Capítulo 23

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Habíamos llegado al lugar hacía una hora, la música resuena de buena gana en nuestros tímpanos y la gente no deja de moverse en círculo cada vez más apretados en el centro de la pista. Atenea no ha mostrado interés por nadie, a penas se ha alejado de mí viendo cómo algunas chicas se me acercan para hablar o intentar llevarme a la bailar con ellas. No parece molestarse al respecto cuando acepto la mano de una damisela de vestido blanco, al contrario que mi acompañante la cual se negó a venir sin un arma entre el liguero bajo su corta falda.

La chica mueve sus caderas casi sobre mí, de un lado a otro al ritmo de la canción desenfrenada, se gira para agarrarme del cuello e incitarme a continuar sus pasos. Sin alternativa la tomo por la cintura sintiendo el movimiento y viajo por encima de su cabeza para vigilar el lugar donde dejé a la morena hace unos minutos. No está.

Me separo drásticamente de la chica que bufa y se queja detrás de mí mientras me alejo buscando a Atenea en todos los rincones, me subo a una mesa privada para ver el panorama desde otro ángulo y por fin la detecto, bailando con un moreno de pelo ondulado, más alto que ella, sonrisa coqueta y ojos avellana, bailando juntos, ¿Riendo?

Intento acercarme disimuladamente sin quedar pegado a ellos, me sumo a un grupo vecino que no parece percatarse de mi presencia mientras intento prestar atención a la conversación que tengo a mis espaldas.

- ¡Cuánto tiempo! -Asegura el chico bastante contento-. ¡No he sabido nada de ti desde que te fuiste del pueblo!

- ¡Estuve en un psiquiátrico! -Abro los ojos quedando perplejo en el lugar sin apenas atreverme a girar para ver la reacción del moreno, este ríe sin darle importancia.

- ¿Y a qué te dedicas ahora? -Grita por efecto del sonido entre ambos.

- ¡A lo que me gusta!

- ¿Al final te hiciste pintora?

¿Pintora? ¿Quién es este chico y porqué sabe cosas de Atenea? ¿Atenea quería ser pintora? Muevo mis pies arrítmicamente con torpeza mientras una chica bajita se acerca para bailar conmigo, me toma de las manos y gira sobre sí mientras solo sonrío y mis sentidos están puestos en otra zona concreta.

- Mmm -Un sonido acompañado de un asentimiento de cabeza, ni ella es capaz de decirlo en voz alta o simplemente recordar que quiso ser pintora y terminó siendo una asesina no le agrada.

- ¿Vamos fuera? -Propone el moreno ofreciendo su brazo el cual ella coge con encanto y una dulce sonrisa.

Siento el calor subir hasta mis mejillas, me suelto del agarre de la chica de baja altura con brusquedad y comienzo a caminar asegurándome de no ser visto. Salen por la puerta trasera, donde no hay seguridad, espero a que este se cierre para abrirla unos segundos más tarde como si fuera casualidad. Fuera el aire es fresco, se oyen los sonidos de la ciudad pero ninguna voz lejana a la que poder acudir. Un grupo de chicas borrachas pasan frente a mí riendo y dedicándome unas miradas devoradoras, ignoro todo esto cuando a las afueras en la esquina que gira hacia la calle principal se escuchan risas y una voz conocida.

Antes de poder visualizarlos por completo me paro en una escalera oculta entre las sombras de la noche, el desconocido está sobre Atenea, acorralándola contra la pared, ella sigue riendo y sonriendo para mi sorpresa. Él juega con el escote de la morena, toca la tela del top viajando hasta los bordes más insinuantes, sus miradas se cruzan y ambos esbozan una sonrisa maliciosa, demasiado compinche para ser un don nadie.

- Tenía muchas ganas de verte -Asegura este pasando su mano por el brazo desnudo de ella-. Me preguntaba cuándo volveríamos a estar así de pegados.

- Yo no te he echado tanto de menos -No es borde, ni fría y mucho menos cortante o sarcástica, es sincera y delicada, dulce e incluso apenada-. He estado muy... Ocupada para poder pensar.

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