What can I do

300 42 8
                                    


La gran oscuridad invadía la pequeña habitación, de hecho ni siquiera debía ser pequeña, de milagro habían entrando algunas pertenencias que eran invaluables para Seungkwan y el.

Después del fatídico día, el busco un lugar para vivir, lejos de las únicas personas que cuidaban de él y su enfermedad, pero habiendo asesinado a alguien ya nada importaba realmente. Estaba libre, libre físicamente, pero mentalmente estaba peor que al inicio y su enfermedad parecía estar acabando con el más rápido de lo esperado, cada día sus síntomas eran más fuertes y con más regularidad.

Seungkwan se estaba perdiendo poco a poco.

—¿Por qué todo aquí está tan oscuro?—la figura de Chan se miraba gracias a la luz del pasillo.—dijiste que querías un lugar tranquilo, pero no pensé que vendrías a morir.—Seungkwan ni siquiera se molestó en verlo.—deja que entre la luz, te hará bien.

Chan había sido en único dispuesto en ayudar una última vez a ese pobre chico, los demás estaban demasiado ocupados cuidándose a sí mismos como para pensar en ese chico que poco a poco se iba transformando en algo irreconocible y solo en cuestión de días.

—Traje comida.—Chan se acercó hasta donde estaba el chico.—debes alimentarte.

—¿Por qué debería?—Seungkwan sonaba cansado.

Seungkwan estaba cansado de todo, del miedo a que llegaran por él para encerrarlo y era lo justo, pero tenía temor de terminar más trastornado dentro de una cárcel.

—No seré tu niñera Seungkwan, acepte a ayudarte a encontrar este lugar por piedad, pero no creas que estaré aquí siempre obligándote a comer, suficiente tengo con mis problemas.—la expresión sería de Chan no era algo nuevo para el otro chico.—la verdad no me preocupa mucho si mueres hoy o mañana,

Chan dejó aquel hueco, sabía que sus palabras habían sido demasiado duras y podían perjudicar mucho más a Seungkwan, pero no tenía el humor para ser su amigo, realmente tampoco quería intentarlo porque por su error ahora todos tenían que dudar hasta de su propia sombra, y eso no cambiaría hasta que el culpable se entregara o peor muriera. Ninguna de las dos opiniones pasaría pronto, de eso estaba seguro.

Al estar fuera del edificio Chan dio una gran bocanada de aire, aquel lugar donde Seungkwan estaba viviendo era realmente pequeño, casi inhumano, pero era lo más que podía ofrecerle. En la vista de Chan apareció alguien que era conocido, un chico con un andar que le era familiar y un par de audífonos; Joshua.

—¿Sigues aquí?—cuestiono Joshua al encontrarse frente a frente con el menor.

—No, soy una alucinación.—respondió sarcásticamente Chan.—¿qué haces aquí?

—Vine a visitar a Seungkwan.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? Nadie más quiso ayudarlo.

—El me envío su dirección.—Joshua parecía estar diciendo la verdad.—creo que confía en mi.

—¿Confía en ti?—Joshua asintió.—no pensé que ustedes serían amigos.

—El no debería estar solo, su síndrome está acabando cada día más rápido con el, hay días donde no recuerda muchas cosas o que simplemente no puede moverse.—Chan empezaba a sentir pena.—yo estaré a su lado.

—¿Por qué? Hace no mucho querías entregarlo a la policía.

—Lo que hizo estuvo muy mal y debe ser pagado, pero ahora se que él también tiene sentimientos y puede ser herido, de hecho creo que de todos él es el más sincero y sensible.—Joshua dio por terminada aquella conversación porque volvió a colocarse sus audífonos, aún faltaba un minuto para que acabara su podcast.

Chan siguió con la mirada al chico raro, sus palabras habían quedado granadas en su mente; Seungkwan seguía siendo humano y estaba sufriendo sólo su síndrome. La culpa se volvía cada vez más, había sido demasiado grosero con una persona que solo pedía un poco de ayuda.

—Debo estar demente.—Chan sonrió para sí mismo pues recordaba que era según varios expertos bipolar tipo 1, lo cual, sí lo hacía un demente.

Por el pasillo de escuchaban las voces de Joshua y Seungkwan, hablaban sobre la salud del menor.

—Cada día se que pierdo algo de mi mismo y me asusta, a veces me obligo a no dormir para no perder nada más.—Chan se había detenido a solo un paso de la puerta que estaba entreabierta.—temo que la próxima vez que vengas ya no pueda reconocerte.

—No digas eso, buscaremos ayuda.

—¿Quien querría ayudarme? Soy un monstruo.

—No podemos conseguirte un nuevo psicólogo, pero estamos nosotros.—ambos chicos vieron a Chan.—te ayudaremos.

Seungkwan sonrió levemente, pero la duda seguía invadiendo su mente; ¿merecía aquel trato?

El ver aquellos dos chicos sentados conversando para distraerlo un rato conmovió a Seungkwan, él sabía que no tenían porque hacerlo no después de hacerlos vivir un infierno. Realmente todo sería más fácil para todos si él no estuviese entre ellos, el caso podría ser cerrado para siempre y Haneul jamás volvería a molestarlos, si solo él se fuera.

—No nos dejes.—susurro Chan mientras Joshua seguía hablando sobre un tema totalmente desconocido para ellos.—tu mirada lo dice todo, las cosas no se solucionan de esa forma.

Chan conocía esa mirada triste y angustiada, su padre la tenía cada vez que se quería rendir y esta vez no dejaría que Seungkwan se fuera, quizás no le cayera del todo bien, pero como decía Joshua, ese chico era el más sincero de todos, todo aquel gran problema lo había causado solo porque él sí había tenido el coraje de cambiar las cosas, de que dejaran de usarlos como juguetes.

Deep End • SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora