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Antes...

La chica sentía patadas en su cuerpo hasta que escuchó la voz de la maestra pedir que se detuvieran. Tenía las manos en la cabeza y se mordía el labio inferior para no llorar, aunque estaba funcionando poco.

-Está bien, aquí estoy Tamara- le dijo su maestra ayudándola a ponerse de pie. La mayor le llevó a enfermería y la doctora curó las heridas que tenía.

-Maestra, ¿podría no decirles a mis padres? - preguntó Tamara mientras acababan de limpiar una raspadura en su pierna.

-Entiende que le tenemos que decir a tus padres para que ellos puedan hacer algo acerca del acoso escolar que te hacen- le explicó su maestra.

-Es que ellos están de acuerdo con los niños que me golpearon, mi mamá dice que ella dio a luz a un niño y mi papá me dice que debo comportarme como hombre y vestir como un chico y no esto- dijo y señaló la falda que usaba. Tamara había conseguido cambiar el pedido de su uniforme, se había dejado crecer el pelo a los hombros he incluso pudo ponerse aretes, pero sus padres no aceptaban eso.

-Tamara, de verdad queremos ayudarte y te apoyamos, pero jamás dejas que hablemos con tus padres, tal vez y podríamos ayudarte a que ellos entiendan lo que pasa contigo- le dijo la maestra en tono suave.

-Yo les diré lo que pasó, pero no los llame por favor- suplicó Tamara. La maestra aceptó con pesar ya que sabía que Tamara no haría nada. Al salir de la enfermería no le extrañó que Stephen, Jacob y Richard ya la esperaran para que fueran a casa.

-Ya le daremos su merecido a Diego por golpear a una dama- dijo Jacob. Tamara trato de reír ante su comentario, pero todos notaron la falsedad de su risa.

-No hace falta, solo fue un encuentro desafortunado- dijo Tamara. Caminaron a casa de la chica, no querían dejarla, pero su madre esperaba en la entrada. La chica se despidió de sus amigos con un abrazo y entró a su casa.

-Thomas debemos de hablar- dijo su madre en cuanto entró y la puerta se había cerrado.

-No me llamo Thomas, soy Tamara.

-Tamara es el nombre de una mujer, no de un hombre como tú.

-Yo no soy un hombre.

-Thomas- dijo la voz masculina de su padre que estaba en la sala. Enseguida Tamara se puso tensa, a esa hora su padre seguía en el trabajo y si estaba ahí solo significaban problemas.

-No me llamo Thomas- se limitó a contestar. Sintió una punzada en el hombro, su madre la empujó hasta que se sentó en el sillón frente a su padre.

-Thomas, hoy la maestra nos ha llamado diciendo que necesita hablar con nosotros en persona para hacernos entender tu situación- dijo su padre. El rostro de Tamara se tornó cenizo, sabía que no podía evitar por siempre que su maestra tratara de ayudarla.

- ¿Entonces irán? - preguntó.

- ¿Para qué? - dijo su madre y Tamara notó que tomaba algo de entre los cojines, unas tijeras.

-Para que les enseñen acerca de mí, para que sepan que Thomas no es mi nombre- dijo.

Antes de que Tamara pudiera reaccionar su padre ya la tenía sujeta abrazándola para inmovilizarle los brazos y su madre cortaba su pelo. Los mechones caían al mismo tiempo que las lágrimas de Tamara quien gritaba que se detuvieran. Se retorcía tanto como podía, pero era inútil, su cabello ya le llegaba por arriba de las orejas. Cuando dejó de forcejear escuchó que su madre prendía la máquina para acabar el sucio trabajo. Ya no podía hacer nada más que llorar mientras su cabello caía en el suelo.

Nunca Los Quise OlvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora