Cuidados
Mika estaba preciosa —como siempre—, aunque un tanto lamentable. Apenas entendía lo que le estaba diciendo porque se le rompía la voz cada dos sílabas; las lágrimas suavizaban los fonos bilabiales y el temblor de su mandíbula contrarrestaba la fuerza de los vibrantes. Kanoka solamente sabía que era mejor que diese descanso a su garganta y se tumbase en su regazo en la cama; así por lo menos tendría algo a lo que aferrarse, algo que le recordase que no estaba sola y que ella podía esperar toda la noche a que recuperase la calma.
El cabello castaño de su novia rápidamente reptó por su rostro hasta cubrirlo y ocultarlo de ella cuando aterrizó sobre sus piernas. Incluso las leyes de la física estaban de parte de una mujer que no soportaba mostrarse tan vulnerable en público, aunque este solo fuese la joven que la amaba. Mika se tapaba los ojos y se aferraba a su cuero cabelludo con una mano y, con la otra, apretaba el muslo atlético de Kanoka que se encontraba debajo de su cara. Dudó durante unos instantes si quería que la tocase en medio de aquel estado de abatimiento, así que se acercó a su oído y le susurró su pregunta. Como respuesta, sintió cómo los dedos cobardes y rosados de Mika se alejaban de su sien y se deslizaban bajo la camiseta de su novia hasta poder rodear su cintura y atraerla más hacia ella. Percibió la humedad de sus lágrimas, pero pronto desapareció ante el calor que desprendían sus pieles conectadas.
Con el permiso concedido, Kanoka movió una de sus manos en círculos sobre la espalda de Mika y con la otra acunó su nuca y recogió aquel cabello tan fino y suave como la superficie del agua y que siempre olía a champú de granada. Notó el cambio instantáneo en la respiración entrecortada de antes y cómo los suspiros eran más de alivio que de frustración con su propia caja torácica.
—Me contó mamá que atropellaron a Muku y la mataron. Ese monstruo ni siquiera se bajó del coche cuando ocurrió —gruñó la morena contra su pierna. Kanoka siguió masajeando su espalda sin interrumpirla—. Aún tenía ocho añitos... Podría haber vivido siete más.
Muku era la gata de su novia. Era una siamesa muy inteligente y cariñosa, pero tan independiente que en ocasiones desaparecía durante todo el día. Siempre le había gustado explorar y viajar, y por lo visto aquello fue su condena.
—Lo siento mucho, amor. Ella se merecía un final mucho más apacible... ¿Sabes si alguien se fijó en la matrícula del coche?
Mika se mantuvo en silencio durante unos segundos, pero no se giró hacia ella. Seguía aferrándose a su cuerpo como si toda la cama dependiese del tono muscular de Kanoka—. No llegué a preguntar. Corté la llamada en cuanto me puse a llorar... —admitió con un hilo de voz. Sus palabras llegaban amortiguadas y ella seguía resistiéndose a enseñarle aquel rostro horripilantemente hermoso con ojos hinchados y nariz enrojecida—. Soy una tonta..., ni siquiera eso pude hacer.
—Oye, tienes todo el derecho del mundo a llorar y estar triste. Además, estar con la regla lo empeora todo, así que tienes permiso para pedirme lo que quieras. Como si deseas que aplique mis horas rematando balones de voleibol y le destroce la cara a ese capullo. —A pesar de sus palabras, su voz trataba de ser calmada, incluso divertida. Lo último que deseaba era alimentar las emociones negativas que estaban destrozando sus nervios.
—Yo solo quiero dejar de pensar... —balbuceó, y Kanoka se sintió culpable por no saber enfocar sus palabras en la dirección correcta.
—Deseo concedido.
Mika se removió en su regazo y por fin alcanzó a vislumbrar su cara extrañada, a pesar del flequillo húmedo que se le pegaba a la frente. Kanoka le sonrió y le besó la nariz antes de apartarse con delicadeza de ella para levantarse.
—Tú, yo, una bolsa de palomitas de chocolate, el bizcocho de mi abuela y Crepúsculo 3, ¿qué te parece?
—¿Puedes dejar de llamar así a Eclipse, por favor? —murmuró ella, pero a su novia no se le escapó una diminuta sonrisa que se le coló entre los labios.
—Cuando mencionas Eclipse, ¿alguien te entiende? ¿A que no? Pues mi propuesta es mucho más lógica —dictaminó, y antes de que Mika pudiese protestar de nuevo, le robó un cortó beso con sabor a sal—. No te muevas, amor. Deja que te mime esta noche.
Los anillos de Mika rozaron su mejilla un segundo antes a que pudiese envolverla con sus dedos. Kanoka se dejó hacer, disfrutando de aquel leve contacto mientras los ojos de su novia la observaban con un brillo amoroso incluso en medio de la tormenta que atenazaba su mente—. ¿Acaso no es lo que haces todos los días?
—Nos queda mucho tiempo por delante para disfrutar antes de poder decir que he llenado de cariño todos y cada uno de los días de nuestra vida.
Kanoka no solía decirle que la quería porque tenía miedo a desgastar sus palabras hasta que las inseguridades que las ataban a ambas consiguieran hacerlas dudar hasta de su propia voz, pero usualmente no necesitaban aquellas dos románticas palabras para dejarlo claro con hechos. Mika, con su rostro desfigurado por el llanto, no se escondía de ella y le mantenía la mirada con fervor. Kanoka, con el nerviosismo y el pánico atados a su lengua, seguía hablándole y besándola para recordarle que estaba allí.
Y quizá un "te quiero" no podría decir tanto como lo que ellas se gritaban sin palabras.
Le dedico esta cosa fluffísima a las Lenas de mi vida, Malena y Helena Klein, las únicas rubias que me harían suspirar (y lo hacen).
Un shipp lésbico no podía faltar para tu cumple y en principio no iba a hacer este sino otro, pero recordé a la todopoderosa Kanoka y le regalé una nueva novia a la Mika, ah. Este es mi drabble fav del día, tbh, quizá tenga que ver que el hurt/comfort sea mi absoluta debilidad, gihjfdskl. Traté de hacer que tuviese algunas de tus vibes escribiendo o detallando personajes, pero no sé si se nota (?
ESTÁS LEYENDO
Set; drabbles de Haikyuu!!
FanfictionCada experiencia dentro de la cancha de vóleibol te hacía crecer como jugador. Y si algo no salía bien, siempre había un siguiente set para cambiar las tornas. Ojalá sus vidas fuesen tan básicas y simples, con una segunda oportunidad para enmendar t...