Medicine

Capítulo 15

No sé si estoy enfadada, molesta, si me siento traicionada, engañada o si quiero pegarle en el mentón tan fuerte que quede inconsciente durante horas. La verdad es mi cara solo expresaba frialdad, ni sorpresa, no como algo que me pilla de improvisto, solo como si me diera igual. Él lo ha notado, esperaba ver alguna señal de confusión pero en cambio es su cara la que pide explicaciones de por qué no estoy haciendo preguntas o tirando cosas por la ventana.

Me levanto de la bañera consciente de mi desnudez, no me importa si mira o aparta la mirada de mi cuerpo, busco una toalla limpia que aparté entre todo el desastre y me enrollo en ella para salir al dormitorio. El frío de esta habitación me hace temblar, me visto con una ropa cómoda para caminar por casa y dormir. Harry me sigue de cerca, tanto que juraría sentir de vez en cuando su aliento caliente en mi nuca. Deslizo la toalla por mis muslos trabajados, coloco la ropa interior tan lento como si el moreno no estuviera clavándome la mirada en todas las heridas que son visibles ante la luz de la luna. El pantalón de chándal es lo siguiente que me pongo y una de sus grandes camisas sin permiso, no le oigo replicar.

- ¿No tienes interés en la historia? -Pregunta en un tono agresivo, impaciente porque rompa el silencio que he provocado y tanto le ha incordiado con mi indiferencia. Quizás es una manera de vengar que se lo haya guardado cuando fuimos a rescatarla o simplemente estaba siendo más yo que nunca cuando me di cuenta que jamás podría fiarme de él.

- La verdad que no.

- Me gustaría contártela.

- Nada te lo prohíbe -Elevo los hombros relajados siguiendo en la línea desinteresada de antes.

- ¿Me escucharás? -Ahora parece conmovido, deseando soltar una carga inmensa que le rodea pero no muestro compasión hacia eso. Mi vista se clava en esos ojos esmeralda, en el brillo que destaca tanto entre la penumbra, su silueta bien apoyada en el borde de la cama algo tensa esperando una respuesta coherente que le ayude a continuar.

- No te prometo nada -Vuelvo a desenfadar mis hombros, un gesto tan corriente y aburrido que le basta para empezar a narrar aquello que tanto oculta.

- Scarlett y yo nos conocimos hace un par de años -Comienza observando una esquina del techo, vagando en su memoria buscando el momento exacto en que la rubia apareció en su vida. Una corta sonrisa aparece en los labios carnosos cuando ha encontrado la imagen perfecta que representa aquella vez que se vieron-. Me contó que su hermano estaba de viaje de negocios y ella tenía que encargarse de algunos temas inusuales en la ciudad, esto ocurrió en Inglaterra. Yo no tenía dinero, mi padre por muy empresario que fuera siempre había querido que me ganara la vida por mis logros y mi madre, por muy buena persona que fuera siempre le permitió dejarme morir de hambre en la calle. Entonces aquella rubia despampanante aparece un día en la cafetería donde trabajo, se fija en mí y comenzamos a hablar. Al principio parecía un coqueteo, unas risas por allí y unas bromas por allá, nada raro. Pero cuando me ofreció ayudarla... No pude resistirme, era joven, inexperto y cualquier cosa me parecía bien para llevarme una chica guapa a la cama -Muestro una mueca desagradable, asqueroso. Pienso en la desesperación que tuvo que sentir, no para comer o vivir bajo un techo, sino para que alguien le diera un poco de amor y compañía-. No me dijo de qué se trataba el trabajo, me llevó con ella hasta unas oficinas vacías, en la última había un tío en sus asuntos, imprimiendo papeles y firmando cosas varias, hasta que notó nuestra presencia y se puso tan pálido... Casi pareció haber visto un fantasma -Trago duro, la nuez de su garganta subió con pesadez y tardó unos instantes en coger aliento para poder seguir hablando-. Aquel día, presencié una muerte, le clavó el bolígrafo en el pecho y lo retorció hasta que le atravesó la columna. Nunca, jamás, había vivido aquello en primera persona, recuerdo el estómago dando vueltas, las náuseas y... Me desmayé.