BokuAka

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Pequeñas acciones

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Pequeñas acciones

La noche era oscura, sin luna y estaba salpicada de lluvia. Las farolas se desvanecían entre la condensación y su brillo, desenfocado, pintaba el cielo urbano de pequeñas estrellas terrestres titilantes.

Era un día típico de otoño, y las hojas secas habían dejado de serlo hacía mucho para convertirse en una sustancia semilíquida que en unas horas se denominaría barro.

Akaashi agitó su bufanda anaranjada para que le cubriese mejor el rostro y analizó con sus ojos rasgados cuál era el autobús que debía tomar para ir al centro.  En cuestión de segundos sus dedos se entumecieron y la mano que sujetaba el paraguas ya no tenía una sustituta que le permitiese entrar en calor en los bolsillos del anorak negro.

Ahí estaba, el L5, con su intenso color azul cielo y sus plazas casi siempre ocupadas, obligándote a permanecer de pie durante todo el viaje. Normalmente aquel detalle le daba bastante igual, pero en ese momento solo deseaba sentarse y hundirse en el asiento hasta que sus hombros formasen parte de sus costillas.

No era común en él, pero Akaashi estaba muy nervioso. Llevaba mucho tiempo hablando con un chico por Internet y ese día por fin lo conocería.

Todo había comenzado como una idiotez cualquiera. Se había hecho un grupo de WhatsApp para el cumpleaños de Kenma, y en él estaba una serie de personas de las que había escuchado muchas anécdotas pero que no conocía.

Y Bokuto era una de ellas. De hecho, era quien encabezaba la lista de las aventuras más sorprendentes de todos los integrantes del grupo.

Cuando llegó el día del cumpleaños, por desgracia no pudo conocerlo. Akaashi era una persona propensa a los resfriados y en aquella ocasión sufrió uno de los peores de su existencia.

Aun así, en ese momento no le dio importancia porque podría ver a Kenma en cualquier otra ocasión. Con lo que no contaba era con que Bokuto lo llamase, se emocionase comentando lo bien que hablaban todos de él y lamentase no haber podido coincidir.

Al principio quiso ignorarlo, ya que las personas tan extrovertidas lo agotaban, pero se dijo que aquella sería su forma de compensar el fracaso del cumpleaños.

Y, con aquella pequeña acción, igual que la de Bokuto a la hora de decidirse a hablarle, Akaashi entró en un nuevo punto de su vida en el que cada uno de sus pasos lo llevaban indudablemente hacia él.

Y, de alguna forma, se enamoró de ese lucero del alba, de la excentricidad de su vida y de la ligereza de su voz en los audios. De alguna forma, a partir de aquellas acciones había descubierto algo tan mágico y fascinante como el amor.

Akaashi solo podía rezar por el conductor del autobús, para que se diese la mayor prisa posible y así poder conocer en persona a quien ya llevaba semanas paseándose por su mente sin descanso.

Los nervios no conseguirían atarlo en aquella ocasión. Ellos eran los protagonistas del mundo.

 Ellos eran los protagonistas del mundo

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Set; drabbles de Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora