Capítulo 5

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Si no he hablado antes de Liam es porque él mismo se niega a aparecer en mis pensamientos, así evitamos desgracias como conseguir que lo atrapen y le sentencien a pena de muerte por ayudar a asesinos. ¿Su papel? Bueno, siempre ha sido un gran amigo, quizás sea el primero de quien lo diga orgullosa, es el único que ha confiado en mí, me ha ayudado a escapar, a vivir, siempre me ha creído cuando digo que no necesito las pastillas, solo necesito salir de aquí. Él mismo lo ha comprobado, la penúltima vez le llevé un trozo de pan cuando salí al reencuentro y me juró haber visto un coche volando ardiendo en el aire, eso solo corroboró mi hipótesis.

Le recuerdo en mis alucinaciones, según me dice a través de la ventana es porque jamás se separó de mí, solo se escondía para que no le pillaran y lo entiendo. Tiene su vida hecha, tiene una novia ejecutiva, un hijo que va a la guardería, un perro que le ha visto crecer y aún con eso se hace amigo de asesinos, pandilleros y problemáticos que lo único que pueden hacer por él es joderle la vida.

Harry me ha estado presionando para tenerlo todo a punto ya mismo, mi amigo ha tenido que apurarse bastante para conseguirnos una casa ya que se ha empeñado en irnos juntos. Los primeros meses será Liam quien pague el alquiler, luego tendremos que necesitar un trabajo y ya sé a quién recurrir para el dinero fácil. Aunque en este lugar de mala muerte me hayan intentado borrar la memoria, han sido muy selectivos con los datos necesarios, los castigos inmemorables, las peleas inexistentes, las alucinaciones pasadas, mi última escapada, pero no se molestan en eliminar el recuerdo de mi familia, mis amigos allá fuera, mis contactos, dónde escondo ciertas cosas y es por ello que no me parecen muy inteligentes si tan solo quieren guardar sus propios secretos.

- ¿Listo? -Susurro una vez han pasado treinta minutos desde que las luces se apagaron y todo se mantiene en silencio.

No obtengo respuesta de su parte, abro mi puerta despacio dejando sonar un pequeño chirrido que callo en cuanto me encuentro fuera. Mi cuerpo se pega a los barrotes exteriores de un solo golpe improvisado por otro cuerpo que soy incapaz de ver, se me nubla la mente al pensar que el plan se ha ido al garete, uno de seguridad me ha visto o intuido algo, sabía que no era buena idea precipitarse. Pero me congelo al sentir su aliento, conocido por la última vez que lo tuve tan cerca, sigue irradiando un calor extremo, una mano me impide el paso al lado de mi cabeza y la otra masajea con el pulgar mi cintura capturada en el empuje. La poca luz que entra por la diminuta ventana me deja ver que sonríe demasiado, alza unas llaves sobre mi cara y las menea con el mismo juego que usé en su momento.

- No creerías que solo tú sabes hacer trucos -La picardía en su tono me extremece.

- Estamos perdiendo el tiempo.

Con ambas manos logro retrocederle, caminamos con cautela, miramos las celdas apagadas y en las encendidas intentamos pasar desapercibidos antes de que noten quienes somos. Se me hace más largo el recorrido de lo normal, a cada paso el corazón parece estar a punto de estallar y dejarme desmayar en el suelo pero me esfuerzo en enfocar mis siguientes pasos. Giro hacia la celda de Bob cuando llegamos a la última antes de salir, está sentado con los ojos puestos en mí como si me hubiera estado esperando todo el tiempo. Ayer cuando me encontré con él no se extrañó que estuviera fuera de la celda, le asustó que le amenazara sin venir a cuento ya que no se esperaba que hoy fuera a huir.

- ¡Atea! -Grita en un tono eufórico, me escandalizo mirando hacia la puerta, él corre para abalanzarse sobre el metal y babear en mis pies-. ¿Qué haces con el niño ese? 

Me río por lo bajo sabiendo que al lechoso le pone celoso nuestra cercanía sin límites, hasta ahora no ha notado nuestras intenciones.

- Cállate -Sentencio con frialdad.

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