Estaba regresando a casa, ya era el último día de la escuela y por fin iba a tener un descanso, aunque eso implicaba que tendría más tiempo para pensar en lo que estaba sucediendo. Ya había pasado un mes desde que Dua y yo hablamos, del resto sólo la vi de lejos, y algunos días más ni siquiera apareció en la escuela.
Llevaba los audífonos puesto, sin escuchar que una camioneta se aproximaba y sólo me di cuenta de ello cuando bajó la velocidad y avanzó tan lento como iban mis pasos. El vidrio polarizado bajó y de ahí asomó la rubia de ojos azules que me había amenazado.
–Hola, cariño...
La miré y continué avanzando sin darle importancia, ignorándola. De reojo miré cómo el vehículo siguió conmigo. Tal vez si me adentro en el camino la pierda.
–No estoy aquí porque sea mi lugar favorito, me envió Dua...
Escuchar su nombre me hizo sentir extraña, como si el estómago se revolviera.
–Me dijo que te entregara esto...
Tenía curiosidad, pero no quería mirar.
–Tómalo...
Vi como extendiera su mano por la ventana, hacia mí. Y en ese momento me detuve, la camioneta frenó y me retiré un auricular.
–¿Por qué escuchas eso?
La canción de Royal Blood sonaba fuera de la pequeña bocina, la misma que había escuchado del auto de Dua.
Evité responderle, sólo miré el sobre blanco que extendía hacia mí.
–Puedes decirle a Dua que se vaya a la mierda.
La rubia sonrió.
–¿Algo más?–me preguntó.
–Tú debes saber algo...
–Eso no me corresponde a mí decírtelo.
Mi mirada se clavó en la suya y ella insistió en que agarrara el sobre. No quería hacerlo.
–Y ni pienses en romperlo, querida–me dijo, como si leyera mi mente.
Miré el papel en blanco, llevaba el perfume de Dua, ese olor dulce con un toque de madera y vainilla que lo hacía tan único. Pesaba un poco, y al pasar mis dedos por encima de mi nombre pude sentir que había algo sólido dentro.
–Estoy aquí como amiga de Dua, no como tu enemiga, cariño, así que, tienes que leer esa carta porque debe ser demasiado importante como para que ella me haya enviado aquí para ti.
–¿Cómo está ella?
–En la mierda, pero bien.
Fruncí las cejas por su tono irónico de decirlo y ella rió al ver mi expresión.
–Consíguete a alguien para distraerte un poco, te ves muy mal.
–Gracias.
Le agradecí por la carta, no por su horrible consejo, pero ella lo vio con humor.
–Estoy disponible si necesitas estar con alguien, sin tener nada serio, por supuesto.
De inmediato la miré, pero me quedé en silencio. Ella aprovechó para arrebatarme el teléfono y antes de recuperarlo, me dijo que esperara.
–Listo, ese es mi número por si necesitas algo.
Miré la pantalla. Miley.
–Debes estar bromeando.
–Realmente no, después de todo por algo Dua te eligió y quisiera saber por qué.
Sin decir nada más, la camioneta comenzó a estar en marcha y yo me quedé ahí, con la música reproduciéndose una vez más mientras sostenía el sobre blanco.
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try me › dua lipa
FanficPruébame, hazlo...pero si yo gano, haré lo que yo quiera contigo.