Paris, ocho meses después.
La ciudad del amor me ha tratado maravilloso desde que llegué hace un mes. Una brisa fría besa gentilmente mi cara, anunciando que pronto iniciará el invierno. Cierro mi abrigo para evitar que otra brisa logre congelarme el alma. Debí de hacerle caso a mi madre y ponerme otro suéter.
La extraño.
Si hace un año, cuando me fui a Nueva York, la extrañaba y estábamos en el mismo continente, ahora que no lo estamos, su presencia me falta aún más. Las horas de diferencia entre un país y otro limitan la comunicación más de lo que me gustaría, pero eso no impide que hayamos coordinado nuestro horario para hablar aunque sea una hora en llamada y mensajear hasta que yo deba de dormir.
Este mes de clases ha sido maravilloso. La universidad de idiomas de París es todo lo que un amante de la lingüística puede pedir. Maestros expertos en varios idiomas y dialectos. Cursos de traducción en todas las áreas, al igual que cursos de interpretación. Áreas de investigación; bibliotecas llenas de libros tanto antiguos como nuevos. Las instalaciones me quitan el aliento siempre que las veo. El imaginar que llevan de pie más de quinientos años nunca falla en asombrarme. Viajar por sus pasillos para ir a mis clases es como caminar por un castillo.
Mi mamá aún no sabe, pero me metí a estudiar Latín. No le he dicho porque le prometí que no iba a estudiar otro idioma, ya que empecé a estudiar Ruso el último semestre de mi carrera, pero los cursos de Latín son gratis y suena tan hermoso que no pude resistirme y me inscribí. En este mes he aprendido los números, como presentarme y el vocabulario de la casa.
El último semestre fue el más relajado que tuve en los cinco años que fui estudiante de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Al solo llevar cinco clases mi horario quedo de maravilla; es por eso que pude empezar el Ruso mientras terminaba de estudiar Chino, también pude dar el doble de clases de idiomas, haciendo que ganara más dinero y pudiera ahorrarlo. Terminé mi carrera con un promedio de 97; esta vez no tuve que comprarme yo libros, mi familia me los compró.
Mi fiesta de graduación fue en una de las salas de Cintermex, un lugar dentro del parque fundidora que es centro de convenciones, exposiciones y negocios. No voy a decir que no me puse sentimental y que no lloré en la entrega de papelería. Estaba tan orgullosa de mí misma que no pude evitar llorar, pero no pude hacerlo como quería porque iba a arruinar el maquillaje, así que rápidamente sequé mis lagrimas.
Solo me senté para la cena, el resto de la noche me la pase bailando con mi pareja de baile: Thomas.
Bailamos hasta que mis pies dolieron por los tacones, y cuando me los quité, bailamos hasta que nuestras piernas temblaban. Mis amigas de la carrera y yo nos tomamos las miles de fotos que ahora adornan la pared de recuerdos que está en mi cuarto. Mi vestido morado fuerte que se pegaba a mi cuerpo y caía flojo de la rodilla para abajo terminó totalmente empapado de sudor, pero valió la pena.
Adam y Ella no pararon de felicitarme y de decirme lo orgullosos que estaban de mí por el grupo que creamos para estar los tres. Adam mando un arreglo floral más grande que yo a mi casa como regalo y unos zapatos de tacón con diamantes... diamantes, y Ella me compró el vestido que usé en la gran noche. Ni siquiera pude protestar porque los regalos simplemente llegaron a mi puerta el día siguiente que les dije el promedio que había sacado en mi carrera universitaria.
Adriana, Eimy y yo nos fuimos de vacaciones a Cancún una semana para festejar. Jamás voy a olvidar lo divertido que fue ver a Adriana caerse boca abajo en la arena por lo borracha que estaba.
Desde aquí puedo ver la majestuosa Torre Eiffel. Siempre tan imponente, tan intimidante. Fue al primer lugar al que fui cuando llegué, después de haberme instalado. Me senté en el pequeño "parque" que está a unos cuantos metros de distancia y me pase toda la tarde admirando la belleza de la torre. Audífonos puestos, comida al lado y libro en mano. Fue uno de los mejores días de mi vida.
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La chica de los libros (En edición)
RomanceIsabel Trejo ama leer y eso no es secreto, toda su familia y amigos lo saben. Su amor por la lectura es tanto que decidió crear un canal de YouTube para poder compartir las maravillosas historias que lee cada día. Al comenzar su canal en Booktube el...