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Cuando llegaron al portar que las llevaría hasta Mina, decidieron que irían Jeongyeon, Momo y Yena. El resto se quedaría afuera esperando que las chicas volvieran. De eso, había pasado una hora casi y nadie decía una palabra al respecto, hasta que Sana no aguantó más y decidió entablar una conversación, aunque sea para obtener más información de la chica que estaba sentada frente a ella y Nayeon con los ojos cerrados.

-¿Cómo conociste a Momo? – Eunbi abrió sus ojos.

-En el infierno – a Sana le molestaba con la liviandad con la que hablan de ese lugar, se supone que no es un lugar lindo – llegué a ese lugar hace dos años aproximadamente junto con Yena. Momo decidió que sería mi maestra, vendría siendo como la heredera del inframundo que ella organiza.

-¿Momo maneja un inframundo?

-Sí, Mina también maneja otro, pero a ellas no le importa – Nayeon ahora escuchaba con atención a la chica – supe desde un principio que ellas dos eran diferentes, nunca lo entendí – Eunbi hizo una pausa – no lograba entender cómo era posible que dos personas con poderes descomunales lo ocuparan para seguir haciendo daño ya estando en el infierno, nunca supe muy bien que era lo que había pasado, hasta que una noche me encontré con Momo y comenzó a decirme cosas que no entendía del todo. Lo primero que me aconsejó fue que jamás me enamorara de un humano, que terminaría sufriendo y lo segundo, bueno, me dijo que jamás hiciera el mal. Es irónico ahora que lo pienso.

-¿Por qué estas en el inframundo? – preguntó Nayeon.

-¿No es obvio? La gente que hace cosas malas se va al infierno.

-Pero te ves joven – se percató la pelinegra.

-Morí a la edad de 25 años, ahora tengo muchos años más, pero conservo el cuerpo con el que morí – Sana miró a Eunbi de pies a cabeza.

-Creo que la naturaleza fue muy buena contigo – habló irónicamente la chica de cabello rosado.

-¿Qué fue lo que hiciste? – preguntó Nayeon.

-Iba manejando la camioneta que atropelló a un niño de 3 años, iba borracha y tenía el corazón roto – Eunbi sonrió irónicamente – mala combinación supongo.

-Lo siento.

-Es lo de menos.

-¿Te gusta Momo? – Nayeon miró a su mejor amiga - ¿Qué? Si no le preguntó ahora no tendré otra oportunidad.

-Las bestias no podemos amarnos entre nosotras, pero Momo y Mina rompieron esa regla hace mucho - de repente todas guardaron silencio – no es algo que tengas que saber ni menos por mi boca, así que responderé tu pregunta – Eunbi hizo una pausa – Sí, puede que me guste, pero ella jamás se fijo ni se fijará en mí. Sabe perfectamente que me rompería el corazón y yo no lo soportaría, aún así, no me enojaría si me rompiera el corazón de todas formas – Sana guardó silencio – jamás estaré a tu altura Sana – ambas chicas se miraron directamente a los ojos – Momo podía pasar noches entera hablando de ti sin siquiera saber si te volvería a ver, te buscó por cielo, mar y tierra. Trató de romper todos los castigos que le dieron para que no te siguiera buscando y los rompió todos. Hizo muchas cosas en tu nombre, malas y buenas, pero las hizo aun sabiendo que ni siquiera se acordaba de tu rostro. Esa mujer se mueve netamente por el sentimiento de amor que tiene hacia a ti – Sana estaba llorando – ayudaré a la señorita Hirai en todo lo que pueda, no importa si es implica poner mi vida en riesgo, lo haré.

-¿Por qué harías eso?

-Porque he visto su cambio y ha sido gracias a ti – Sana se sentó con su cabeza entre sus rodillas mientras no podía dejar de llorar. Nayeon pensó en abrazarla, pero algo le decía que su mejor amiga necesitaba estar sola, dentro de lo que se podía estar sola en este lugar.

Entre dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora