Rumores y dinastía
—No me gusta el copero real, sinceramente. Ese muchacho tiene ojos de muerto, se encorva como un pueblerino y lleva el cabello negro desordenado, como si no nos debiese algo de respeto a los príncipes del reino... ¿Quieres ser mi copero por un día, capitán Kita?
—Tengo tareas pendientes por el futuro del reino, Alteza. Quizá en otra ocasión. —El príncipe de la dinastía Miya frunció el ceño, irritado por el tono formal de la conversación cuando se conocían desde niños, a lo que el capitán de la guardia real suspiró—. No voy a perder el tiempo con tus insinuaciones, Atsumu, y menos para rebajarme a eso. Ahora vete del cuartel y entrena con los demás. Tu hermano va a acabar siendo mejor guerrero que tú.
Con aquel último enunciado consiguió avivar la llama de la competición en el pecho del príncipe, por lo que desapareció por fin de su estancia privada entre resoplidos. Cuando por fin cerraron la puerta tras de sí, Shinsuke se secó el sudor de la frente.
El capitán estaba cansado de las insinuaciones del príncipe. De hecho, podría denunciar al rey su actitud y sería amonestado con unos cuantos azotes por intento de sodomía —obviamente, en privado y lejos de las miradas curiosas de la corte—. La única razón por la que no lo hacía era porque se había criado con él, siendo hijo del anterior capitán de la guardia real, y se había acostumbrado a su forma de ser. No es que le interesase lo más mínimo su existencia, ya que era repulsivo y manipulador, pero no quitaba que le debiese respeto por su título. Tampoco sabía si no lo acusarían de difamar la corona con un alegato tan grave.
La serenidad era uno de los rasgos que más había conseguido entrenar gracias al propio príncipe y podía denegar sus peticiones con palabras amables y neutras, pero después de recibir la noticia de que el rey deseaba hablar con él se sentía un tanto nervioso. Sus ojos castaños se clavaron en el mensaje que le había entregado, encima de la mesa de madera, junto a los demás documentos con los que debía tratar cada día. ¿Quizá ya había decidido quién sería el heredero al trono? Como sus dos hijos eran varones y gemelos, no podía emplear ningún criterio para decidir la línea dinástica. Quizá la primera cabecita en salir del vientre hinchado de su madre fue la de Atsumu, pero no era el mejor criterio de selección.
Apenas tenía veinte años, pero su cabello oscuro se había ido encaneciendo y ahora portaba una aureola gris sobre la cabeza. No sabía cómo sentirse al respecto; a pesar de poder mantener la calma y pensar con la mente fría en cualquier situación bélica, la administración y las intrigas de palacio agotaban sus energías. Con paso lento, siguió el camino hasta los aposentos reales cuando llegó la hora.
—Puede pasar —murmuró uno de los guardias de su puerta. Shinsuke asintió y avanzó al otro lado cuando este se apartó y la abrió.
El rey se encontraba de espaldas a él, al otro lado de la estancia. Observaba el paisaje por la ventana; el cabello largo bajaba por sus hombros y ocultaba cualquier gesto que pudiese indicar lo que ocurría. Su corona dorada y picuda ornamentaba su cabeza con la frialdad de una amenaza.
—¿Deseabais verme, Su Majestad?
—Ya sabes que sí. Ven aquí, capitán Kita. —No podía hacer otra cosa que obedecer, así que trató de no anticiparse a los acontecimientos—. He estado reflexionando sobre mi heredero; supongo que ya habrás adivinado que se trataría sobre eso la conversación...
—Esa era mi intuición, Su Majestad. —A su respuesta le siguió una pausa.
—¿Has notado algo extraño en mi hijo Atsumu?
—No, Su Majestad —contestó mecánicamente. Aquella pregunta lo había pillado por sorpresa—. ¿Le ha ocurrido algo al príncipe?
—He escuchado... rumores. —El rey carraspeó. Seguía sin darse la vuelta hacia él, pero sabía que iba a tomar un rumbo peligroso—. Por lo visto, Atsumu se ha estado insinuando... con unos hombres. ¿Eso te aclara la mente en algún detalle?
—Su Alteza siempre ha sido cercano con todos, por lo que es común para mí que se sitúe muy próximo a sus compañeros, ya sean mujeres u hombres. Nunca me atrevería a siquiera desconfiar de las intenciones del príncipe Atsumu.
—¿Contigo nunca ha actuado de forma extraña?
—Admito que piensa que soy una amistad más en vez de un soldado que le debe respeto, pero, como ya he dicho, no he dudado jamás de sus acciones.
—Osamu será el próximo rey —dictaminó finalmente. Shinsuke esperó la explicación que vendría después—. Los rumores están tan extendidos que no puedo ponerlo en el trono de ninguna manera. Este hecho me ha ayudado a aclarar mi mente. Un buen rey no debe estar en el foco de la polémica tanto como sea posible.
—Comprendo, Su Majestad. Mandaré a alguien para que lo informe.
—No es necesario. Me reuniré yo mismo con mis hijos. —Shinsuke se limitó a asentir, aunque no pudiese verlo, a la espera de que le diese la orden y pudiese marcharse—. Volviendo al tema de Atsumu, dejará el entrenamiento militar a partir de hoy. Debe prepararse para su partida. No quiero que se quede en la capital.
—¿Está... proponiendo el exilio?
—Sí.
Una vida en solitario, lejos de las riquezas y las fiestas, sin hermanos ni familia a la que acudir... Por muchas veces que lo hubiese criticado, Shinsuke sentía lástima por el futuro del joven de la casa Miya.
—Su Majestad, sabe que yo jamás pretendo cuestionar sus decisiones, ¿pero no es una medida un tanto extrema por unos rumores? Es un buen guerrero y mejor estratega. Podría ser perfectamente el próximo capitán de la guardia y sustituirme.
—Lo sé, pero lo primero es el bienestar del reino. —Y, tras unos largos segundos en silencio, por fin el rey se giró hacia él y le clavó los ojos felinos y dorados comunes a su familia—. Aunque esto no significa que abandone a mi familia. Quiero que lo acompañes en su viaje y cuides de él. —Antes de que pudiese protestar, continuó—: El vicecapitán Ojiro ya es bien capaz de tomar el mando de la guardia real, así que no habrá problemas en la capital. Quiero que emprendáis la marcha esta misma semana; me mantendrás informado de todo. Yo le daré la noticia a mi hijo mientras preparas lo que os sea necesario.
Shinsuke asintió, sin comentar nada más. Lamentaba la suerte de Atsumu Miya; aunque había cumplido su sueño de pasar tiempo a solas con él, era en las peores circunstancias. Su deseo de ver mundo también se convertiría en cenizas en su boca.
Me pasé de largo con este drabble pero es que realmente quería comentar tantas cosas y este tipo de trama da para incluso un fic entero y yo soy muy intensa, fjsigjigiwse
AkBennington quería que la avisase del posible atsukita, así que aquí está, ah
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Set; drabbles de Haikyuu!!
Fiksi PenggemarCada experiencia dentro de la cancha de vóleibol te hacía crecer como jugador. Y si algo no salía bien, siempre había un siguiente set para cambiar las tornas. Ojalá sus vidas fuesen tan básicas y simples, con una segunda oportunidad para enmendar t...