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Ha pasado más de una semana sin tener señal alguna de Dua. Ni en la escuela la había visto. Era como si se hubiera esfumado.

—Hoy traje un licuado asqueroso que mi madre me compró en el camino, supuestamente te "purifica" el interior...tal vez pueda ayudarte—comentó mi amiga mientras me mostraba el líquido verde.

Nos encontrábamos en la entrada de la escuela, a pocos minutos de escuchar el timbre y entrar a clases.

—No se ve nada agradable.

—Lo sé....

—No te tomes eso o no seré responsable de nada.

En ese momento, como si fuera una ridícula escena de película, vimos el auto deportivo negro estacionarse en los lugares exclusivos de los profesores. Tenía el volumen de una canción de rock lo suficientemente alto como para que los que estuvieran afuera lo escucharan perfectamente.

—Tiene estilo—dijo mi amiga y yo la miré.

La música se apagó y de inmediato regresó mi atención a la impresionante chica que bajaba del automóvil. Era Dua.

Tenía el cabello rubio, las gafas oscuras, la chaqueta negra de cuero y el uniforme de la escuela que se veía tan bien en ella.

—Wow—dijo mi amiga.

—Shhh

Por supuesto, tenía que hacer una entrada como esas. Con paso firme, mirada al frente y estilo que robaba más que miradas.

Hasta que noté algo.

Había una chica detrás de ella, con el cabello oscuro y los ojos delineados de una forma en la que el azul de su mirada se remarcaba. Su piel blanca contrastaba con el abrigo negro que llevaba puesto. Se veía tan...oscura, y demasiado atractiva para ser real.

Dua le sostuvo la mano y entraron juntas al primer pasillo principal.

Mi amiga y yo desde lejos estábamos observando todo. Y sinceramente no éramos las únicas. Sus amigos, y muchos otros más de la escuela también estaban atentos en ellas.

Al sonar el timbre, entramos a nuestras clases y no fue hasta la cafetería cuando mi amiga y yo volvimos a ver a Dua con esa misteriosa chica.

—Mi teoría es que, se metió a una secta satánica...o algo parecido—comentó Betty.

Dos chicos más se unieron a Dua y la otra chica. Ambos con el cabello castaño, uno un poco más rubio que el otro. No parecian de nuestra edad.

—Tal vez son vampiros.

Siguió mi amiga y yo negué.

—Mejor no hablemos de ella.

Betty me miró y le dió una mordida a su croissant.

—Si te hizo algo malo, puedes decírmelo, no soy una desconocida y sabes que haría lo que fuera para que se te quite esa cara de muerta viviente que llevas desde la semana pasada.

Suspiré y comencé a intentar comer con mi amiga.

—Vi a mi padre, no es algo que pueda olvidar.

—Nunca me dijiste esos detalles...ir a una fiesta sin mi es un completo error.

En ese momento, miré hacia la mesa donde estaba Dua, e inesperadamente mi mirada se encontró con sus ojos, fijos en mi dirección.

Sostuve aquella mirada por unos segundos más antes de que otro chico se atravesara entre ella y yo.

—Le iré a preguntar...—le dije a mi amiga antes de comenzar a levantarme del asiento, pero Betty me detuvo.

—¿Qué haces?

—Iré a enfrentarla, no sé que demonios pasó y ni siquiera me ha dirigido la palabra.

—Me dijiste que ella te dijo que te buscaba, si no lo hizo es por algo.

Presioné los labios, para no maldecir más de lo que ya estaba en mi mente.

—¿Y si no me vuelve a hablar?

—Después lo resolvemos, pero...¿acaso no ves que ni siquiera a sus amigos populares les habló?

Miré hacia los chicos que ella mencionó, y era cierto, estaban todos reunidos sin Dua, su líder.

Dua, ¿qué pasa?

Las clases terminaron, y me apresuré para ir a la salida y ver a Dua, aunque fuera a distancia. No estaba por ningún lado.

—Boo—mi amiga llegó por detrás, asustándome y haciendo que mi corazón se acelerara más de lo que ya estaba.

—No hagas eso, Betty, esto es de vida o muerte.

—¿Te vas a convertir en una acosadora impulsiva?

—¿Qué?

—Ya sabes, perseguir a Dua como su sombra...

—Por supuesto que no.

—¿Entonces, qué haces?

—Observo cosas.

—Claro—Betty sonrió y yo negué para mirar de nuevo hacia la salida.

Dua ahora llevaba el uniforme de las porristas, con una falda más corta y el crop top que dejaba su abdomen marcado al descubierto. La chica de cabello negro ahora estaba cargando en el brazo la chaqueta de Dua mientras le encendía un cigarrillo, a pesar de estar en un lugar prohibido.

—¿Qué demonios... Ves lo mismo que yo?—dijo mi amiga mientras miraba hacia Dua.

—¿De qué hablas?

—Mira...—ella señaló de nuevo a Lipa, con el dedo—su espalda.

La parte descubierta de la espalda de Dua estaba marcada de una forma similar a un tatuaje. Podía ver el color rojo vivo formar trazos perfectos en su piel.

—Si que es sexy.

—No es un tatuaje—dije para mi misma, pero mi amiga lo escuchó.

—¿Qué?

—Nada.

No parecía un tatuaje, parecía una cicatriz.

¿Qué está pasando?

try me › dua lipaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora