15

334 38 9
                                    

Mina entró a su departamento junto con Nayeon a su lado. La pelinegra se mostraba muy preocupada por ella. La bestia podía sentir como sus pensamientos iban y venían por su cerebro, pero no podía leerlos, le era imposible utilizar ese poder con Nayeon, quizás sea porque está demasiado inmersa en ella y ha estado perdiendo sus poderos, pero también puede ser por todo lo que Dios le hizo pasar en el inframundo. No podía creer que estuvo a punto de morirse, se sentía irreal todo lo que sucedió allá abajo.

-Antes de venirnos pedí comida, así que debe estar a punto de llegar – Mina asintió con su cabeza - ¿Quieres hablar? No has dicho ni una palabra desde que salimos del departamento de Momo.

-¿Qué es lo que quieres saber?

-Todo, quiero saber todo lo que te hicieron en ese lugar – Mina miró a la pelinegra, realmente se veía preocupada por ella – casi me morí de pena mientras te esperaba. No entiendo porqué mi corazón se acelera sin motivo alguno con solo pensar en ti, supongo que tiene que ver con lo que me contaste hace días.

-Nayeon...

-Lamento haberme ido esa tarde de la forma en la que lo hice, no tendría que haber reaccionado así.

-No es como si te estuviese contando que me iré de la universidad, te estaba contando que soy una maldita bestia que ha asesinado a miles de personas inocentes porque no te encontraba por ningún lado. Entiendo que hayas salido corriendo y que sienas miedo, créeme que lo entiendo. Yo también siento miedo de mí.

-No te tengo miedo – Mina observó a Nayeon – tengo miedo de que lo que sienta por ti simplemente siga creciendo cada vez más y no pueda hacer nada al respecto.

-No podrás hacer nada al respecto.

-Deja tu ego a un lado.

-No es ego, es la verdad, no podrás hacer nada al respecto, porque yo no he podido olvidarme de ti en todos estos años y ahora que te tengo, ahora que puedo ser feliz... - Mina no quería decirle, no quería.

-Dime Mina, que pasa.

-Estoy agotada física y mentalmente – la bestia dejó caer su cabeza en el hombro derecho de Nayeon – me duele cada rincón de mi cuerpo – la pelinegra iba a entrelazar sus dedos con los de Mina, cuando notó las marcas en el centro de su palma derecha.

-¿Qué es esto?

-Cuando me vino a buscar por haber roto la regla de confidencialidad me golpearon hasta dejarme inconsciente. Dios ordenó que no me mataran, pero que me dejaran completamente inconsciente, la verdad es que jamás quedé inconsciente. Sentí cada golpe, cada escupo, cada latigazo que me dieron todo, pero lo que más sentí, fueron los clavos en mis manos y pies – Nayeon se echó hacia atrás para mirar el rostro de Mina, no podía creer lo que le estaba contando – me subieron a una especie de cruz en donde las almas de fuego me seguían golpeando, arañando, mordiendo, quemando. Lo sentí todo, hasta que ya no di más y del dolor me desmayé. No sé cuanto tiempo habrá pasado, pero sentí la presencia de Momo en algún momento y volví a despertar, ella me sacó de ese lugar y me cuidó hasta que llegó Dios y comenzó a golpearla hasta quebrarle las costillas. Si Jeongyeon no hubiese estado con nosotras realmente estaríamos muertas.

-Pero Jeongyeon no asesinó a Dios ¿verdad?

-No.

-Entonces ¿Cómo salieron de ahí? – Mina sabía que no podía contarle, era imposible. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil? Si no le contaba volvería a dañarla y Mina no quería eso.

-Creo que es mejor que no sepas – la bestia fue sincera – no puedo contarte más, pero créeme, por favor créeme, que todo lo que hice, dije y prometí ahí abajo fue para tener más tiempo para compartir contigo. Hemos desperdiciado mucho tiempo ya y no quiero seguir haciéndolo. Así que sí, hay cosas que no puedo contarte, porque si lo hago, me volverán a llevar y ninguna de las dos quiere que eso ocurra ¿verdad? – Nayeon estaba llorando - ¡Hey! No llores, por favor no llores.

Entre dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora