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Sana y Nayeon llegaron al mismo tiempo a su salón. Ambas chicas se miraron directamente a los ojos sin saludarse. La primera en entrar fue Sana quien se sentó en el puesto número 35, mientras que a Nayeon no le quedó de otra, que sentarse al lado de la chica de cabello rosado. No era primera vez que tenían que compartir en una clase, después de todo, habían estado juntas en esta carrera hace ya cuatro años atrás.
-¿Otra vez trasnochando Minatozaki? – susurró Nayeon – te recomiendo no trabajar durante la semana y si lo haces, tratar de que no sea hasta el amanecer.
-Agradezco tu preocupación, pero no creo que entiendas lo que es vivir con necesidades, ya que siempre lo tuviste todo.
-Las dos sabemos que eso no es así Sana.
-Te agradecería que no me hables, no es necesario que lo hagas. Sueles ignorarme hace dos años aproximadamente, así que deja de tratar de entablar una conversación conmigo, no somos amigas.
-Lo sé.
-Que bueno que lo tengas claro, nunca está de más recordar quien terminó con nuestra amistad – Nayeon se quedó en silencio.
-Supongo que tienes razón después de todo – Sana miró el perfil de su examiga para tratar de entenderla, pero no podía. La chica de cabello rosado se había dado cuenta de que Nayeon había perdido su brillo hace algún tiempo atrás. Quiso preguntar muchas veces porqué, pero sabía que no tenía ese derecho, no después de que la misma Nayeon fuera quien decidiera terminar con la relación de amistad que tenían, después de enterarse del secreto de Sana.
-Nayeon…
-Dime.
-Si algún día necesitas hablar…
-¡Buenos días!
La voz de la profesora entrando por la puerta principal del salón interrumpió su conversación y Sana quería romper todo. Era primera vez que realmente daría el paso para tratar nuevamente de recuperar a Nayeon en su vida, pero siempre pasaba algo que lo estropeaba. Estaba segura de que el destino no quería que ella y Nayeon volvieran a relacionarse.
-No puedo creer que enserio sea mi profesora.
-¿La conoces?
-Nos encontramos hoy día, por eso llegué tarde.
-¿Te la follaste? – Nayeon sólo giró su cabeza para mirar incrédulamente a Sana – lo siento, tenía que preguntar.
-Ni siquiera está a mi nivel.
-¿Por qué dices eso?
-Mírala – Sana miró a su profesora y sintió como su pecho se apretaba – siento que ni siquiera es de este planeta. Tiene lunares en el rostro colocados de manera detallada, parece que estuviese frente a una constelación.
-Woow.
-Ella es rara, no parece que estuviese viva.
Mina levantó la cabeza de su escritorio para observar su clase. Era una clase grande, contó 55 estudiantes, estaban todos.
-Buenos días, yo seré su profesora de patología – todo el mundo comenzó a aplaudir – no son necesarios los aplausos, no soy una artista, soy doctora, hago mi trabajo, nada más.
-Es rara.
-Sí.
-Parece que estuviese muriendo en vida.
La clase comenzó y Nayeon y Sana estuvieron una hora y cuarenta minutos sentadas tomando apunte y escribiendo lo más relevante que la profesora explicaba y contaba. Realmente era una persona sería, no se reía para nada con algunas bromas que el resto de la clase hacía, la pelinegra se sintió constantemente incomoda y presionada.
Era el primer día y Mina ya les había pedido un portafolio con 10 patologías descritas a la perfección para el viernes. Ninguno de los estudiantes podía creerlo, era el primer día, pero ya estaban completamente saturados. La bestia les enviaría dos casos clínicos que tiene que resolver para el jueves.
-Está demente – susurró Sana.
-Sí, es mucho.
-Tendré que estar todo el día encerrada en la casa sin poder hacer nada más.
-No es cómo si lo que tuvieras que hacer fuese tan importante.
-Las dos sabemos que es importante, es mi trabajo después de todo.
-Puedes encontrar otro trabajo Sana.
-No empecemos, creí que habíamos quedado en que no dirías nada.
-Solo quiero ayudar.
-Nayeon… - Sana y la pelinegra se quedaron mirando – me tengo que ir, nos vemos.
Mina miraba desde su escritorio como Nayeon conversaba con Sana, no parecía que se llevasen del todo bien. Pensó en ocupar su poder para poder escuchar cualquier conversación a distancia, pero no quería que todo fuera tan fácil en este viaje, después de todo, también tenía una misión individual que cumplir.
-Antes que se vayan – Mina habló fuerte – el portafolio es de a 2 personas, esas personas tienen que ser su compañera de banco, así que espero que el viernes, este mueble este repleto de carpetas y claro, que sea un trabajo decente de una alumna de cuarto año de Medicina. ¿Quedó claro? – todos respondieron si al unísono.
Sana le dio una última mirada a Nayeon y salió de ese lugar sin darle ninguna explicación. La pelinegra no entendió muy bien que significaba esa mirada - ¿Me vio cara de adivina? – habló en voz alta.
-Señorita Im ¿verdad? – Nayeon volteó hacia Mina.
-Si.
-Creo que el destino ha querido que nos encontremos muchas veces durante el día.
-Lamento lo de hace un rato atrás, no tenía idea que era profesora, se ve muy joven para serlo.
-Gracias por el cumplido.
-¿Cuántos años tiene? – Mina elevó su ceja derecha – Yo… no… quise… lo siento.
-¿Por qué te pones nerviosa?
-Fue incorrecto, lo siento.
-Tengo 34 – Nayeon no dijo nada – ¿Cómo te llevas con Sana?
-¿Por qué pregunta?
-Las vi hablar durante la clase, la verdad su relación es rara ¿verdad?
-No tenemos relación – Mina se sorprendió – y ahora, si me disculpa – Nayeon tomó su bolso – me tengo que ir, tengo otra clase.
-Claro, nos vemos el jueves y el viernes.
-Nos vemos señorita Mina.
Mina se quedó de pie observando a Nayeon salir del salón. Sabía que le había mentido, pudo leer su mente durante algunos segundos, pero lo costó más de la cuenta, lo cual le pareció raro.
-Esa chica es rara.
Nayeon se dirigió a la parte frontal de su facultad para encontrarse con Jennie y Tzuyu. Cuando llegó se dio cuenta que había sido la primera en llegar, ahora que lo pensaba, su clase no había durado tanto, no había sido una hora cuarenta minutos, Mina la había terminado antes.
-¿Será una profesora relajada? – la pelinegra abrió su bolso y sacó una leche de chocolate, cerró su bolso, levantó la cabeza y sus ojos se desviaron automáticamente a Sana. La chica de cabello rosado estaba de pie hablando por teléfono mientras caminaba de un lado a otro. Nayeon creía que era una llamada normal, podría ser alguna mala noticia, pero después de que Sana cortara una segunda llamada para realizar una tercera, se dio cuenta que su examiga estaba cancelando sus citas del día o quizás, las de las semanas. No quería creer que Sana fuera ese tipo de chica.
-¿Estás bien? – La voz de Jennie la desconcentró - ¿Qué miras?
-Nada – Nayeon volteó y le sonrió a Jennie - ¿Cómo te fue?, ¿Por qué estás tan sudada?
-No me vas a creer, pero nuestra profesora es una demente. Ahora entiendo porque es una de las mejores bailarinas del mundo, ni siquiera entiendo por qué nos está haciendo clases cuando podría estar recorriendo el mundo y fallándose a cuanta mujer y hombre se le cruzase por delante, porque créeme, le gustan las chicas.
-Supongo que fue un primer día duro.
-Me preguntó si la generación pasada pasó por lo mismo.
-¿Baila bien?
-¿Si baila? Esa mujer flota en el escenario, que envidia. Si la vieras, tiene 34 años y se mantiene increíble.
-Es más que increíble.
-Si no te conociera, pensaría que tienes un tipo de flechazo con tu profesora.
-¿Qué? No la conoces Nayeon, ni siquiera aguantaría un día. Es hermosa, créeme, pero nada más.
-Estás exagerando.
-Al menos alguien puede hablar de como estuvieron sus clases – Tzuyu había llegado algo ofuscada - ¿Pueden creer que no llegó?
-¿Quién? – preguntó Jennie.
-Su profesora idiota – respondió Nayeon - ¿Supieron porque no asistió?
-Nos dijeron que tuvo una emergencia en la mañana y tenía que ir al médico.
-¡Oh! – respondieron Jennie y Nayeon al mismo tiempo – y como si fuera poco, Chaeyoung no se fue de Seúl, está en mi clases.
-No puede ser – Jennie se sentó al lado de Tzuyu y tomó su mano derecha – lo siento mucho.
-No entiendo porque no se fue – Nayeon odiaba ver a su mejor amiga tan triste – no le bastó con terminarme días antes de Navidad y no volver a contestar mis llamadas durante un mes.
-¿La llamaste durante un mes? – preguntó sorprendida la pelinegra.
-Sí, la llamé durante un mes todas las noches, sólo dejaba sonar el celular una vez, créeme. No podía creer que no me diera una razón de porqué teníamos que terminar. Simplemente lo hizo sabes, simplemente… ella… me rompió el corazón.
-Pensé que estabas mejor – Nayeon se sentó al lado contrario de Jennie dejando a Tzuyu al medio para abrazarla entre las dos – supongo que volver a verla…
-Nunca se enamoren chicas, nunca. Al menos yo, no quiero volver a enamorarme.
-Ahora tenemos una razón más para no estar cerca de esas chicas – habló Jennie.
-¿Qué dices? – preguntó Nayeon.
-Ustedes están enojadas con Sana y Chaeyoung, yo no tendría porque tener que seguir involucrándome con ellas.
-Es una tontería, si te cae bien Sana o Chae puedes seguir hablando con ellas, es una estupidez que sugieras ese tipo de cosas – respondió la pelinegra.
-Mientras no sea cerca de mí todo bien – Tzuyu tomó su bolso – necesito comer, no he desayunado.
-¡Miren!, ¡Miren! – Jennie tomó un brazo de cada una de sus amigas – es Momo, mi profesora de Baile – Nayeon giró para encontrarse con la mujer que estaba junto a Sana afuera del salón cuando llegaron esta mañana, no tenía idea que también era profesora - ¡Oh! Creo que va donde Sana – la piel de Nayeon se erizó de pies a cabeza.
-¿Qué se supone que estás haciendo? – Momo se acercó a la mesa donde se encontraba Sana.
-¿Qué ocurre?, ¿Hice algo malo? – Momo sintió como una corriente la recorrió de pies a cabeza, erizando cada bello de su cuerpo.
-Estás siendo imprudente.
-¿Por qué?
-No fue difícil enterarme de que trabajas Sana – la chica de cabello rosado tragó saliva y su cuerpo se entumeció – hay gente que sabe a lo que trabajas en esta universidad, tienes siquiera cuidado en no perder tu lugar en esta universidad.
-¿Disculpa? Creo que no… que eso no te incumbe.
-Soy profesora de esta universidad, esto es algo que tendría que reportar al rector del establecimiento.
-¿Qué?, ¿Por qué? Ni siquiera es la gran cosa.
-Es un trabajo penado por la ley Sana.
-No puedo creerlo.
-Lo siento mucho – ambas chicas se miraron directamente a los ojos – no quiero tener que hacerlo, así que, cómo no lo haré. Al menos trata de ser cuidado acá adentro. Por favor.
-No estoy entendiendo.
-Estás en la universidad Sana, siempre hay alguien que puede ocupar un secreto así para beneficiarse – la japonesa jamás lo había pensado de esa forma – no sé si algunos de tus clientes están bajo las paredes de esta universidad, pero lo que si sé, es que saben que eres prostituta – Momo hizo una pausa – así que te cuidaré, así que por favor – Momo se acercó algunos centímetros a Sana, acción que hizo que la estudiante de medicina sintiera un leve malestar en la boca del estómago y un leve adormecimiento en sus rodillas – trata de cumplir las reglas adentro, sólo eso te pido.
-¿Por qué lo haces? Yo no te lo he pedido.
-¿Por qué me hablas como si me conocieras?
-¿Por qué se mete en mis asuntos cuando no nos conocemos? Sólo nos hemos visto una vez en nuestra vida, y fue hace casi 2 horas.
-Coincidencia supongo.
-Lo quiero creer.
-Es muy notorio que estás cancelando tus citas por el trabajo que les dio Mina, ya hay personas que lo notaron.
-¿Cómo puedes saber eso?
-Porque puedo.
-Gracias supongo.
-Disculpa el mal rato Sana.
-¿Por qué me hablas de manera informal?
-Creo que nos queda bien.
-Me tengo que ir.
-Claro, que le vaya bien señorita Minatozaki – después de escuchar su apellido salir de los labios de Momo volvió a sentir la sensación en su estómago y no pudo evitar sentirse incómoda.
-Hasta luego.
Momo se quedo de pie mirando a Sana caminar mientras se iba alejando de ella, una parte de ella agradecía que la japonesa se fuera, no se sentía cómoda cuando tenía que hablar o estar al lado de la chica, pero no podía evitarlo, lo sintió desde la primera vez que la vio en el pasillo de la universidad. Momo entendió, que no podía sentirse conectada a este nivel con alguien que acababa de conocer si fuera importante para su misión, Dios les había entregado a dos humanos y Sana era la suya. Lo iba aprovechar, no la iba a matar, aún. Esta chica estaba tan mal emocionalmente, que Momo fue capaz de inferir su forma de morir, y era el suicidio. Sana se iba a quitar la vida, así que Momo le facilitaría las cosas. Dentro de sus reglas estaba la clausula de poder asesinar sólo a las personas que quisieran suicidarse, también sabía que este tipo de seres humano podían vibrar más fuerte que el resto de las personas en la tierra y por eso, se les era más fácil conectarse con las bestias.
-No pensé que sería tan fácil – Momo sonrió irónicamente – al menos es bonita, no me puedo mentir.
-¿Quién es bonita? – Mina había llegado al lado de Momo - ¿Ya te enamoraste?
-No empieces Mina.
-¿Sabes que no puedes tener sexo con los seres humanos verdad?
-Lo sé, créeme que lo sé.
-Enfócate en lo que tienes que enfocarte.
-Es demasiado fácil Mina.
-Lo sé, ya te habías demorado en darte cuenta.
-Sana es mi persona.
-Nayeon es la mía.
-Vaya, me parece increíble – Mina sintió como Momo sonreía y un leve brillo en sus ojos aparecía – no quiero que termine tan rápido.
-Acepto, podría ser un mes.
-31 días – habló Momo – acepto.
-Nayeon y Sana tienen algo.
-¿Qué? – Momo gritó sorprendida.
-Creo que son ex o examigas, algo ocurrió con ellas. Hoy día las vi discutiendo, pero no entendía a lo que se referían.
-¿Por qué no les leíste las mentes?
-¿Crees que no lo intenté? Pero me cuesta con ellas, solo pasa con ellas dos. Es obvio que son nuestras personas.
-Supongo que ya nos involucramos.
-Supones bien.
-¿Por qué te odia Nayeon?
-No sé si me odia la verdad, no me interesa. Realmente creo que aún está enamorada de Sana.
-¿Cómo sabes eso?
-Pude leer uno de sus pensamientos. Estaba pensando en Sana y lo mucho que extrañaba abrazarla nuevamente – Momo estaba en silencio – y luego pensó en besarla.
-Es una puta broma.
-No.
-enamórala.
-¿Qué?
-Que la enamores Mina.
-No haré algo así.
-Por favor.
-¿Por qué me estas sugiriendo este tipo de cosas.
-No lo sé, pero le estoy haciendo caso a los sentimientos que estoy sintiendo en este momento, porque no los he sentido antes y me da miedo.
-¿Te gusta Sana?
-No, no me gusta, nos hemos visto dos veces en la vida. Simplemente no la quiero cerca de ella.
-Puede que sean amigas.
-Una amiga no piensa en besar a la otra Mina.
-Tu y yo nos hemos besado anteriormente e incluso, nos acostamos una vez, más de una vez de hecho.
-Sabes que pasa una vez al año por lo menos.
-No voy a enamorar a Nayeon, dejaré que las cosas fluyan y que pase lo que tenga que pasar.
-Eres una cobarde.
-¿Por qué sería una cobarde?
-No quieres admitir que te puede gustar otra persona aparte de…
-Incluso tiene el mismo nombre, no sabes lo duro que es tener a alguien que se llame igual que ella en mi clase, quise creer que era una coincidencia, pero no lo es, estoy segura de que no lo es. Tuve que terminar la clase antes.
-Eres muy débil.
-No quieres entrar en ese tema.
-Vamos a comer, necesito un sándwich.
-Tomaste desayuno Momo.
-Lo sé, esta es mi merienda.
-No entiendo como puedes comer tanto en este mundo, te entiendo en el infierno, peor acá. Se supone que tienes apatito de humano, pero tampoco engordas.
-Creo que hablas de envidia.
-Olvídalo.
-Nayeon está mirando hacia acá, de hecho, pude notar como nos miraba a mí y a Sana hace algunos minutos.
-Creo que está molesta.
-Ella es molesta, que supere a Sana.
-No sabes que fue lo que paso.
-Cómo digas, vamos a comer.
Nayeon miró toda la escena completa desde la distancia con sus dos amigas mirándola directamente al rostro. La pelinegra no puede creer todo lo que ha pasado en tan poco tiempo. Estaba segura que el hecho de que aquellas dos profesoras se conocieran, tampoco era una coincidencia.
Sana y Momo tenían algo, porque es imposible que la profesora de danza se le acercara a Sana por algo de alguna clase, porque su examiga no tenía clases con ella. ¿Entonces que pasó? No podía dejar de preguntárselo, pero como si eso no fuese suficiente, Mina aparecía para conversar con Momo, reírse y golpearse de vez en cuando cuándo compartían bromas, la pelinegra se sintió rara al sentir una punzada en el centro de su corazón, que así la dejó sin aire. ¿Eran parejas?
-Nayeon, despierta imbécil – Jennie golpeó la parte posterior de la cabeza de la pelinegra.
-¿Qué haces idiota?
-Basta de estar mirando desde la distancia, todo el mundo lo notó.
-¿Qué?... ¡Oh! ¿Eso crees?
-Sí.
-¿Creen que Momo y Mina sean pareja?
-¿Qué? ¿Estás demente? – Jennie le preguntaba a su amiga - ¿Por qué siquiera te importa?
-No lo sé.
-No debería importarte – era el turno de Tzuyu - ¿iremos a desayunar o no?
-Sí – respondió Nayeon – lo siento, vamos, me dio hambre.
 
 
 

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