07

2.2K 144 25
                                    

Dua estaba encima de mí, con sus labios moviéndose contra los míos mientras me arrancaba la respiración.

Su boca se movía con tanta habilidad que me dejaba con el corazón agitado. Y las ideas también.

—¿Lo vamos a hacer aquí?

Ella rió ligero contra mi boca.

—Cállate Ashley.

Sus manos repasaron mi cuerpo un par de veces antes de sentir como sus dedos me levantaban el vestido.

No puede ser.

Todo en mí estaba caliente, y no podía negar que me gustaba lo que estaba sintiendo con ella. Su lengua entró entre mis labios y sus dedos jugaron por encima de mis bragas. Sentía tanto la presión de sus caderas contra las mías.

Necesitaba decirle que parara, pero no podía, no quería detenerla.

Busqué moverme contra su cuerpo y Dua comenzó a detenerse para mirarme por debajo de ella.

—Dime qué deseas.

Mirarla desde esa posición era tan excitante. Tenía las mejillas sonrojadas y los labios más rojos.

Me mordí el labio inferior y sonreí. No podía creerlo.

—Quiero verte desnuda.

—¿Hablas en serio?

—Sí.

Ahora Dua sonrió de esa forma tan provocativa que sólo me dió tiempo para respirar y observar como se quitaba la chaqueta y se abría la blusa. No llevaba nada más debajo. Ya no me estaba dejando nada a la imaginación.

Maldita sea.

—¿Esto quieres?

Mis manos subieron a su pecho desnudo y logré tocar su piel bronceada y caliente. Su mirada estaba fija en mí.

—¿Te gusta?

—Demasiado...

—Podría hacer que te guste más.

—Imposible.

Sus ojos cafés me desafiaron y así supe que sólo la había provocado más.

Sus manos sujetaron las mías y las colocó en sus pechos para moverse y bajar a besarme de nuevo.

Mis caderas comenzaron a moverse contra ella y sentí su sonrisa por encima de mis labios antes de entrar a mis bragas y jugar con mi sexo.

Me moví por encima de ella y Dua me regresó hacia abajo, sentía el suelo frío mientras las hojas crujían por debajo de nosotras, pero nada nos detenía. La noche parecía interminable y lo estaba disfrutando tanto que no sentía más que nuestros cuerpos entrelazados.

De primero lo hizo lento, pero mi respiración, el ritmo de nuestros besos y nuestra agitación aumentaron más, y más, sin detenernos, tanto que entre gemidos le supliqué que continuara, que no parara de hacerme suya mientras me sentía frágil y sumisa por debajo de su cuerpo jadeante. Ya no estaba consciente de nada.

Mi orgasmo llegó entre sus dedos y ella me mordió el labio de esa forma tan salvaje que mis manos se presionaron a su cintura.

—Maldita perra.

—¿Qué?

No me dejó preguntarle más, sus labios bajaron a mi cuello y continuó besándome hasta sentir que necesitaba de nuevo sus dedos adentro de mí. La excitación temblaba en mi entrepierna.

No podía explicar lo que había pasado. Sólo miraba su cuerpo semidesnudo moviéndose encima de mi hasta saciarse.
Y lo hizo con un beso en mi pecho. Uno tierno, pero sexy y húmedo.

Después de eso, se sentó a mi lado y fue cerrándose la blusa mientras yo la miraba.

—Espera.

Ella me miró.

—¿Ya te vas?

—¿Quieres que me quede?—por primera vez la vi sorprendida.

—¿Por qué no?

—No lo sé...es raro.

—¿Por qué sería raro?

Dua sostuvo su chaqueta.

—No quiero que te enamores de mí, ¿de acuerdo?

Algo adentro de mi me hizo sentir que esperaba mucho. Por supuesto que no había imaginado eso. Ni siquiera lo había pensado. Así que sólo la miré.

Me puse de pie y le extendí la mano. Como muestra de que no iba a tener rencores.

Es evidente que no puedo detener a una chica como ella, ¿o sí?

—Sólo fue sexo, estoy de acuerdo.

Dua no tomo mi mano.

—¿Hablas en serio?

Hice como si lo pensara por un momento. Por supuesto que no.

—No, pero puedo fingir.

—No quiero que finjas.

—Y yo no quiero que seas tan idiota.

—No, no, no señorita—rápidamente se levantó—tú eres más idiota que yo.

—Genial, ya vamos a comenzar a pelear—le dije.

—Tú lo iniciaste.

—Y tú me das razones.

—No quiero que te enamores de mí.

—Puedo ser tanto como tú y hacer lo que quiera. Y si me quiero enamorar de ti será mi problema.

—Pues conmigo estás tan equivocada Ashley.

—Tú no vas a decidir si me enamoro o no de ti.

—Pues tú tampoco, créeme que es por tu bien.

—Estás loca. E idiota. Muy idiota—le respondí enojada.

—Bésame, vamos, hazlo, bésame.

Crucé mis brazos sobre mi pecho.

—Lo haré cuando quiera.

—Lo quieres ahora mismo.

—Te odio—y ella se acercó a besarme.

Y ahí supe que pasaba. Dua estaba más enamorada de mí de lo que esperaba.

try me › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora