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Jennie se había refugiado en su departamento junto a sus botellas de vino y mucha comida. La bailarina estaba desbordada en emociones. No podía entender que fuera la última de sus amigas que pudiera volver a recuperar al amor de su vida y su increíble vida juntas, antes que todo se volviera un caos.

Rosé no había dejado de llamar, no había dejado de ir al departamento a golpear la puerta y gritar que la dejara entrar, que tenían que hablar, pero Jennie no hacía absolutamente nada. No podía hacerlo sin sentir rabia y envidia. Tampoco podía contestarles el teléfono a sus amigas. Las extrañaba, eso estaba claro, sabía que sería imposible salir de este momento sin su ayuda, pero aun así quería intentarlo.

Hoy día era sábado, si fuera un sábado normal Jennie probablemente estaría en el gimnasio y después iría a desayunar con una de las chicas, pero estaba completamente borracha a las 8 de la mañana. Había pasado toda la noche del viernes bebiendo mientras miraba fotografías antiguas de ella junto a Rosé y sus amigas. No entendía por qué el destino había hecho esto con ellas, no era justo. Todas nosotras teníamos una vida increíble hace 5 años atrás y ahora, ahora algunas estaban recién comenzando. Las chicas tienen otra edad en esa etapa de la vida, tienen otras ambiciones. Y Jennie se moría de ganas de comenzar de cero con Rosé, pero la chica no le había dado señales de que quisiera intentarlo, simplemente, cada vez que hablaban del tema, ella se molestaba mucho.

-Son las 8 de la mañana – susurró Jennie quien estaba acostada sobre su piso mientras las lágrimas corrían por sus mejillas para terminar haciendo una pequeña posa con ellas en el suelo – debería... yo... dios... no me puedo parar – la bailarina comenzó a reír nerviosa – eres un fracaso... un puto fracaso... ¿Quién querría estar con un fracaso? Nadie ¿verdad? Ni siquiera ella... ni siquiera ella.

-¡Jennie! – era la voz de Rosé – Jennie déjame entrar, por favor, por favor te lo pido. Hablemos – la bailarina tenía que aceptar que el hecho de que Rosé insistiera durante todos estos días seguir viniendo para intentar verla, no hacía las cosas más fáciles – por favor... no puedo más – la voz se le quebró - ¿Sabes lo difícil que es vivir sin ti? – Jennie sintió nerviosismo y una electricidad por todo su cuerpo – esto... esto es cada día más insoportable ¿sabes? No puedo dormir, lo que como lo vomito. No tengo ganas de nada, lo único que quiero es verte y que me permites conversar.

-¿Difícil? – Era primera vez que Jennie le respondía algo - ¿Dices que es difícil? – por el tono de su voz, Rosé entendió inmediatamente que estaba borracha.

-¿Estás ebria?

-No sabes lo que significa difícil.

-Abre la puerta Jennie, por favor.

-¿Qué pasa si no lo hago?

-Quiero verte

-Cállate, cállate Rosé.

-Te he extrañado, te he estado llorando y pensando más que antes. Me esta volviendo loca saber que estás a una puerta de distancia de mí – Jennie se levantó del suelo cómo pudo y comenzó a caminar hacia la puerta – por favor, deja que te vea.

-No es lindo lo que veras.

-Me atrevería a decir que eso es mentira – Rosé se acercó a la puerta y colocó la palma de su mano sobre la superficie – eres la chica más hermosa que he visto en mi vida, lamento que sólo pueda hablarte de esta vida, porque no recuerdo el resto, pero estoy segura de que si te quedas a mi lado podemos resolverlo, juntas – Jennie lloraba. No podía creer lo que estaba escuchando – abre la puerta.

Cuando la frase terminó de salir de sus labios, la puerta frente a ella se abrió de par en par. Rosé dio un paso hacia atrás para observar a Jennie. La bailarina estaba hecha un desastre. Su maquillaje estaba corrido, había restos de comida sobre su remera, su cabello desordenado, sus ojos inflamados de tanto llorar. Hasta sus labios se notaban secos, pero entonces vio los ojos de Jennie. Rosé estaba segura de que no había ninguna mujer en el mundo con facciones felinas tan perfectas.

Entre dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora