Cada experiencia dentro de la cancha de vóleibol te hacía crecer como jugador. Y si algo no salía bien, siempre había un siguiente set para cambiar las tornas. Ojalá sus vidas fuesen tan básicas y simples, con una segunda oportunidad para enmendar t...
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Reconocimiento
Quizá viniendo de mí nadie lo tome en serio, pero estoy harto. Harto de que todos pongan los ojos en los spikers, en los genios innatos y en los monstruos con unos instintos fuera de lo normal. Harto de que solo noten y brillen las jugadas imposibles y las acrobacias. La pista de volleyball no es un circo ni un zoo, así que dejad la estupidez en vuestra casa. Y gracias.
Que tampoco estoy diciendo que quiera llamar la atención ni un reconocimiento extra por lo que hago. Yo sé mejor que nadie qué hago bien y qué no y con satisfacerme a mí mismo estoy tranquilo, pero no todos pueden soportar esta presión angustiante.
Entrar en las nacionales implica cruzarse con decenas y decenas de jugadores en los que siempre existen monstruos, prodigios y futuras promesas. Incluso hemos entrenado con ellos personalmente. Haiba Lev es un bueno para nada pero se nota en sus instintos y en el hambre de sus ojos que el año que viene, cuando perfeccione su técnica, será un gran rival para el Karasuno. Un gran rival para mí con esas manos de látigo. Bokuto Koutarou es un sentimental angustiante, pero cuando se pone serio es capaz de aplastar a cualquier bloqueador que se ponga por delante. Hoshiumi Kourai es un enano con una necesidad de alabanzas irritante, pero puede bloquear y provocar bloqueos fuera sin pestañear. La promesa, el prodigio, el monstruo.
Y en medio de todos ellos estamos los humanos normales que nos esforzamos para poder destruirlos —o por lo menos sobrellevarlos—. Sin el brillo de los focos ni los elogios del público, hacemos nuestro trabajo para mantenernos en la cancha unos minutos más, unos segundos más. Allí estamos Daichi o yo. O Yamaguchi.
Es cierto que los saques siempre son espectaculares si se convierten en un servicio ace, pero los halagos a ellos son tan comunes como a los bloqueos. Y ahora tiene que soportar la presión de los suplentes de segundo año que están practicando sus tiros... Lo único que le proporcionaba una ventaja a la hora de brillar.
¿Y todo su entrenamiento ha sido para nada? ¿Sus noches en vela? ¿Sus repasos técnicos en diferentes libros que encontraba? Que un renacuajo sin ninguna capacidad técnica pero con una energía imposible le haya quitado el lugar me harta. No puede hartarme más. Admito que últimamente ya no es un simple esclavo de las habilidades de Su Majestad Kageyama, pero Yamaguchi merece más reconocimiento que haber salvado un set contra Shiratorizawa o haberle plantado cara a Oikawa después de haber fallado contra Aoba Johsai en la Interhigh.
A mí no me importa ser la luna detrás del sol de Hinata, pero no quiero que sea la otra cara de los titulares del Karasuno. Cada segundo que pase encima de la cancha lo aprovecharé tanto como pueda para que dure más a mi lado, dentro de la pista y sin que nadie sea capaz de marcar un punto si estoy yo en medio bloqueando.
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