Atsumu
Además de los pensamientos intrusivos habituales, en ocasiones Suna pensaba en que Atsumu y Komori eran parecidos. Entonces sufría durante toda una semana severos escalofríos y solo quería salir huyendo y jamás volver a intercambiar la palabra con su nuevo amigo.
La primera vez que se cruzó con Komori Motoya, en una concentración de la selección japonesa, pensó que era demasiado optimista para ser real. Tras coincidir en el Raijin y ser compañeros en la cancha, pudo confirmar que, por desgracia, aquello no era ningún tipo de performance: Komori era alegre, entusiasta y enérgico hasta el punto de drenar todas sus energías. Así notó el primer punto en común con Atsumu: ambos eran insoportables después de más de un día de convivencia y eran conscientes de ello.
Quizá otro punto obvio que cualquiera pensaría sería el hecho de poseer un familiar calmado o por lo menos silencioso y serio que controlase aquellas bocas que nunca se callaban, pero para Suna no era relevante. Osamu, el gemelo silencioso y serio, podía ser un incordio a la altura de Atsumu, fuese yendo a su favor o en contra. Sakusa, el primo silencioso y serio, en cambio, no intervenía en las decisiones ajenas y siempre lo apoyaba, aunque tuviese que sufrir en el proceso.
Lo que sí consideraba determinante era la Máscara: Atsumu era un absoluto idiota que aprovechaba la sensación de poder para manipular a los demás; Komori era un absoluto idiota que aprovechaba la sensación de inocencia para manipular a los demás.
No; aunque fuesen amigos, no era ciego y conocía a lo que se enfrentaba. Aquella amabilidad exagerada y las sonrisas interminables tenían un claro motivo: hacerlo sentir culpable y doblegarlo a su voluntad.
—¡Venga, Suna! ¡Un bloqueador de tu nivel seguro que puede dar unas vueltas más!
Y odió su voz, odió su risa, odió su paso perfecto por la pista. Atsumu y Komori compartían otro elemento en común: su pasión desmedida por el volleyball y los experimentos. Nunca habían tenido ningún miedo a ocupar diferentes posiciones en la cancha y si una jugada les llamaba la atención, aprenderían cómo copiarla y desarrollarla en caso de que la situación fuese propicia —y con una tasa de éxito variable—.
Quizá lo peor que ellos tenían en común era la facilidad para arrastrarlo a cualquiera de sus aventuras, bromas o ideas disparatadas, sin que ni siquiera él, analítico por naturaleza, pudiese anticipar sus movimientos.
—Si sobrevivo a este entrenamiento... —Suna se detuvo para recuperar el aire. Sus uñas se clavaron en sus rodillas temblorosas—, prometo que iré a tu casa y te mataré.
Y Komori solamente le sonreía, con la misma comisura torcida que Atsumu, con los mismos ojos castaños clavados en él y con los mismos dedos magullados aferrados a su cadera. Por fin había dejado de moverse y competir, pero solo había sido para burlarse de él.
—Nunca has necesitado de una excusa para venir a mi casa, Suna. Mi puerta siempre estará abierta para ti.
Antes de que pudiese siquiera comprender cuál era la intencionalidad de sus palabras, ya se había desvanecido como un rayo por la cancha. Al igual que Atsumu siempre había hecho con él.
Hay un poco de texto en este atsusuna encubierto, ah.
Me quedó un poco cortito, pero aquí está el komosuna del que te hablé, .
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Set; drabbles de Haikyuu!!
FanfictionCada experiencia dentro de la cancha de vóleibol te hacía crecer como jugador. Y si algo no salía bien, siempre había un siguiente set para cambiar las tornas. Ojalá sus vidas fuesen tan básicas y simples, con una segunda oportunidad para enmendar t...