epílogo

1.2K 61 17
                                        

Abrí los ojos sintiéndome atada en ambas muñecas. Por más que moví mis manos no pude desatarme. El cuarto estaba oscuro y frío, y encima de mí había una luz que me dejaba ver a mi misma.

Mi respiración se agitó al desesperarme. No sabía en dónde estaba.

Permanecí inmóvil por varios minutos, hasta que escuché como retumbó un sonido fuerte en el lugar. La puerta del final se abrió y de ahí filtró una luz que me dejó ver en donde me encontraba.
Era un salón principal, con varios metros de alto y candelabros antiguos.

—Bienvenidos a nuestra iniciación—escuché la voz femenina en la entrada, señalando el lugar y en dirección a mí. Tenían túnicas negras y pasos discretos y elegantes, como si se tratara de un ritual.

Cerré los ojos, como si aquello pudiera desaparecer a todos los que escucha a entrar. Sus pasos retumbaban en el suelo del lugar.

Me habían encontrado.

Abrí los ojos de nuevo para buscar algún lugar por dónde escapar, pero nada parecía posible. No reconocía a nadie, todos llevaban esa túnica negra.

Dua no podía ayudarme. No sé nada de ella desde hace más de medio año.

Los cantos iniciaron, y en el centro del lugar, justo frente a mí, una mujer se detuvo a hablarme en un idioma que no conocía en absoluto.

Dos hombres me bajaron del lugar donde me tenían detenida y me comenzaron a llevar con ellos por aquél pasillo que fueron abriendo entre ellos. Mis pasos fueron lentos y mi mirada desorientada al ver lo irreal que estaba por suceder.

Me condujeron al exterior del lugar. La luz de la luna enfocaba todo el gran jardín y en medio estaba la fogata que parecía bailar con la noche.

Mi corazón latía cada vez más fuerte, y al final del camino, me detuvieron. La mujer de mi lado anunció mi nombre, y recitó un fragmento de lo que parecía un libro oscuro.

Esta noche, morirás entre el fuego y las cenizas, y nos bañaremos con tu sangre, renacerás en otro cuerpo, con otros ojos, para servirnos....¡tú eres la nueva elegida!....

Tragué saliva al ver la daga plateada, brillante y afilada.

Tomaron la palma de mis manos y sin esperar alguna reacción mía, hicieron un corte limpio y sin dolor hasta que de mi piel comenzó a brotar la sangre roja vibrante.

Este es mi final.

try me › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora