La traqueotomía es un arte o eso aprendí en aquel documental sobre maneras en las que un asesino salía libre de varias torturas. Era sencillo, crear un orificio como alternativa a vía respiratoria, después una cinta en el cuello hasta que sanara y listo. Lo que nadie me había dicho era el infierno que se pasaba, mis manos no dejaron de temblar con el dolor que atravesaba mi garganta pero el problema seguía siendo que no podía vivir como un pez en una pecera.
Harry desaparece por un momento y vuelve corriendo con un martillo ¡Un puto martillo! ¿De dónde diablos lo sacó? Me preparo para el impacto, para el destrozo que me hará en el cara pero para mi sorpresa golpea el hierro de abajo y lo separa de los laterales haciendo que el agua salga disparada y los cristales caigan arriba de mis ojos. Los mantengo cerrados mientras él se apresura a quitármelos y alejar la caja de mi cabeza.
- ¿Esos también eran de tu nuevo grupo? -Digo apoyando la espalda en la pared y cogiendo bastante aire.
- ¿Quiénes eran?
- Uno pelirrojo y un chico bajito -Tiro con fuerza el boli que estaba en mi garganta, un poco de sangre comienza a salir y me doy prisa en coger el botiquín-. No puedo darte más información, estaba dormida y me levanté con esa mierda en la cabeza.
- Tendré que hablar con Scarlett.
Me quedo quieta unos segundos procesando esas palabras, la manera tan extraña en la que se siente corroborar que ya no está de mi lado, que estamos divididos y que si algo me ocurre posiblemente sea por él o su nuevo equipo. Carraspeo vendando con fuerza mi cuello, me ayuda a cambiar las sábanas y luego me cambio de ropa con algo más abrigado.
No necesita una invitación a irse ya que él mismo sale sin despedirse y me deja a solas en la habitación. Han entrado en la casa, no me he enterado por confiar demasiado, saben dónde vivo; creo que es hora de mudarse sola.
El simple pensamiento ya se me hace raro, "sola" es un nuevo paso, otro camino que recorrer y seguramente a Harry no le gustará la idea, o si, total, su cometido es acabar conmigo.
...
- ¿Cómo que te vas? -Espeta Harry comiéndose una manzana-. ¿A dónde?
- La gracia de esto es que no sepas dónde.
- ¿Te vas a esconder?
- Voy a buscar un sitio donde cerrar los ojos no sea ofrecerme en bandeja.
Como dije, no le gustó la idea pero prefería verle atragantarse con la manzana antes de partir así que tuve que decirle al menos eso. Liam tiene un apartamento acogedor en la planta alta de un edificio centrado en la ciudad, demasiado ruido para mi gusto pero es gratis, suficiente y tiene techo así que no podía pedir más.
Bajo las maletas una por una, en total tres entre armas, trajes, ropa cómoda, herramientas y accesorios varios. Salgo a la calle pidiendo un taxi con la mano en alto y sin despedirme me adentro en él dándole la dirección que tenía escrita esta mañana en mis mensajes.
Se tarda media hora en llegar al centro, una locura de tráfico y muchedumbre. Al llegar diviso que es una calle limpia y transcurrida, entro al dorado portal, un recepcionista me atiende rápidamente atrapando entre sus manos la carga que llevo y me indica dónde está mi piso. Nueve plantas hacia arriba, pasillo recto e izquierda.
Al entrar veo el enorme ventanal de la cocina-salón que da a las vistas de la ciudad, un corto pasillo a la derecha me señala el único baño y dormitorio, pequeño, elegante y suficiente, totalmente de Liam. Le busco en mis contactos para darle las gracias con un extenso mensaje y después vago por el buzón de entrada para caer en el nombre de Harry.
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Medicine
RomanceDespués de tantas mentiras, es hora de contar la verdad aunque con ello le cueste vida. A cada paso suyo es una pista, un nuevo recuerdo, avanza hasta que no puedas más y jamás confíes en nadie. "Mira allí, donde más te duela".