Alimiwa

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El trato

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El trato

Cuando llegó corriendo a su casa nada más abrirse el día, Miwa supo que algo estaba mal. A pesar de que toda la familia Haiba fuese eléctrica y vivaz, los hermanos no eran precisamente los más madrugadores y necesitaban unas cuantas horas para espabilar y destacar como solamente alguien de su sangre lo hacía entre grandes y brillantes sonrisas y una fuerza sobrehumana.

Miwa prefirió no comentar nada sobre su actual aspecto, con el sudor empapando su blanco flequillo, los ojos verdes enrojecidos de tanto llorar y los labios finos hinchados y despellejados de tantos morderlos. En su lugar, le indicó cómo llegar a su cuarto mientras ella se dirigía al baño a por una toalla limpia y un kit de primeros auxilios por si era necesario. No tenía noticia de que sus padres fuesen violentos, pero jamás se podía adivinar si la percepción que se tenía de alguien era real o simulada.

Cuando regresó a su cuarto, el silencio continuó en la casa. Su familia había acudido a ver un partido de vóleibol de su hermano y ella se había quedado porque alguien necesitaba cuidar del abuelo, que ya se encontraba bastante enfermo. Definitivamente fue un momento para aparecer.

—¿Qué ha pasado, cielo? Cuéntame todo con calma.

Aquellos enormes ojos verdes la observaron intensamente, entre el miedo y la desesperación, por lo que Miwa prefirió darle un espacio prudente, dejando que ocupase toda su cama, y ella se sentó en el suelo y dejó el kit a su lado. Cuando le extendió la toalla, enterró su cara al instante, aunque no escuchó ningún nuevo sollozo.

—¿Puedo contarte un secreto, Miwa?

—Claro que sí.

—¿Me prometes que no te enfadarás?

—¿Por qué debería hacerlo?

Entonces regresó el silencio, como si estuviese evaluando la situación al otro lado de aquella toalla que amortiguaba su voz.

—Soy una chica... —susurró. Miwa creyó que no escuchó bien, pero lo repitió—. Soy una chica y siempre lo he sido. Lo sé desde... los ocho años, creo. Ya no recuerdo mucho más hacia atrás.

—Oh —Miwa no supo bien cómo reaccionar, así que prefirió no hacerlo hasta que tuviese más información—, ¿y por qué me cuentas esto ahora? ¿Lo acabas de confirmar? ¿Te pasó algo?

—Yo... se lo conté por fin a mis padres y no se lo tomaron bien. Pelearon, me gritaron y hui antes de que pasase algo malo. Simplemente no sé qué hacer, Miwa...

Y ella tampoco. Al fin y al cabo, no era más que una adolescente primeriza en la vida. Su única pelea con sus padres fue cuando comentó que no pensaba seguir estudiando después de acabar la enseñanza obligatoria, pero aquello había durado como dos horas antes de que lo aceptasen.

—Y... ¿has pensado en algún nombre?

Aquello pareció animarla. Aquel brillo felino en sus ojos regresó con la ilusión y los planes elaborados con meses de antelación a cualquier evento de su evento—. ¡Tengo aquí mismo una lista! Lo iba a escoger justo después de..., bueno, salir del armario.

Set; drabbles de Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora