try me › dua lipa

04

Cuando nos detuvimos en la entrada de la casa, comencé a pensar en que ahora ella tenía ventaja y ya sabía dónde vivía y donde seguramente podría encontrarme.

-Gracias por traerme.

-Cuando desees.

-Hasta el lunes-dije sin pensarlo y luego cerré los ojos-bueno, no es que te espere el lunes, porque no somos amigas pero...

Su pequeña risa me detuvo.

-Entiendo.

Abrí la puerta del auto y la miré para agradecerle, pero ella rápidamente sostuvo mi mano para detenerme.

-No te quejaste en todo el camino y eso fue bueno...creo que podemos pasarla bien de nuevo.

-No iré a la fiesta.

-¿Por qué?

-No soy de fiestas.

-Tampoco soy de insistir, pero quisiera que me acompañes-sus ojos cafés tocaron mi mirada y pareció tener una forma más atractiva de pedirmelo.

-¿Cómo amigas?

-Como desees.

-Lo pensaré.

-Perfecto-ella sonrió-me avisas antes de las 4 de la tarde, ¿de acuerdo?

Asentí.

-Tu teléfono—me pidió—...para escribirte el mío y sepas cómo encontrarme—dudé por unos segundos y se lo entregué. Ella tecleó su número y lo guardó para después entregarme el móvil.

-Bien, yo te aviso-le dije mientras salía del auto y cerraba la puerta.

Dua se fue y yo entré a casa con miles de dudas más. Me podía esperar de todo con ella.

Antes de las cuatro de la tarde, busqué en mi teléfono su número, se había agendado como "Mi chica" seguido de tres emojis de fuego, debí imaginarlo, le cambié su nombre para luego enviarle un mensaje.

"Pasa por mí a las 8".

Lo pensé de nuevo. Es una locura.

Después de quedarme mirando a la pantalla, le llamé a mi mejor amiga, que gritó al escuchar lo que había pasado.

—¡Tienes que dejarte llevar!

—Estás loca.

—¡¿Y cómo no estarlo?! Dua Lipa y tú...

—No, no, no...no es lo que crees.

—¿Por qué no lo aceptas? Ashley, tú le gustas a ella y ella te gusta a ti.

—Imaginas mucho.

—Mi intuición no falla.

Después de ello, pasé toda la tarde buscando un vestido o alguna ropa que me quedara ideal para la fiesta. Ni siquiera sabía por qué me importaba verme bien esta noche.

Antes de las ocho, el auto de Dua se detuvo en la entrada de la casa y mi madre me miró extrañada por mi salida.