, estoy seguro. Rodrigo nos vio salir de la misma habitación. — Contesté rápidamente.

— Tu le dijiste algo para que o creyera eso, ¿Verdad? — Preguntó en voz baja.

— Claro que sí, no lo iba a dejar que piense esas cosas — respondí con voz firme —, le dije que todo se lo estaba imaginando que yo salía del baño y que seguro era el efecto del alcohol.

— Ok, tranquilo cariño, Rodrigo no se dará cuenta, ya lo verás.

Sabrina tomaba mi mano para intentar hacerme sentir más seguro de que todo estaba bien, pero, sabía que Rodrigo no se quedaría tranquilo, tenía que ver la forma de despistarlo, o en último caso, tenerlo de mi lado de alguna forma.

Para tratar de disipar las suspicacias de Rodrigo, Sabrina y yo decidimos dejar de vernos por un mes, comunicándonos solo por medio del internet, casa día nos mandábamos mensajes calientes y con un alto contenido erótico, ella y yo gustábamos de esas cosas, y podíamos hacerlo, Carolina jamás tocaba mi teléfono ni mi laptop cuando estábamos en mi apartamento, y Sabrina no permitiría que Fernando toque sus cosas, ella siempre fue así, una mujer libre e independiente, un acto como ese lo tomaría como una muestra de machismo y subordinación por parte de Fernando, y conociéndolo como lo conozco, eso era lo último que deseaba hacer, estaba enamorado a niveles muy altos.

No voy a mentir, muchas veces me sentí mal porque sabía que lo que le hacía estaba mal. Durante ese mes hubieron ocasiones en la que nos vimos Fernando y yo, y mientras él contaba lo feliz que era su vida con Sabrina, yo la veía desnuda, con las piernas extendidas y abriendo los pliegues de su vagina gracias a las fotos que ella siempre me mandaba, Ella y yo éramos así, amantes del peligro, aunque ese amor al peligro nos estaba tratando de poner pruebas a ambos, aún tenía que pensar que hacer con Rodrigo, eso sí, no podía hacer nada en un principio, Rodrigo había viajado al interior y por lo que sabía estaría ahí unas semanas, así que debía esperar a que llegara a la capital para intentar ver cómo hacía que Rodrigo no siga investigando más.

Pasado el mes decidimos retomar las cosas, habíamos decidido cambiar de hotel constantemente en vez de solo estar en uno, así nadie sospecharía, para nuestro reencuentro habíamos quedado hacerlo en mi apartamento, dado que Carolina estaría fuera de la ciudad por unos días, y luego de haberle dicho que esa noche saldría con unos amigos con los que trabajé antes, llamé a Sabrina para que viniera, ella le había dicho a Fernando que se vería con una amiga que no veía hacía tiempo, y que quizá se quedaría con ella, Fernando siempre confiaba en ella así que no puso objeciones sobre eso.

Yo tenía todo listo, la cena, el vino, y la cama lista para una noche de pasión.

El timbre suena y rápidamente abro la puerta, Sabrina Lucia hermosa, Lucia casual para la ocasión, pero era necesario para no levantar sospechas, llevaba unos vaqueros azules, una blusa blanca y una chaqueta de cuero, el cabello y esa apariencia tan sofisticada que tenía me encantaba. Cenamos rápidamente, ella y yo sabíamos porque estábamos ahí, sabíamos lo que realmente queríamos, tome la botella de vino y las dos copas y nos fuimos hacia la habitación, nos acostamos y estando casi sobre ella la besé apasionadamente, estuvimos así unos minutos hasta que la ropa nos empezó a estorbar, hacia un mes que no tocaba su piel, pero me parecía una maldita eternidad, debía controlarme los impulsos porque no deseaba hacerlo tan rápido, quería tomarme mi tiempo con ella, disfrutar de cada minuto, cada segundo de su piel, de sus besos y locura, no quería perderme ningún detalle o pliegue de su cuerpo.

Tuvimos sexo como se tienen dos personas que no habían visto en una eternidad, las caricias, las poses, los gemidos saliendo de su boca, mis palabras en su oído, ciertamente dejamos la habitación hecha un desastre, las sabanas arrugada evidenciaban como la gozábamos uno del otro, como la hacía gritar de placer con cada envestida, con cada pose que hacíamos, no podía evitarlo, ella cada vez me enloquecía más, éramos un par de lascivos, nos gustaba las cosas más sucias y prohibidas, entre ella y yo jamás hubo limites, y eso era lo más que disfrutaba.

Al día siguiente alguien tocó el timbre de mi apartamento, obviamente yo seguía con Sabrina, quien había pasado toda la noche conmigo, estábamos desnudos, así que me coloqué el bóxer y una camiseta, me acerqué hacía la mirilla de la puerta, al mirar casi me voy hacía atrás, Fernando estaba en mi puerta.

"Mierda, ¿Qué carajos hace él aquí?" — Pensé.

—¡¿Quién es?! — Pregunté, haciéndome el que no sabía quién estaba ahí.

— Abel, amigo soy yo, Fernando. — Dijo él desde el otro lado.

— ¡Dame un momento, estoy desnudo! — Exclamé.

Fui hasta la habitación y desperté rápidamente a Sabrina, quién aún estaba dormida.

— Sabrina... Sabrina despierta. — Empecé a moverla rápidamente. Al instante ella abrió los ojos y me vio todo desesperado.

— Abel, ¿Qué es lo que pasa? — Preguntó Sabrina.

— Fernando está en la puerta, debes esconderte rápido. — Le susurré.

— ¡¡¿Qué?!! ... ¿Qué demonios hace aquí? — Preguntó asustada.

— No lo sé, tienes que esconderte. — Dije yo intentando que Fernando no me escuche.

Sabrina se escondió en la habitación, la cual cerré para que no la viera, luego de eso tomé aire y me dispuse a abrir la puerta, al hacerlo Fernando entra muy ofuscado y ciertamente no sabía qué demonios había sucedido para encontrarlo aquí en mi apartamento.

— Abel tienes que ayudarme. — Dijo Fernando.

— ¿Ayudarte? ¿Ayudarte con qué? — pregunté extrañado.

— Sabrina no ha llegado a casa, la llamé y su teléfono está apagado, de verdad temo por ella. — contestó Fernando todo asustado.

Yo trataba de poner cara de preocupación, y hacerle ver qué también me afectaba lo que le pasaba, era obvio no podía decirle que tenía a su mujer en mi cama. Fui por agua y se la di, y me tomé casi media hora intentando hacerlo ver qué quizá siga con su amiga y que ya lo iba a llamar, mientras me contaba todo lo que le pasaba me llegaba flashbacks de la noche anterior y recordé que le había quitado el teléfono para apagarlo y que nadie nos moleste.

— Fernando estás exagerando un poco — dije tratando de no darle tanta importancia al asunto —, sabes cómo es ella, desde hace años lo sabes, seguro se le pasaron las copas en esa noche de amigas y sigue dormida, en algún momento te llamará.

— ¿Lo crees? — preguntó.

— Estoy seguro de eso, ahora lo que tienes que hacer es — lo ayude a levantarse —, ir a casa y esperarla ahí, que seguro llega y si no te ve ahí también se preguntará que pasó.

— Quizá tengas razón hermano, quizá estoy exagerando todo. — Reflexionó mientras nos acercábamos a la salida.

— Tu tranquilo, todo estará bien — concluí.

Le di la mano y nos despedimos ahí, le dije que tenía una reunión de trabajo y que estaba algo apurado, todo para justificar lo que estaba pasando. Había tenido suerte de que no quisiera ir a la habitación, sino hubiera sido la maldita tercera guerra mundial, algo que no deseaba. Cuando se fue, casi de inmediato fui hasta la habitación para ayudarla a salir del edificio, Sabrina terminaba de vestirse cuando le dije que apenas saliera del edificio llame a Fernando para que no esté como histérico buscándola, ella me besó y me regalo una sonrisa, estábamos locos, jugábamos con fuego, pero no nos importaba nada solo gozar de este affair que jamás debió volver a suceder, después de esa noche pensaba que solo habitan inconvenientes así de leves y que podríamos controlar, jamás imaginé que al final todo se iría a la mierda, pero por ahora las cosas solo estaban empezando, debíamos ser más cuidadosos para no ser descubiertos, pero eso era difícil, la adrenalina que nos daba esto se estaba volviendo adictivo, y temía que esto se terminará saliendo de control, en ese momento, solo podía pensar que habíamos esquivado la primera bala, pero las cosas solo empezaban a ponerse intensas.

Prometo Guardar Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora