Falta una semana para entrar a clases y no siento la emoción de empezar mi último año en la universidad. Adam me ha mandado videos, como prometió. Ela y yo hemos estado hablando, pero la diferencia de horario lo ha hecho difícil.
Está entrando mucho sol, así que me cubro más con las colchas. Planeo volver a dormir, pero la luz que entra por mi ventana no ayuda. Escucho la puerta del patio abrirse, indicándome que mi abuela viene a verme. Hay un pasillo que une el patio de la casa de mis abuelos y la mía, haciendo sencillo ir de una casa a la otra. Los pasos en la escalera aclaran mis sospechas de que viene a mi cuarto.
Cierro los ojos, fingiendo estar dormida. Las cobijas son quitadas de mi cuerpo, pero no me muevo.
Un segundo... yo conozco ese perfume.
- ¿Santiago?- pregunto, abriendo los ojos-. ¡Santiago!- me paro de la cama y lo abrazo.
Extrañaba a mi mejor amigo y a su horrible habilidad para elegir perfumes decentes.
-También te extrañé, mensa.
- ¿Qué haces aquí?
-Tuve que tomar medidas drásticas. Muy apenas contestabas mis mensajes, no atendías mis llamadas y no quieres salir de tu casa. Es deprimente.
-No me siento como la persona más feliz del mundo- me siento en mi cama.
-Jayden Jones es un idiota y no lo necesitas- se sienta a mi lada, pasando su brazo por mis hombros.
-No fue solo él y no fue lo que piensas que es- susurro.
Santiago se queda callado mientras le cuento todo. Es la primera vez que digo lo que pasó en voz alta y aunque ya hayan pasado semanas, eso no disminuye la presión en mi pecho, ni las lágrimas que no tardan en aparecer.
-Hijos de perra- suelta.
-No quiero hablar del tema- confieso-. ¿Podemos ver películas?- ofrezco-. ¿O alguna serie?
-No- dice-. Tú y yo vamos a salir a pasear.
-No tengo ganas- digo, acostándome de nuevo.
-De acuerdo, ¿sabes que no vamos a hacer el día de hoy?- me pregunta. Niego con la cabeza-. Esto- señala mi cama-. No vamos a hacer esto. No voy a dejarte aquí por más tiempo. Te di tu espacio para que lidiaras con la situación tú sola, pero ya no, Isabel. No vas a dejar que la tristeza te impida hacer cosas. No va a pasar eso hoy, ¿entendido? Así que párate, necesitas salir de la cama. Ocupamos ser productivos, necesitamos ir a comprar las cosas que vas a ocupar para el semestre. Amas ir a comprar marcadores, pintura y todo esa mierda que utilizas para decorar tus apuntes- dice, haciéndome reír-. Recuerda quien chingados eres, Isabel. Mi mejor amiga se permite estar triste un tiempo, pero no deja que esa tristeza le gane. Pasaste por cosas peores, Isa- limpia una lágrima que baja por mi mejilla-. Lo que ellos te hicieron no define quien eres tú, es un reflejo de quienes son ellos. De que prefieren fama y dinero en vez de a esta personita increíble que tengo enfrente. De esta niña que es capaz de todo por cumplir sus metas y que tiene un brillo y una energía tan grande que inspira a otras personas.
-Santiago...
-Aún no termino- pone una mano en mi boca-. Vas a dejar de cargar con toda la mierda que te hicieron, sé que es difícil, pero vas a hacerlo, porque no hay nadie más capaz en este mundo que tú. Así que, vamos a ir a comprar cosas, a pasear, por comida, por lo que necesites. Es más, prometo comprarte un libro, pero hoy termina esto. Hoy dejas de sentirme miserable y comienzas a sanar. Eres una fregona, Isabel. No lo olvides- me abraza-. Estás viviendo y respirando por una maldita razón, no pienso dejarte gastar más tiempo por culpa de un chico. Ah y tienes diez minutos para cambiarte.
ESTÁS LEYENDO
La chica de los libros (En edición)
RomanceIsabel Trejo ama leer y eso no es secreto, toda su familia y amigos lo saben. Su amor por la lectura es tanto que decidió crear un canal de YouTube para poder compartir las maravillosas historias que lee cada día. Al comenzar su canal en Booktube el...