Cap. 30 | El final de una mentira

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Ustedes pueden imaginar cómo me sentía en el momento que salí de la estación, pero la realidad era mucho peor de lo que pueden estar pensando; primero, porque ahora me había convertido en un sospechoso de la policía, eso significaba de que no podr...

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Ustedes pueden imaginar cómo me sentía en el momento que salí de la estación, pero la realidad era mucho peor de lo que pueden estar pensando; primero, porque ahora me había convertido en un sospechoso de la policía, eso significaba de que no podría moverme libremente porque sabía que ellos estarían vigilando cada uno de mis movimientos, y segundo porque lo que menos quería es que eso se supiera, y temía que de alguna forma llegue a oídos de Carolina y Fernando, eso sería mi fin, así que, al llegar a casa, no tenía la mejor expresión del mundo. Pasaron los días, y una noche, Carolina notó mi preocupación al llegar del trabajo, y la preocupó como era de esperarse, había estado así los últimos días, así que se acercó a preguntarme cómo si estaba bien, sin embargo pude salir de todo eso alegando que eran cosas de trabajo, que no era algo grave y que con algo de descanso estaría mejor, ellas besó y rápidamente fuimos a la habitación para hacer el amor, de alguna forma el sexo se había vuelto en la forma que tenía para disimular todas las cosas que pasaban, los besos, las caricias, las poses, aquellos momentos de placer se convirtieron en mis aliados para hacerla sentir despreocupada, sin embargo, a veces pensaba que eso dejaría de servir en algún momento.

Los días pasaban y las visitas a la estación eran cada vez más frecuentes, con el tiempo me enteré que Sabrina también había sido citada para declarar, aunque sabía que era una experta mintiendo, temía que la presión la termine delatando, sin embargo ella solo contó cosas de nosotros, de nuestros encuentros y visitas, y de su relación con Rodrigo desde que la universidad, le contó de que la pretendía, y que había intentado tomarla a la fuerza, yo no deseaba que esas cosas se supieran, pero el inspector había hecho muy bien su tarea, y encontró testigos y todo tipo de pruebas que demostraban que nos habíamos visto a escondidas, incluso las cosas de nuestro pasado, había hablado con amigos de aquel entonces y les contó de nuestra relación, y de cómo luego Fernando se hizo novio de ella, debo de admitirlo, aquél detective era bueno, un verdadero dolor en el culo.

Nos tenían atrapados de cierta forma, así que no nos quedó otra que pedirle al detective que no cuente nada a nuestras parejas, dado que lo que investigaba era un homicidio, no un caso de infidelidad, y que eso no debería salir de aquella sala de interrogación, el inspector acepto, y accedió a no enviar citatorios ni nada que pudiera hacer sospechar a nuestras parejas, así que estábamos tranquilos por ese lado, sin embargo, aún nos tenían como sospechosos de haberlo matado, intentaban hacernos caer, era lógico, el arma homicida no había sido encontrada aún, y no podían culparnos oficialmente, así que trataban de hacernos hablar por cualquier método persuasivo. Lo que ellos no sabían, es que Sabrina y yo nos habíamos puesto de acuerdo para decir las mismas cosas, dar los datos que ellos querían oír, pero no dar datos de haber estado aquel día en el bote con Rodrigo, y ya que sabían que habíamos sido amantes, pues, era fácil decir que aquel día ella y yo fingimos ir a una sesión de fotos, pero que en realidad estuvimos juntos, en mi estudio, haciendo el amor todo ese tiempo. Por un tiempo estuvimos a salvo de todo está mierda de interrogatorios, sin embargo, en los días siguientes algo iba a ocurrir que mandaría todo al carajo.

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