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El fin de semana pasó en un abrir y cerrar de ojos. Todas las chicas había decidió volver el domingo en la noche a la ciudad, para que así, el lunes todas pudieran realizar todo lo que tenían pendiente.

Con el fin del fin de semana, llegó el lunes. Sana y Nayeon tendrían una semana algo estresante, ya que debían realizar los exámenes que no habían rendido. Aunque ambas chicas estuvieran en el top de la universidad con sus notas, el no haber estudiado por no estar enfocadas en sus estudios les pasaría la cuenta de todas formas y eran consciente de eso. Aun así, a ambas chicas no les fue tan mal, de hecho, ambas quedaron dentro del top 10 como las estudiantes que mayor puntaje sacaron en sus exámenes finales. ¿La sorpresa? Siempre quedaban sobre el top 5.

Nayeon había decidido vivir con Mina hasta que se terminaran los días y Sana hizo con los mismo con Momo. La pelinegra había hablado con Mina acerca de esto y a la bestia le encantó la propuesta. La verdad era ¿Cómo se supone que se podía negar a dormir y despertar todos los días con Nayeon a su lado? Era imposible negarse. Por otra parte, Sana estaba obsesionada con la idea de no perderse ningún segundo de la vida de Momo y la profesora de danza simplemente la dejaba ser. Era obvio que el tema era algo difícil para ambas, Sana ni siquiera hablaba del asunto en cuestión, pero aún así, a veces la encontraba contando los días del calendario o de poner notas en la pizarra donde escribía todas las cosas que quería hacer con ella antes de desaparecer.

Momo había perdido la cuenta de las veces en la que había encontrado llorando a Sana a escondidas, le dijo que no lo hiciera más, que podía apoyarse en ella, pero la pelirroja simplemente le respondió que habían cosas con las que ella debía lidiar sola. Aunque entendía ese concepto, odiaba ver sufrir a Sana. Cada vez que sentía que el nivel de energía de la pelirroja cambiaba o la escucha o sentía llorar Momo se sentía horrible, ella no tendría que estar pasando por esto si ella no hubiese sido una idiota incapaz de dejar todo atrás y comenzar de nuevo.

La bestia había decido hacer todas las noches la cena, algo diferente todos los días y a Sana le encantaba. Amaba llegar al departamento de Momo, abrir la puerta y sentir los diferentes aromas con los que su novia le daba la bienvenida después de haber tenido un día difícil en sus estudios. La comida de Momo era deliciosa, afrodisiaca, picante, lujuriosa. Podría seguir toda la noche enumerando las características de la comida de Momo y estaba segura de que no terminaría.

El sexo entre ambas era algo de todos los días. Durante la mañana, durante la noche, durante la tarde. Momo había creado algo así como una obsesión con hacer que Sana se excitara durante sus clases. Le enviaba fotos de todo tipo, audios, videos y Sana no podía concentrarse en derecho penal ni civil. Las emociones y sensaciones que Momo le hacía sentir la desbordaban completamente. Cuando la bailarina hablaba no podía hacer nada más que escucharla, cuando la besaba simplemente dejaba que ella guiara todo, cuando la envestía con sus dedos increíblemente largos y talentosos ella abría sus piernas aun más. Así que, cuando Momo quería sexo a través del teléfono cuando ella estaba en clases simplemente se lo daba. La estudiante de derecho corría a un baño y se masturbaba sin dejar de grabar como sus dedos entraban y salían de ella hasta que llega al orgasmo. A Momo le encantaba esa parte perversa y oculta de la pelirroja que sólo ella podía disfrutar, ver y tener. La parte de "tener" le encantaba. Pero con el tiempo se dio cuenta que no solo disfrutaba del sexo o de la compañía de Sana, si no también, que comenzaba a disfrutar y de darle algún tipo de explicación a las sensaciones que sentía cuando Sana simplemente sonreía, o se lavaba los dientes, cuando ponía música a las 9 de la mañana los sábados para comenzar a ordenar la casa, le gustaba verla bailar y reírse cuando se servía alcohol más de lo normal. Pero lo que más amaba de tener a Sana viviendo con ella, era despertar antes que ella lo hiciera para observar la tranquilidad de su rostro. Momo pensaba que los seres humanos eran hermosos cuando dormían, es la única forma en la que ellos realmente descansaban.

Entre dos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora