28

857 67 13
                                        

Me sentía en una pesadilla, mi cuerpo pesaba y no respondía, quería despertar pero era más que imposible.

No puede ser, estoy muerta. Pensé.

Pero...¿tendría consciencia si estoy muerta? ¿cómo morí? ¿qué diablos pasó? ¿dónde estoy?

Y de pronto sentí que me cubrieran la boca, como si alguien me intentara callar.

—No puede ser, ni "muerta" deja de quejarse

—Tal vez está muriendo de verdad—habló un hombre, y yo quise despertar, pero no pude.

—Ya casi.

Hubo un silencio y después de pocos segundos, sentí que me levantaran. Alguien me estaba llevando entre sus brazos.

Después de aquél momento, sentí que me desvanecía lentamente hasta ya no sentir nada.

O eso creí.

Un grito desgarrador retumbó en mis oídos y desperté.

No pude levantarme, alguien me empujó de regreso al frío suelo. Dua me estaba mirando, aterrorizada. Al lado de ella, estaba la rubia, mirando hacia mi abdomen donde sentí unas manos fuertes que me sostenían. Miré hacia abajo.

Las manos de Dua estaban cubiertas de sangre. Mi sangre.

Estaba desangrándome. Tenía una herida en el abdomen. Una gran y profunda herida.

Maldición.

Me desmayé.

Todo estaba en blanco. No sabía que había pasado, de nuevo. Parecía un sueño, o más una pesadilla. Hasta que fui recuperando la sensibilidad y el dolor comenzó a arder en mi cuerpo.

Me moví, y el dolor fue más intenso. Abrí los ojos lentamente. La luz de la habitación me lastimaba.

En el mueble de mi lado se encontraba Dua, recargada en la pared, dormida, con los brazos cruzados. Llevaba la camisa blanca cubierta con sangre.

Se veía tan malditamente atractiva, fuerte, sexy. Sonreí un poco, y eso me costó casi el alma. Me dolía horrible de la cabeza hasta la punta de mis pies.

Cerré los ojos.

—¿Qué pasó?—logré preguntar con voz débil y al abrir los ojos de nuevo miré a Dua cómo se removía para asegurarse de mí.

Su mirada pareció brillar. Al instante se acercó a mí y me tocó la mano para sostenerla con la suya, pero el dolor me alcanzó.

—Lo siento...no puede ser, espera un momento—su mirada se desvió hacia su teléfono y luego revisó algo en mi respiración.

Sus ojos cafés se enfocaron de nuevo en mí.

—Perdóname por....

Y la rubia entró en la habitación. Con su hermano y un hombre con barba oscura que no conocía.

—La muerta resucitó—anunció con una sonrisa.

—No es divertido—respondió Dua.

—No, bueno...sí lo fue, y mucho.

Dua le dio una mirada amenazante.

—Hubieras visto cómo te clavó el cuchillo y...

—Cállate—ordenó Dua.

—Lo haré, pero no porque me lo pidas, sino porque quiero que tú le cuentes cómo la mataste y cómo se nos iba al otro mundo en medio del sacrificio.

Miré a Dua.

Y Alejandro habló.

—¿Cómo estás?

Intenté acomodarme pero el dolor aumentó.

—No te muevas mucho, cariño—me dijo Dua mientras me acomodaba la almohada—¿así estás mejor?

Asentí.

Miley hizo ruido con las llaves que llevaba en la mano y la miré.

—Lo siento pero mucha atención en tí me frustra....debemos hablar de cosas importantes mientras te recuperas....—señaló al señor de barba—él es Mark, un amigo de la familia, y está aquí para "asegurarse" que has sido asesinada sangrienta y cruelmente a manos de tu amada...

La miré aterrada y sin saber exactamente a lo que se refería. El hombre con barba se acercó hasta la cama donde me encontraba, mientras sentía el agarre de Dua entre mi mano derecha.

—Espere...—le logré decir.

Todos me observaron.

—Sólo me encargaré de dar un dictámen médico falso, no tiene que preocuparse por nada—me dijo el hombre.

—¿No me dolerá?

—En lo absoluto. Sólo tendrá que ayudarme con unos datos para entregarles su acta de defunción.

Miré a Dua y ella asintió.

—Ha hecho esto antes, ¿verdad?

—Llevo en mi historial a miles.

Sonreí sin confiar en aquél hombre.

try me › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora