El calor de sus manos en mi cintura apretando ligeramente la zona hace que curve mi espalda chocando ambos pechos. Su boca no tarda en morder mi cuello y seguido el lóbulo. Cierro los ojos sopesando la sensación de placer, ahogando jadeos que no me permite echar mientras se ríe bajo de mí. Me gira repentinamente vagando una mano por mi espalda desnuda, descubriendo cada curva y hueso que siente, marca las uñas en una zona lateral y luego aplasta mi cabeza con fuerza contra la almohada.
Remueve mi pelo largo en la cara, sus dedos se enredan y tira una vez, dos y tres haciéndome chocar con el blanco objeto hasta que me entierra en él por completo. Jadea de rabia, sus dientes rechinan mientras grito, desesperada busco algo a lo que agarrarme, consigo rasguñarle alguna zona que ha dejado a disposición pero nada más, el aire se me agota y presiona más, mucho más.
...
- ¡Atenea! -Grita Harry zumbando en mis oídos. Me reclino de golpe con el pecho descontrolado y me doy cuenta de que estoy sudando y además he estado durmiendo muy pegada al moreno-. Respira -Es una orden, no un consejo.
Inhalo, exhalo, la habitación está un poco iluminada por los rayos del sol que entran por la puerta desde las ventanas del salón. Deben de ser las seis de la mañana sino más tarde, sujeto mi cabeza con una mano intentando ubicarme en espacio y tiempo, miro al moreno que también se ha sentado a mi altura y acaricia la parte superior de mi espalda, dando círculos tranquilizadores. Me agarro con fuerza al borde de la cama y hecho toda la comida, todo lo que tenía dentro, vomito sin parar, sin importarme que Harry está ahí escuchando y posiblemente viendo. Inhalo y suelto de nuevo todo lo que guardaba, la alfombra ha quedado destrozada de papilla y comida digerida, vuelvo a tumbarme boca arriba y suspiro deseando que la tierra me trague.
- Tranquila, estoy aquí -Se arrastra para encender la luz y cuando vuelve a la cama puedo observar mejor que tiene un enorme corte en el brazo, es fino pero sangra.
- ¿Te lo he...? -No puedo terminar la frase mientras pienso cómo ha podido pasar pero él ha entendido la referencia y asiente con una sonrisa apenada-. Lo siento.
- No pasa nada. ¿Qué estabas soñando?
Bloqueo, eso es lo único que pienso, bloquear mi mente en estos momentos. No pienso contarle nada, absolutamente nada de mis pensamientos, pesadillas o recuerdos. Niego con la cabeza aún manteniendo el ceño fruncido con lo que vaga en mi interior, me levanto dolorida con algunas agujetas que intento ignorar y voy al baño para lavarme y asearme.
Él no parece oponerse o insistir en querer saber mucho más de lo que oculto, desaparece del cuarto cuando entiende a dónde voy y me deja sola todo el tiempo. Las burbujas son agradables a mi olfato, observo las marcas de mis brazos cicatrizadas pero frescas, aún parece que todo sucedió hace unos días cuando ha pasado tanto tiempo... Miro mis musculados muslos, ojalá fueran más finos y elegantes, quizás como los de Scarlett, piernas estrechas y largas. Pienso en ella, en su cintura tan diminuta ¿Qué comerá? Yo apenas puedo dejar de entrenar y comer lo más sano posible para no desmayarme al día siguiente. Esos brazos esqueléticos, pálidos pero dignos de una reina, una reina acostumbrada a mandar a sus esclavos a hacer el trabajo duro. Reclino la cabeza en el mármol mientras pienso en si fue eso lo que llamó la atención de Harry, sus despampanantes curvas, su cabellera dorada bien cuidada gracias a mil productos, sus manos lisas y suaves rellenas de anillos caros, la ropa formal y elegante, quizás los tacones que estilizan su caminar y sus gemelos, sus caderas estrechas o su cintura espectacular. La cara... Hermosa y domada como un gato asechador, unos ojos rasgados de un color avellana intenso, esos gruesos labios que quizás hayan pasado por algún retoque, los pómulos tan arriba que parece una muñeca de porcelana, una nariz recta y bien amoldada, unas bonitas orejas y un esbelto cuello que no necesita ser adornado.
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Medicine
RomanceDespués de tantas mentiras, es hora de contar la verdad aunque con ello le cueste vida. A cada paso suyo es una pista, un nuevo recuerdo, avanza hasta que no puedas más y jamás confíes en nadie. "Mira allí, donde más te duela".