Atenea no despierta, once días en coma han pasado desde aquel encargo. Apenas sí respira, parece que cuesta reaccionar a algunas conversaciones, me apena saber que no tiene una familia cerca que se preocupe por ella, que la vea en estas condiciones aunque no sé cómo se lo tomarían, si sentirían lastima o se alegrarían de que una asesina en potencia esté a punto de expirar. Scarlett ha sido muy atenta con ella, le habla sobre sus cosas, la vida que lleva en el día a día, la información que Zayn le proporciona sobre el trabajo, cómo va la aniquilación de aquellos cuyos la raptaron, el paradero de Mishel y varias charlas que no provocan un cambio en la bella durmiente. Robert analiza de vez en cuando el nivel de oxigeno, cambia el tubo alimenticio, conecta y desconecta cables, inyecta nuevas jeringas y se asegura del estado anímico.
La sala ha quedado despejada, solo me encuentro yo y la rubia que como de costumbre se planta a mi lado en silencio, a veces mirándome fijamente, otras observa un punto fijo reflexionando hasta que se anima a hablar. La habitación sigue siendo igual que siempre, un hospital calcado sin ventanas, nada que pueda interrumpirse con romper cristales o asaltar desde la calle, bastante protegida por ambas partes y una puerta blindada que solo conecta con el pasillo de la estancia. No me he interesado por investigar la casa de Robert, apenas he tenido tiempo para bajar a la comida para pillar algo que me mantenga en pie mientras espero desesperadamente a que la morena consiga abrir los ojos y articular palabra, quizás pido demasiado en tan poco.
Todo me da vueltas, las emociones que vivo a diario, la sensación agridulce con la que me levanto cada mañana queriendo verla pero con una presión en el pecho que me amarga tener que presenciar su actual estado, inerte. Es extraño cómo anhelo esos cortos y pequeños días que me insultaba indirectamente, casi ni se dirigía a mí pero su presencia me bastaba, me hacía sentir lleno diariamente. Me cae un balde de agua fría en la realidad continua, cuando no la veo con su taza de café, con esa cara de pocos amigos, esas pocas palabras dañinas o simplemente buscando algo en lo que entrometerse. En la oficina particular de Zayn también se hace un gran hueco sin ella, es como si todos nos diéramos cuenta de que ha creado algo grande con su aparición y que sin ella todos estamos desubicados. Malik ha querido tapar esto con trabajos débiles, sencillos y poco útiles, solo para mantenernos al margen de su propia investigación. Al menos he cobrado, tengo una enorme parte de dinero después del rescate de su hermana y tengo que ahorrarlo para cuando Atenea pueda volver, si es que lo hace...
- Mi hermano está muy preocupado -Informa la rubia por primera vez en el día desde que ha llegado. Mueve sus dedos sobre la rodilla con nerviosismo mirando el cuerpo de la camilla-. Aunque no lo exprese y esté ocupado, siempre me pregunta por ella.
- No puede arreglarlo con un par de palabras atentas -Mascullo sin apartar la vista al igual que ella, no quiero ni mirarla.
- No es su culpa, lo sabes ¿No?
- Solo se que podía habernos advertido de lo que habría dentro, de quién era la cabeza pensante o haber contratado un equipo que de verdad nos respaldara y no nos adelantara para protegernos la delantera, nosotros sabemos defendernos.
Escucho cómo traga duro, piensa qué decir al respecto pero se ha quedado muda analizando cada opción posible que pudo cambiar el destino.
- Habla tu enfado -Recrimina un poco molesta, su voz siempre ha sido algo chillona pero ahora parece grave, tanto como la de Atenea y me obligo a mirarla por la sorpresa que eso conlleva-. Algo dentro de ti la desea, quizás tanto que matarías por ella.
- Ya te he dicho que se trata de un contrato no escrito...
- Sí, sí, la deuda de vida -Un gesto de mano me interrumpe junto a sus palabras despreocupadas, sabe de que habla con seguridad-. Pero creo que esto va más allá y no lo quieres admitir, porque crees que ella no piensa así de ti y te verías débil -Estas últimas las recalca en burla muy lento para que pueda verla gesticular-. Si no, tus visitas en la madrugada, esas ojeras que traes de descansar poco y las esperanzas en que despierte se desvanecerían, pero yo me pregunto... ¿Ella hubiera hecho lo mismo por ti? Nos quedará siempre esa duda.
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Medicine
RomansaDespués de tantas mentiras, es hora de contar la verdad aunque con ello le cueste vida. A cada paso suyo es una pista, un nuevo recuerdo, avanza hasta que no puedas más y jamás confíes en nadie. "Mira allí, donde más te duela".