34

29 8 6
                                    

Vanessa corría por la calle, sus pies dolían, pero no podía pensar con claridad. No cuando unos ojos turquesa inundaban sus pensamientos.

Annie había huido de casa por ser lesbiana, ser homosexual. Y ella era su novia.

-Pero tú no eres homosexual, eres bisexual- se recordó. Frenó un momento y miró hacia atrás. La calle estaba vacía y no se escuchaba ningún auto. Se dio cuenta que sabía que ella era bisexual, amaba a las personas sin importar su género.

¿Cómo sabía eso? ¿Qué más empezaba a recordar?

Comenzó a caminar con más calma tratando de aclarar su mente. Unas lágrimas cayeron por sus mejillas, sentía un dolor en el pecho y su cabeza le iba a explotar en cualquier momento. No sabía que hacer, no quería volver a casa de sus padres ni a la de sus amigos.

- ¿Vanessa? - preguntó alguien a su lado. La mencionada giró su rostro asustada encontrándose al padre Peter quien manejaba su auto.

-Hola padre Peter- contestó casi de manera autónoma, como si una grabadora fuera quien contestara. Limpió sus lágrimas lo cual preocupó más al mayor frente a ella.

- ¿Qué haces aquí a esta hora? Es tarde y vas descalza. Ven, sube- dijo y abrió la puerta del copiloto. Vanessa dudó por unos segundos hasta que se decidió por subir. Se colocó el cinturón y volteó a ver la ventana.

- ¿Quieres hablar? - preguntó el padre. Vanessa alzó los hombros sin ganas de nada.

-Solo no quiero ir a mi casa- dijo.

-Y apuesto que tampoco con tus amigos- le contestó el padre. Vanessa volteó a verlo con los ojos muy abiertos.

- ¿Sabe de mis amigos? ¿De los que mis padres desprecian? - preguntó movida por la curiosidad. Se acomodó en su asiento viendo fijamente al padre. Este estaba atento al camino y con una mano en el volante.

-Ay hija, yo sé quién es Annie y Tamara porque les apoyé cuando necesitaron. Los padres de Tamara eran muy devotos a la iglesia, así como los tuyos así que cuando se dieron cuenta que Tamara era quien era la trataron tan mal, todo lo opuesto a lo que Dios quiere. Tamara vino a la iglesia diciéndome que quería quitarse la vida por no seguir la palabra de Dios. La abracé y le dije que Dios no comete errores, que la hizo a ella a la perfección. Y Annie, esa niña al inicio era alguien tan triste. No conocí a sus padres, pero por lo que me contó Annie no eran tan religiosos. Aun así, creen que ella no es normal. He conocido cada una de sus historias y he hecho lo que Dios me ha pedido, amarlos como los seres humanos que son.

Vanessa estaba sin habla, sentía un dolor en su nuca. Tenía un nudo en la garganta que impedía que dijera algo sin desmoronarse.

- ¿Y sabe... que Annie y yo...? - no pudo decirlo bien, no quería pensar en Annie. No quería pensar en nada.

- ¿Qué Annie y tú salían? Claro que lo sabía. Y tú misma viniste antes de que empezaran su relación. Estabas tan triste, me dijiste que tal vez estabas enferma, te sentías muy mal contigo misma. Cuando te dije que no había nada malo en ti fue cuando tuviste la seguridad para decirle a Annie que estabas enamorada de ella. Eran tan felices pero tus padres no lo sabían. Me ofrecí para hablar con ellos, pero tenías miedo así que cuando se enteraron de que estaban juntas decidieron ir al internado.

- ¿Cree que ellos cambiarían? ¿Cree qué me aceptarían? - preguntó Vanessa con un hilo de voz.

-Hace unas horas vinieron conmigo, dijeron que habías escapado y me pidieron consejo por que temían que te encontraras con tus amigos. Les expliqué un poco acerca de tu historia con Annie, les conté acerca de Tamara y no entendieron al inicio hasta que les dije la felicidad que sintieron al saber que eran normales. Tú más que nada fuiste quien pareció alegrarse de no ser un error. Deberías hablar con ellos.

Nunca Los Quise OlvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora