Capítulo veintinueve

187 30 5
                                    

LEVI

—¿Y qué tengo que hacer después?

Me llevo las manos a la cabeza en un intento de conseguir algo más de paciencia. Realmente puedo presumir de ser un tío con mucha paciencia, pero creo que toda mi paciencia no es suficiente para vivir con Noah más de dos días seguidos. Seguramente el Levi del pasado ya se había dado cuenta de ello, pero el Levi del presente se enfrenta poco a poco al ser extremadamente enérgico y poco concentrado que a partir de ayer vuelve a pasearse por su apartamento con total libertad.

—Ay, Levi —dice en tono de protesta—. No quiero ser pesada, pero... ¡Se me olvida!

Suelto una risita y niego varias veces con la cabeza.

—Después tienes que girar la rueda según la temperatura que quieras —explico mientras llevo mi vista hasta la rueda de la que hablo y la giro hacia la derecha, ejemplificando la explicación—. No te aconsejo que lo pongas a más de veintiún grados si no quieres que la factura de la electricidad venga cargadita este mes —digo casi en tono de súplica—. Yo ya he tenido muchas sorpresas este mes, no quiero una más.

Ella asiente con la cabeza y se pone uno de sus mechones de pelo detrás de la oreja. Se muerde el labio inferior y sonríe en mi dirección.

Aparto mi vista de ella y la pongo esta vez en mis manos. Juego con mis dedos hasta que encuentro algo lógico que decir para eliminar el silencio incómodo que se crea entre nosotros.

—¿Y cuál era nuestro acuerdo? —pregunto de repente.

La verdad es que temo haber sido demasiado generoso en el pasado; si yo tuviese demasiado dinero quizás no me importaría. Pero no lo tengo y realmente no quiero tener que seguir pidiéndole dinero a mis padres, a pesar de que ellos mismos se ofrecieron a dármelo justo cuando abandoné su casa por segunda vez, hace ya varios días.

—¿Acuerdo de qué?

—Dinero —aclaro—. Supongo que pagamos todo a medias: agua, gas, electricidad, el apartamento, la comunidad... ya sabes, las típicas cosas que uno tiene que pagar cuando se vuelve un adulto independiente.

Escucho como ella hace un chasquido con la lengua, pero no le doy importancia.

—No exactamente —dice, provocando que automáticamente mi mirada viaje hasta ella— Tú te has ofrecido a dejarme vivir aquí gratis —aclara mientras se encoge de hombros—. Pero bueno, si ahora cambias de opinión podemos empezar a hacerlo a medias... como tú quieras.

Suelto una risita, esperando que ella se contagie con mi gesto y termine diciéndome que era una broma, pero para mi sorpresa eso nunca sucede. Suspiro y me llevo la mano hasta el cuello para acariciarlo en un intento nulo de relajarme. Alzo una ceja y niego varias veces con la cabeza, no pudiendo creer lo que acabo de escuchar. Sé que soy una persona bastante buena y generosa, pero no tanto como para dejarle vivir a nadie en mi casa así porque sí, a decir verdad.

Quizás fuese diferente si Noah tuviese necesidad de que yo le haga ese favor, pero la verdad es que no parece tener problemas de dinero.

—Espero que estés de broma.

Vamos, Levi, no me jodas. Claro que tiene que ser una broma, no has podido ser tan idiota en el pasado.

La sonrisa de mi compañera de piso se ensancha y cuando no parece aguantar más, suelta una carcajada para después negar varias veces con la cabeza en mi dirección. Sus ojos se achinan mientras pone una de sus manos en mi hombro y yo, mientras, sonrío incómodo y algo avergonzado porque realmente, por mucho que me haya extrañado esa bondad por mi parte, me lo he creído al menos por un instante.

Los recuerdos de Levi CookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora