Ushisaku

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Lo mínimo e indispensable

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Lo mínimo e indispensable

Sakusa tenía ese exterior fiero, intimidante y lógico que espantaba a la mayoría de personas a su alrededor —y, de alguna forma, no sabía si era bueno o malo—. Con una simple mirada de aquellos ojos de ébano, muchos habían temblado y habían marcado la distancia con él. No era para menos; su lengua era tan venenosa y afilada como la silueta de su coraza.

Y gracias a aquella mala fama respecto a Sakusa Kiyoomi, pocos lo consideraban capaz de sentir algo. Quizá Motoya, quizá Atsumu, quizá Shouyou y Koutarou —la bondad de sus corazones les hacía ver rayos de luz en los rincones más oscuros—, pero sobre todo Wakatoshi.

El silencio los había vinculado a ambos, como un pacto de protección a la torpeza social, y de ello había nacido una relación extraña en la que todo avanzaba lentamente pero jamás en direcciones opuestas. Así, si Sakusa perdía horas de sueño antes de un partido de la selección japonesa observando la luna llena en el balcón de su habitación asignada, Wakatoshi no se preocupaba por su rendimiento. En su lugar, se mantenía en el borde de una de las camas gemelas, paciente, y admiraba el brillo plateado que invadía los pozos sin fondo que eran aquellos ojos encantados.

—Dicen que mañana hay una lluvia de estrellas. ¿Nos la perderemos por cenar todos juntos en el hotel?

Wakatoshi observó los firmes antebrazos de Sakusa, la postura relajada de sus anchos hombros y la curvatura de su columna para situarse a la altura de la barandilla de bronce forjado.

—Podríamos marcharnos antes. Ellos saben cuánto nos gusta la astronomía.

—Wakatoshi, no peques de ingenuo —replicó el ángel del balcón, con su cabello negro y rizo bailando entre la brisa cuando se giró en su dirección. A pesar de su voz irritada, su expresión era serena y atenta y su labios, carnosos y dorados, estaban entreabiertos—. Si mencionamos algo, querrán apuntarse, y yo solo deseo ver las estrellas contigo, sin interrupciones.

Su novio asintió y se puso de pie para acercarse a Sakusa. Este se irguió ligeramente y, captando Wakatoshi la señal, curvó uno de sus brazos y envolvió su cintura hasta pegarlo a sus caderas. Sus ojos verdes se clavaron en los negros; no hubo ninguna vacilación entre ellos—. Entonces encontraremos la manera de escabullirnos sin llamar la atención.

Una de las pulcras, callosas y alargadas manos de Sakusa flotó en el poco aire que se acumulaba entre ellos y deletreó su mandíbula con la punta de los dedos. Por una vez, sus ojos insondables se escaparon de los de Wakatoshi, atentos a su propio trabajo—. Tú siempre llamas la atención; es una desgracia tratar de buscar tiempo libre contigo...

—Lo tenemos ahora.

Aquello fue lo único que necesitaron para entenderse. Wakatoshi le sonrió, a él, al hombre que amaba, al hombre que había atrapado a la Luna en sus ojos. Y, en respuesta, los dedos de Kiyoomi se deslizaron hasta más allá del final de su mandíbula y besó sus labios.

Aquel fue un beso lento, sin profundidad física pero intensidad emocional. No era necesario apurarse ni acelerar el ritmo; ellos preferían vivir así, disfrutando de cada paso y sintiendo en silencio cada una de las emociones que estaban en su pecho. Así, donde los demás veían a dos seres con problemas de expresividad facial y articulatoria, ellos detectaban hasta el más mínimo cambio del otro, cuándo consentían y disentían y, sobre todo, cuánto se querían.

Mis niños me ponen blandita y no soy capaz ni de pensar, isedkldfkgh

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Mis niños me ponen blandita y no soy capaz ni de pensar, isedkldfkgh. Ahora ya se me pasó la fiebre de Haikyuu!! (básicamente porque no tengo tiempo para tener una fiebre del tipo que sea), pero cada vez que pienso en estos mirándose me derrito como una vela ante tanta luz. 

Set; drabbles de Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora