Cap. 25 | ¡Es Culpa Tuya!

60 2 0
                                    

Pasó una semana, una semana en la que mis nervios se fueron al demonio, ya las cosas con Carolina empezaban a complicarse, mis nervios, mi estado de alerta constante y esa maldita paranoia habían empezado a mermar mi relación, Carolina hacía lo po...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pasó una semana, una semana en la que mis nervios se fueron al demonio, ya las cosas con Carolina empezaban a complicarse, mis nervios, mi estado de alerta constante y esa maldita paranoia habían empezado a mermar mi relación, Carolina hacía lo posible por entenderme, por tratar de estar para mí, pero las discusiones empezaban a ser cada vez más fuertes, con frases subidas de tono, pero sin llegar a lo físico. Aquello empezaba a afectar la convivencia, Carolina empezaba a estar cada vez menos tiempo en casa, a veces no llegaba hasta la noche y simplemente se iba a la cama a dormir, no nos hablábamos, ni siquiera en el desayuno, parecíamos dos extraños y eso era algo que me ponía peor, porque sabía que era mi culpa, pero no podía evitarlo, aquella persona había empezado a ponerme cada vez más estresado.

Luego de esa semana, el tipo volvió a contactarse:

"Si quieres saber que es lo que busco, ve con esa chica con la que te ves a la dirección que te enviaré, ve solo. Por cierto, siento mucho que tu relación se esté yendo al diablo."

El mensaje era claro, por fin sabría quien es era ese idiota que estaba molestándome y arruinando mi vida. Le hablé a Sabrina y le conté lo que había sucedido, ella estaba cansada, agotada de todo lo que estaba pasando, también me culpaba por todo esto, cómo si yo fuera el único que se involucró aquí, le conté del mensaje y donde teníamos que vernos con esta persona, Sabrina aceptó ir conmigo, teníamos que acabar con esto, aunque tengo que decir que aquello no sería el único problema que tendría.

◈◈◈◈◈

Había llegado el día en el que nos encontraríamos con aquella persona, yo me disponía a salir del apartamento cuando apareció un tipo a mi apartamento, era alto, piel clara, frente amplia, ojos hundidos, delgado, y con una expresión muy seria. Aquella persona se paró frente a mí, me sorprendió, no esperaba visitas, pero todo cambió cuando se presentó.

— Buenas tardes, señor... ¿Luna? ¿Abel Luna? —Dijo el tipo.

— Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarlo señor...?

— Soy el inspector Carlos Rivas, estoy a cargo de la investigación por la muerte del señor Rodrigo Cartagena. —Contestó. Cuando lo hizo, no pude evitar ponerme tenso.

— Un gusto inspector. Dígame, ¿en qué puedo ayudarlo? — Pregunté.

El inspector sacó de su chaqueta unos papeles que llevaba doblados, en ellos podía notarse números telefónicos, fechas, entre otras cosas.

— Señor Luna vengo aquí porque, al estar investigando las causas de la muerte del señor Cartagena se empezaron a armar teorías sobre los motivos de su muerte, estuvimos investigando para poder dar con pistas que nos despejen nuestras dudas, usted debe saber que, el arma homicida no se encontró en la escena del crimen, sin embargo seguimos buscando por los alrededores del lugar — Yo lo miraba atentamente, pero por dentro era un puto manojo de nervios —. Sin embargo; algunas cosas han comenzado a revelarse y son algo interesantes.

Prometo Guardar Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora