Una mano - Parte 3

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POV Mew

Así no era como se solucionaban los problemas. Barrer la suciedad debajo de la alfombra no era suficiente para que el ambiente estuviera limpio, así como no era suficiente una llamada casual para que sus problemas estuvieran resueltos, pero saber que estaba pensando en él cuando había marcado su número era algo que lograba que su corazón latera más rápido de lo normal.

No habían disculpas ni palabras de consuelo, porque era algo que en ese momento no necesitaban. Ya no eran dos adolescentes sentimentales que con una pelea creen que su mundo se ha venido abajo ni que todo ha acabado. Sabían que debían de hablar y solucionar aquello, pero no así, no de esa manera. A través de una llamada telefónica poco o nada podían hacer a favor de la situación que estaban atravesando, pero escuchar su voz era un aliciente para su alma. Quería verlo a los ojos para tener la certeza de que nada cambiaría, que seguirían siendo los mismos que eran desde un principio, con la complicidad que los rodeaba, pero ahora eso era acompañado de un sentimiento que iba más allá, porque lo que eran no había acabado, solo se había modificado de una mejor manera, una en la que podían expresar lo que sentían entre ambos con libertad pero sin necesidad de gritarlo al mundo, porque eso era suyo, solo de los dos y de nadie más, aún así seguía creyendo juntos y necesario que ambas familias, solo los que eran más cercanos, lo supieran por boca de los dos, y no por rumores de otras personas.

No estaban solucionando nada, pero saberse así era algo que lograba soltar un poco esa soga que les apretaba el cuello con cada sinsabor. Él se sentía así desde que habían discutido, sin saber si las palabras que le había dicho eran justas o no, sin saber si tenía la razón o si solo estaba siendo infantil y testarudo. No había escuchado sus razones ni tampoco las había pedido, y eso era algo que aún lo mantenía inquieto.

Todas aquellas razones rondaban por su mente de manera constante. Aún no habían resuelto nada, pero seguir distanciados era algo que resultaba aún peor. No quería seguir lejos de él, sin hablarle, sin saber sobre su día a día, sin ver su alegre sonrisa cuando algo le gustaba o emocionaba. Tampoco quería pasar más tiempo sin poder volver a recorrer su cuerpo en la intimidad, ni dejar de escuchar la manera en la que jadeaba, gemía y se retorcía por él. Odiaba ser tan débil ante él, pero era algo que no podía evitar. Siempre, sin importar lo que sucediera entre ellos, estaría a su lado, para apoyarlo, para darle una voz de aliento y los ánimos que necesitara para seguir su proceso de crecimiento, pero solo esperaba que todo aquello lo pudieran vivir juntos, que esas etapas las cruzaran de la mano, sin tener la necesidad de relacionar su vida profesional con su vida privada.

Cuando nadie los veía, cuando no había ojos sobre ellos, eran uno solo, una unión perfecta. Lo podía sentir por parte de N'Gulf... podía sentir esa misma necesidad que sentía él cuando lo veía, y tal vez eso ya llevaba un tiempo pero no había logrado detectarlo sino hasta hacía poco. Agradecía que la vida le hubiera dado una oportunidad al lado de N'Gulf, una no solamente como amigos, hermanos o colegas. Tenía la oportunidad de sostener su mano sabiendo que eso conllevaba un significado mucho más profundo del que otros podían entender, pero no tenían necesidad de explicarlo porque era algo suyo y de nadie más.

No podía simplemente retroceder sobre sus pasos y fingir que todo era normal a su alrededor. No tenía la suficiente sangre en la cara y en todo el cuerpo para mostrar una falsa y despreocupada sonrisa ante su familia, no cuando su sistema se sentía alterado de esa manera. Solo debía de seguir su camino sin mirar hacia atrás, porque si lo hacía sabía que lo estarían mirando de mala manera por su falta de educación. No era lo que le habían enseñado sus padres desde que era un niño, no era correcto, pero no podía desatender a N'Gulf cuando le susurraba al oído a través del teléfono con esa voz tan suplicante que conseguía enloquecerlo. Siempre, desde que habían formado una sólida amistad, había sido así. N'Gulf no era de aquellas personas caprichosas ni de los que hacen berrinche infantiles, mucho menos de esos que son demandantes con alguien de manera constante. Él no pedía mucho, pero cuando quería algo sabía bien cómo conseguirlo. Solo hacía falta que pidiera algo con un tono más meloso de lo usual, y con eso bastaba para que le diera la razón en lo que quisiera.

CansadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora