A solas

6.7K 567 203
                                    

POV Gulf

Aún estaba quieto como uno de los tantos muebles que había en el lugar, pero con la respiración agitada, como si recién hubiera terminado de jugar un extenuante partido de fútbol. Quizá era por los nervios, quizá por la adrenalina que lo había llevado a hacer algo así o por el miedo a que fueran descubiertos por los demás. Sabía que todos estaban dormidos, pero la simple idea hacía que la sangre bombeara hacia su corazón a toda velocidad.

Seguro parecía un tonto en ese momento, estando en una misma posición, como si fuera un niño que da su primer beso. No tenía respuesta alguna por parte de P'Mew, ni siquiera un ademán de alejarse, solo estaba tan quieto como él.

Siempre, desde que había logrado aceptar lo que sentía por él, o tal vez desde antes, por su mente habían pasado mil ideas, distintos escenarios, en todas ellas siempre se encontraban los dos, expresando en un beso todo lo que habían reprimido por tanto tiempo. Una vez había soñado que ambos se encontraban enfrascados en una terrible discusión, en donde los reclamos y palabras ofensivas eran lanzadas sin piedad, como si de enemigos se tratasen. La forma de hablar era hostil y cargada de resentimiento, tan distinta al tono amistoso y cariñoso que solían usar cuando estaban a solas. La discusión había comenzado por otro comportamiento inusual de su parte: Le había reclamado por celos. Los vellos de todo el cuerpo se le erizaron la verlo ahí, de pie, besando a ese imbécil que tenía por novio. La pasión y entrega con la que le devoraba la boca había despertado un instinto casi asesino en él. Quería pegarle a ambos pero no podía. ¿Quién era él para impedir que besara a su pareja? Era solo un amigo que no tenía derecho a reclamar nada, sin embargo, ese pensamiento no lo había frenado cuando lo vio a solas. Su cara era como la de un idiota enamorado que acaba de satisfacer una de sus tantas necesidades. Una pequeña discusión se había convertido casi en una batalla campal.

Todo había comenzado cuando sintió una mano en su cintura, tratando de guiarlo hacia otro lugar. De manera violenta lo había alejado, diciéndole que no quería que se le acercara de esa manera otra vez. Todo era una mentira, porque anhelaba su tacto, la cercanía que solían tener, pero estaba enojado. No podía decirle que no besara a ese idiota porque un reclamo así carecía de sentido. Eran amigos y entre colegas no debe de haber ese tipo de cosas. A sus demás amistades del colegio o de la universidad nunca les había tratado de impedir que se acercaran a las personas que les gustaban porque no era algo normal entre ellos y mucho menos siendo hombres, pero siempre P'Mew era la excepción a la regla en casi todos los sentidos de su vida. Con él había aprendido a bajar aquel muro que tenía al rededor suyo, le había enseñado a ser un poco más afectuoso y preocupado por los demás, pero sobre todo, él había sido el único hombre del que se había enamorado en toda su vida. P'Mew no lo sabía ni se lo diría porque prefería evitar la humillación de ser rechazado.

Se sentía furioso, por verlo hacer con otro lo que él deseaba y por no poder expresar todo lo que llevaba dentro. Necesitaba descargar el enojo que llevaba dentro pero sin dejar ver el verdadero motivo. No había tenido mejor idea que pelear con él por cualquier razón, y aquel pequeño e inocente contacto había sido el detonante para su mal humor. Había sido tan frío al momento de hablar que por un momento él mismo se había asombrado por el tono de voz que había usado.

P'Mew había preguntado con calma qué era lo que le pasaba, pero ya nada podía detenerlo. Lo había insultado de todas las maneras posibles, y él, ya harto de sus estupideces, finalmente había decido contestar a nada uno de esos desplantes. Le había echado en cara cosas de las que ni siquiera había sido consciente, veces en las que se había comportado como un idiota, tan poco preocupado por los demás.

Tenía la seguridad de que los gritos podían escucharse desde cualquier parte, pero nadie se atrevía a entrar, porque cuando ambos discutían, les gustaba hacerlo a solas y sin la presencia de terceros.

CansadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora