-Me llamo Vanessa Hudgens. Tengo 18 años. Soy hija única. Han pasado 456 días desde que desperté sin memoria.
Solía repetir el mensaje día con día al despertar, en la tarde y antes de dormir.
- ¡Hija! ¡Tu profesor llega en media hora! - gritó su madre desde la planta baja. Vanessa recibía ahora clases particulares desde casa y apenas salía. Lo más difícil fueron los primeros meses hasta que se resignó a su vida, aunque no parecía suya. Su horario se repetía día con día. Despertar a las nueve en punto, desayunar, a las diez llegaba su profesor que le daba cinco horas de clase, comía, hacia la tarea, tenía tiempo libre antes de cenar y dormir. Durante los fines de semana tenía que realizar ejercicios para tratar de recordar los años previos al accidente. Sin embargo, nunca daban resultado.
- ¿No crees que sería buena idea que esos chicos me vinieran a visitar? Los del hospital que entraron de manera alocada el día que desperté- le preguntó Vanessa en alguna ocasión a sus padres. La pusieron a rezar y dijeron que esos chicos eran enfermos. Entendía lo de rezar, sus padres eran muy religiosos y querían que ella siguiera sus pasos, pero lo de ser enfermos no lo entendía. El día que habían entrado a su habitación se veían más que sanos.
- ¡Ya voy madre! - gritó. Sabía que les disgustaba que les llamara madre y padre en vez de mamá y papá, pero ella seguía sin sentirse cómoda. Le habían contado su vida a ojos de sus padres, pero no dejaban que ella misma recordara su vida.
Vanessa bajó al comedor donde el desayuno la esperaba. Su padre iba de un lado a otro vestido de manera formal para ir a su empresa de alto prestigio a trabajar. Su madre mantenía su aspecto hogareño combinado con un mandil de cocina.
-Buenos días mi princesa- le saludó su padre.
-Buenos días- dijo Vanessa. Su padre le dio un beso en la frente al que ella solo se resignó.
-Ya me voy, nos vemos en la noche- se despidió su padre y salió de la casa.
-Solo esta clase y descansarás en el verano. Mañana iremos a ver a tu abuela- dijo su madre mientras tomaba un sorbo de café. Era viernes, era verano.
-De hecho, quería saber si puedo recorrer un poco las calles en mi bicicleta- dijo Vanessa nerviosa. Pero no había marcha atrás, ese verano recordaría su verdadera vida.
- ¿Por qué quieres ir en bicicleta? - le respondió su madre.
-Antes del accidente usaba mucho mi bicicleta ¿No? Cuando llegué del hospital era como nueva. Además, siento que podría ayudarme un poco ver las calles dónde crecí.
Su madre se quedó pensando. Vanessa por su parte sentía que los nervios la comerían viva. Realmente quería ver a eso chicos y preguntarles de que estaban enfermos y por qué sus padres se empeñaban tanto en que ella no los recordara.
-Lo hablaré con tu padre. Realmente no creo que se buena idea que salgas tú sola por la calle.
Por el tono que había escuchado Vanessa sabía que no debía preguntar más o tendría que rezar hasta cansarse.
El silencio que se había empezado a formar fue roto por el sonido del timbre de entrada. El profesor había llegado. Vanessa entró al estudio donde todos sus cuadernos y libros estaban. Sus padres habían acoplado el estudio para que quedara con un pizarrón donde el profesor se apoyaba. Las siguientes horas fueron realmente pesadas y aburridas. El tiempo pasaba lento para Vanesa así que cuando acabaron sus horas de clases sintió un gran alivio.
-Aunque sea verano Vanessa, quiero que repases todo lo que estudiamos ¿De acuerdo? Nos vemos en septiembre- le dijo su profesor al salir de su casa.
La madre de Vanessa ya había preparado y servido la comida. Aunque Vanessa se moría de hambre su madre la obligó a rezar para bendecir la comida. Siempre le repetía que ella era igual de creyente que sus progenitores, pero por algún motivo Vanessa tenía sus dudas con respecto a la iglesia y la biblia, dudas que sus padres decían que ella no tenía antes del accidente.
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Nunca Los Quise Olvidar
Teen FictionEl momento más importante en grandes películas es cuando el personaje principal pierde la memoria. Ya sea por qué olvidó aquellos secretos que salvarían al mundo o por que no reconoce a su amor de verano. Pero, ¿Qué pasa cuando una persona común y c...