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Vanessa había llevado el agua bendita con el padre, cuando entró al comedor ni Diego ni los otros dos estaban. Según su madre, Diego y Hugo entraron diciendo que habían olvidado un pendiente que tenían y que ella se había ofrecido a llevar el agua bendita. Se quedó callada pues no sabía si Diego había dicho eso u otra cosa que su madre ocultaba. El resto del día pasó sin inconvenientes.

Vanessa estaba emocionada por tener el nombre del internado. Sabía que era el correcto porque estaba entre sus tres opciones. Tal vez no golpearía Diego tan fuerte por habérselo dicho. De acuerdo, eso ni ella se lo creía, pero aun así se alegraba que Diego hubiera sido útil por primera vez desde que lo vio.

Ahora que sabía a dónde ir solo debía conseguir un día donde ni sus amigos ni sus padres notaran su ausencia. Mentirles a sus padres sería fácil pero saber que debería mentirles a sus amigos la hacía sentir culpable. Pero esto era importante para ella, tal vez podría recordar lo que le querían ocultar.

Cuando regresó a casa subió a su habitación y buscó acerca del internado. En bicicleta le tomaría unos cuarenta minutos llegar y otros cuarenta para regresar. Necesitaría una tarde completa. Hizo un mapa en una hoja para no perderse y lo guardó en su mochila. Pasó toda la tarde ideando un plan para ir. El mayor problema se presentaba con sus amigos. Ellos iban a la iglesia a ayudar y si les decía que estaba en casa la podrían visitar a escondidas. Estaba confundida, podría decirles, pero no quería. Necesitaba tiempo para ir, quedarse un rato y regresar.

Una idea loca cruzó su mente. Si iba durante la noche no necesitaría ninguna excusa, saldría a escondidas y nadie notaría su ausencia. Era peligroso en muchas cosas, pero lo veía como la opción más fácil. Dejó esas ideas a la hora de la cena pues sus padres estaban bastante entusiasmados hablando de Diego y los otros dos.

- ¿Recordaste a Diego? Él era tu amigo desde antes del accidente- le dijo su madre. Vanessa la miró raro, desde antes del accidente se llevaba mal con Diego.

-No, sigo sin tener idea de quien es- dijo desviando la mirada a su comida.

-Siempre lo invitabas a la casa, también a Hugo- le comentó su padre. Vanessa tuvo un mal presentimiento acerca de todo.

-Pues tenía malos amigos entonces. En cuanto Diego y Hugo salieron revisaron la calle y dijeron que se iban. Además, Hugo sacó un cigarro de su pantalón- dijo. Su madre la miró horrorizada.

-Hugo no fuma, viene de una familia de bien- le dijo su padre. Vanessa lo desafió con la mirada, querían darle una imagen ejemplar de los chicos.

-Tal vez frente a los adultos no lo haga, pero lo hace. Y no les importa la iglesia por que se fugaron en cuanto pudieron- dijo. Eso dejó sin palabras a sus padres pues en parte tenía razón. En cuanto pudieron escapar de la iglesia lo hicieron.

-Dijeron que tenían un pendiente, no se fugaron- le dijo su madre. Vanessa se empezaba a hartar de esa conversación.

-También Diego dijo que yo me ofrecí a llevar el agua bendita, pero en realidad me dio la jarra y salió huyendo- dijo Vanessa.

-Ellos no son chicos malos, tal vez tenían una urgencia y por eso tuvieron que irse rápido- dijo su padre.

- ¿Le crees más a un chico que no conoces que a tu hija? - preguntó enojada. Trataban de excusarse por ellos sin saber que ya los odia con toda su alma.

-Claro que te creo, pero si me dices que el cielo es morado tampoco puedo creerte- le dijo su padre alzando la voz. Se estaba enojado pues no conseguía hacer que Vanessa creyera que Diego, Hugo y Marvin eran buenos chicos.

-Pero no hablamos del cielo, te hablo de unos chicos que dejaron la iglesia como si les quemara estar ahí. No es que creas en algo imposible, es que me creas a mi- le dijo viéndolo fijamente a los ojos.

Nunca Los Quise OlvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora