Capítulo 32

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No joder, no, esta vez no. Atravesaré a ese capullo aunque una flecha con una punta abierta en forma de estrella de seis puntas afiladas me raje el abdomen externo en cada movimiento. La nieve está helada bajo mis pies ya que he dejado los tacones en el baño del restaurante y mi sangre deja un bonito rastro sobre la blanca espesura del suelo. Sujeto con fuerza la flecha para que deje de moverse hacia los lados, la puñetera bala apenas me ha alcanzado algún musculo vital pero las carnes flojas que ha conseguido rasgar han sufrido lo suyo, suficiente para esperar a que Harry fuera a ver las personas necesitadas del piso más abajo y aprovechara para salir por la ventana, evitando a toda costa que la flecha tocara algún extremo. Ha sido una caída de los más arriesgada teniendo en cuenta los dos pisos que hemos tenido que subir, por suerte la nieve amontonada por los camiones que limpian las calles hizo el trabajo de colchoneta. Puede que me desangrara un poco más, decidí que era buena idea arrancarme la flecha hasta que me di cuenta de que tiene un mecanismo en el extremo que la ha encajado perfectamente dentro, agarrándose a mi piel como una araña a su tela.

La visión comienza a ser borrosa por los pocos pasos que doy, ladeo la cabeza para observar que nadie viene detrás de mí, que siguen intentando averiguar si me han raptado o yo he decidido cobrar vida para vengarme, quizás esto último les cueste más adivinarlo. Las personas elegantes que antes comían como si su única preocupación fuera el menú, ahora salen corriendo entre gritos alocados llamando la atención de la policía patrullera que torpemente se va a topar con el equipo de Zayn Malik, uno de los delincuentes mafiosos más buscados. Suerte necesitaban, a no ser que la ventana por la que he salido les parezca una opción mejor.

Cojeo hasta un Golf GTI gris, tiene las luces encendidas como si estuviera esperando a alguien. Las ventanas cromadas no me dejan ver el interior cuando apoyo una mano sangrienta en estas, el seguro hace un ruido cuando se cierra y puedo diferenciar esa sonrisa burlona adentro. Con la fuerza que mi brazo derecho me permite, impulso un gran puñetazo lateral cortesía de los dones de Joet, algunos cristales negros se clavan en mi muñeca y las carnes blandas pero consigo atravesarlo y coger el cuello de la camiseta a quien estaba dentro. Ahí, riendo con amargura, con un cigarro en la mano y la otra en el volante, un sombrero ridículo y un smoking color crema estaba Marcus Phillip mostrando esos asquerosos dientes amarillos. En el asiento copiloto el característico machete con el que amenazó a Harry y le cortó un trozo de pierna el día de la visita, sutil visita.

- Ha sido fácil encontrarte -Digo con la voz tan ronca que me sorprendo, la adrenalina o la oscuridad que me invade el cuerpo ayudan a ello.

- O me he dejado encontrar -Dice dando una calada y expulsando el humo con severa tranquilidad-. Veo que no te has quitado la flecha -Una mirada rápida al suelo, a la sangre que gotea de mi espalda-. Ni la bala.

- ¿Dónde aprendiste esos trucos baratos de periferia, Marcus? -El sarcasmo vuelve a mí como si no fuera consciente de que cada segundo pierdo sangre de mi organismo.

- No deben de ser tan baratos si han podido con la asesina más buscada ¿No crees?

- Aquí estoy, apunto de taladrarte la puta cabeza.

- ¿Y dónde has dejado al perrito faldero? Ciertamente la bala era para él, no todo para ti, aunque he de admitir que te follaría en esas condiciones.

La poca sangre que corre por mis venas hierbe de rabia cuando impacto mis nudillos en su cara, quito el seguro con la otra mano y consigo entrar en el coche, a horcajadas de él. Alza las cejas sorprendido pero también en un toque pervertido mientras su labio se agrieta por momentos. Siento la respiración cerca de mí, su aliento mohoso y apestoso a tabaco. Nuestras narices están muy cerca, no deja de mirar mis labios mientras que yo muestro mi cara de desagrado, con una maniobra rápida consigue posar el cigarro encendido en mi brazo, eso dejará una quemadura importante y por ahora un agudo dolor, pero no me matará. Pego todo mi cuerpo al de él, haciendo contacto, sintiendo su pecho y reclinando mi cabeza sobre su hombro cuando escucho tocar el hueso de su columna. El sobresaliente de la flecha ha entrado con éxito y aunque me ha desgarrado más, ahora él estaba más atravesado que yo por la madera y como es lógico, no me puedo separar sin tenerlo pegado a mi cuerpo. Cojo el cigarro que ha dejado caer en el asiento cuando su mano queda inerte, se lo introduzco en la boca sangrienta y cello sus labios con brutalidad.

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