Poco a poco he ido descubriendo que hasta hoy toda mi vida ha sido una mentira.
Cuando lo perdí todo, entonces no me quedo nada. Nora sin un hombre a su lado es poca cosa, Nora sin nadie a su lado no es nada.
A la gente le dejaba de importar demasiado mi vida, por unas semanas fui el centro de conversación por perder a mi prometido, después de eso, solo pase a ser la pobre chica abandonada, ya no tenía mucha más utilidad, salvo la que algunos chicos me querían dar.
Ahora solo era un fantasma que caminaba por los pasillos, a penas viva por inherencia.
El lunes por la mañana debía llevar unos uniformes sucios a la lavandería, ahora lo hacía tres veces por semana, antes solo una porque otras cosas ocupaban mi tiempo, como ya no, me han asignado el doble de tareas.
Cuando franqueé la puerta, sentí como si hubiera cruzado una barrera, lo sentí de inmediato, no sé exactamente qué, pero había algo en el ambiente, algo que solo él provocaba.
— ¿Qué pasa hermosa? Pasamos mil cosas juntos, besos, encuentros furtivos ¿y ya no nos hablamos?
Lo ignoro olímpicamente, pero no puedo evitar notar de reojo que luce notablemente cansado, dos ojeras adornaban sus ojos grises y fríos; me apresuro a echar el jabón a la lavadora junto con toda la ropa, hago movimientos mecánicos esquivando su presencia pero el no aparta ni un segundo sus profundos ojos de mi. Voy a salir, pero el se pone en la puerta impidiéndome el paso. Suspiro.
— Por favor Andrew, te lo ruego, no hagas esto más difícil. — le suplico.
— ¿Difícil? ¿En que momento lo nuestro se volvió "difícil"?
— "Lo nuestro" — repito con burla — ¿"Lo nuestro" te parece bien? ¿No crees, que más bien es una constante cadena a la autodestrucción? Mira Andrew, lo he pensado mucho y creo tal vez lo mejor sea distanciarnos un poco...
— ¿Distanciarnos? ¿Eso es lo que quieres? — me interrumpe.
Su tono se torna astuto y ligeramente amenazador, me quedo callada, de pronto, la idea de no volverlo a verlo ni sentirlo nunca realmente me asusta.
— ¡Es que maldita sea Andrew! —pierdo la compostura — Yo... no, pero es que no estoy segura de que esto... — le muestro los moretones de mi cuello. — ...sea exactamente la definición de una relación sana...no esta bien, no estamos bien...
Da lentamente unos pasos adelante, choco contra la lavadora, no puedo huir, él se acerca más, acorralándome, e inadvertida pero suavemente, incluso con cierta ternura, gesto no muy típico de él, acaricia mi mejilla, baja hasta mi cuello y con apenas las yemas de sus dedos acaricia dulcemente los cardenales que su ira había dibujado sobre mi cuello.
— Lo que se hace por amor esta más allá del bien y el mal.
Se separa y se da media vuelta, parece que se va a ir, pero solo se acomoda para recargarse contra la pared, mientras me sigue mirando con intensidad.
— Mentirosa — susurra entre sus labios arqueados en media sonrisa.
— ¿Perdona?
— Tu piel sigue erizandose cuando te toco. — se cruza de brazos y me mira — Te conozco Nora, conozco tu cuerpo, tus gestos, sé cuando me deseas, sé cuando estas excitada, conozco perfectamente como reacciona tu cuerpo ante mi.
Se frota los ojos, como si fuera un tema demasiado obvio como para discutirse. Después de unos segundos en silencio, añade:
— Pero me daré el beneficio de la duda. — dice y se inclina peligrosamente ante mi. — Si dices que quieres alejarte de mi, demuestrálo.
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Inocencia perdida (+18)
Teen FictionNora es una joven adolescente proveniente de una familia adinerada y privilegiada, no conoce nada de la vida, ni siquiera de si misma, aún así es llevada a un internado católico conservador con el único objetivo de conseguir esposo y casarse al fina...