POV Gulf
Qué estúpido e ingenuo había sido al creer que merecía ser feliz a su lado. Cosas buenas no le pasaban a quienes habían dañado a personas importantes. Lo había herido y ahora la vida se estaba encargando de que pagara ese daño con creces.
Sin importar lo justo que pudiera parecer la situación, eso no ayudaba en nada a disminuir el enojo, frustración y tristeza que sentía. Y es que habían estado tan cerca... Casi había sentido que podía tocar el cielo con los dedos cuando estuvieron a tan poco de besarse en la sala del cine mientras de fondo se proyectaba esa terrible película a la que no le prestaban atención, pero había llegado ese imbécil para recordarle que él era simplemente una persona más en la vida de P'Mew y que el puesto como su novio ya estaba ocupado.
Había actuado con firmeza y sin dejarse intimidar en ningún momento, intentando demostrar que aunque ese imbécil era su novio, finalmente a quien quería y a quien tenía en su corazón era a alguien más.
Sin importarle nada, había tenido el atrevimiento de tomar de la mano a P'Mew sabiendo que ese idiota estaba en frente, observando todo. Quizá por un momento se había detenido a reflexionar sobre lo inusual de la situación, y es que el sujeto había estado actuando con cierta calma, muy poco propia de alguien como él, y que antes, por poco le había asegurado hasta de lo que iban a morir sus futuros parientes. Bien, tal vez la amenaza no había sido de esa clase, pero había sido una amenaza a fin de cuentas.
Realmente lo detestaba con todas sus fuerzas, como nunca lo había hecho con alguien más. Le parecía irritante, molesto y entrometido. Tan jodidamente antipático como lo es un zancudo en medio de la noche.
Cuando estuvieron fuera de la sala del cine, por un momento creyó que las cosas serían distintas y que el destino jugaría a su favor, y es que saber que P'Mew no había soltado el agarre le había dado una esperanza, la cual se fue cuando le había pedido que lo esperara un poco más allá, en aquel lugar al que habían ido a sentarse. Había accedido sin mayor problema, y es que había creído que hablaría con él para, finalmente, terminar esa absurda relación que no tenía ningún sentido.
Todas sus ilusiones e ideas se desmoronaron como un castillo de naipes frente a una pequeña ráfaga de viento. Desde lejos, pudo observar con total claridad lo que ocurría aunque solo llegara a ver sus espaldas. Era claro que estaba hablando, aunque no sabía sobre qué. De pronto, en una fracción de segundo, todo cambió...Se estaba besando. Sus labios estaban uno sobre el otro, demostrando que, a fin de cuentas, él era el que sobraba en ese lugar.
Qué equivocado había estado.
Bien decían que lo que mal empieza, mal acaba. Y ellos habían comenzado mal, pero todo había sido culpa suya, por ser un ciego ante lo evidente y por no haberlo amado cuando debía. Había creído tener una oportunidad y que la vida estaban siendo indulgente con él, pero nuevamente había errado.
Sus mundos no encajaban, por lo menos no de la manera que esparaba que lo hicieran, porque ahora el mundo de P'Mew estaba anclado al de ese imbécil sin cerebro.
Se sentía furioso y dolido. Solo había atinado a ponerse de pie tan pronto como había visto aquella escena, y se retiró con prisa, dando pesadas zancadas a su paso.
Quería salir de ese maldito lugar y nunca más volver. Ahora tenía un motivo más para odiar ir a los centros comerciales.
Caminó con rapidez, pasando a las otras personas que estaban en el lugar como si fuera una serpiente, abriéndose paso entre la gente. Veía todas las caras borrosas, casi como si estuviera en un vehículo a toda velocidad.
Se detuvo mientras caminaba, escondiéndose detrás de una columna. Respiró hondo, casi con dificultad y su nariz emitió un sonido acuoso. Llevó una palma a su cara para poder restregarse, tratando de limpiar cualquier líquido que pudiera estar saliendo de sus fosas nasales. Un dedo rozó el puente de su nariz, y fue en ese momento en que se dio cuenta de la razón por la que estaba viendo con dificultad: Estaba llorando.

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Cansado
FanfictionLa situación ya no daba para más y él lo sabía. Por fin, el cansancio había logrado que se rindiera.