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La mujer rubia abrió la puerta de la camioneta negra que se encontraba en el estacionamiento, y antes de subir con ella dudé en hacerlo, pero quería tener más respuestas y estúpidamente entré.

Miré que se sentara y yo hice lo mismo, hasta que escuché que los seguros cayeran y ella encendiera un cigarrillo. 

–Me voy—avisé de inmediato.

–No puedes, cariño–me respondió con tranquilidad.

La miré. No la conocía, no sabía nada de ella. 

¿En qué estaba pensando cuando la seguí?

–No tengo nada qué hacer aquí.

–Oh linda, por supuesto que si lo tienes.

El humo del tabaco golpeó mi cara.

–¿Quién eres?

–Tu ángel de la tentación.

–No me refiero a eso—su atención se quedó fija en mí, como si me estuviera comiendo a besos o encontrara algo brillante en mi rostro—además, que se supone que significa "angel de la tentación".

—Sé que ya lo hiciste con Dua.

La miré sorprendida.

—¿Cómo lo sabes?

—Digamos que las vi en el bosque esa noche.

—Imposible.

—No eres tan silenciosa como deberías, cariño.

Maldición.

—Ya debo irme, en serio, no sé por qué vine.

—Yo te traje...Dua me mandó.

—¿Dua?

La rubia asintió en silencio y se acomodó en el asiento de cuero negro del automóvil.

—Es incómodo estar aquí, ¿cierto?

—Si.

—Creo que deberíamos tener un paseo.

Negué.

—No, no es lo que quiero...

Cuando me moví para levantarme, ella fue más rapida y detuvo mi movimiento cambiando de lugar, más cerca de mí.

—Dua me envió para que te entretenga un momento... mientras todo pasa—ella señaló a sus espaldas, donde la fiesta turbia seguía.

—Si es para darme una lección, ya entendí.

La rubia rió ligeramente.

—Cariño, relájate y disfruta mi compañía, por algo Dua te dejó conmigo y no con otro

Intenté encontrar razón a aquello que me había dicho.

Crucé mis brazos sobre el pecho y me senté hasta el fondo del asiento. Ella me observó. Ahora parecía impaciente.

—¿Qué quieres de Dua?

Sus palabras me impresionaron.

—Estoy enamorada de ella.

—Yo también.

—¿Qué?

Dua es hermosa, inteligente, seductora, perfecta y era evidente que cualquiera podría estar enamorado o enamorada de ella, pero de aquella rubia me impresionó.

—Lo que escuchaste...y aunque no siento amenaza por ti, necesito saber cuáles son tus intenciones con ella.

—No quiero hacerle daño.

—Todos dicen lo mismo pero terminan haciendo lo contrario, y hasta peor.

Su mirada azul se clavó en mí.

—Vine aquí porque quiero conocer un poco más sobre ella, no es como los demás.

—No lo es...

Entrecerré los ojos.

—No creo que pertenezcas a este mundo.

—¿Ya te sientes amenazada?

Inmediatamente se levantó y se colocó encima de mí, no sé como se había movido con tanta rapidez y fuerza, pero su mano ya estaba sosteniendo mi barbilla mientras sus labios casi tocaban los míos, su respiración era cálida y el hambre en su mirada parecía más real.

—Dua ahora le está quitando la virginidad a una chica y tú estás peleando aquí conmigo por algo que no tiene sentido...—me pareció verla sonreir—si buscas algo más este es el momento para decirmelo.

—Me lastimas.

—Puedo hacerlo peor.

Su mano se presionó más en mi piel y sentí como enterrara una de sus largas uñas en mi barbilla.

—No hagas esto más difícil, no vuelvas más.

Presioné los labios.

Ella fue liberando la fuerza con la que me sostenía, sin bajar de mi cuerpo.

—No soy la única que mancharía sus manos por Dua. De mí es de quien menos debes temer.

Y después de eso, se bajó de mi cuerpo para acomodarse el vestido y pedir que me saquen de su camioneta.

Dua estaba acercándose a mí, mirando sobre mi hombro con ira. Parecía llevar el mismo infierno en la mirada.

¿Qué acaba de hacer?

try me › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora