Escritores
Nunca había visto a su padre tan vulnerable como la primera noche luego de que su madre se fuera. El reloj marcaba las dos y treinta de la mañana cuando Blazz despertó, había decidido bajar a la cocina por un poco de agua cuando encontró a su padre sentado en el suelo llorando.
—Papá, ¿te encuentras bien?—fue lo que había dicho en ese momento. Ver a su padre llorar era algo extraño para él debido a que rara vez lo hacía.
Su padre lo miró y dio un suspiro sonoro. Dejó caer su rostro y luego miró a su hijo. Blazz se acercó con precaución, lo había visto triste, pero nunca había sido de esa forma.
—No te enamores nunca, hijo—mencionó y luego negó—, no, no te enamores nunca de un escritor. Tiene toda la imaginación para romperte el corazón.
Blazz frunció el ceño. Su madre era escritora, o algo parecido a ello, su padre la había conocido cuando estaba iniciando con la editorial y había realizado planes para sacar su libro sobre cuidados de la piel y sobre relatos cortos de las historias de sus clientes.
— ¿Te refieres a mamá?—mencionó, a pesar de tener doce años, era un chico bastante listo.
—Tu madre es una de ellas—suspiró—. Las chicas son solo chicas, te romperán el corazón y no importa lo que hagas siempre caerás a sus pies, campeón.
Blazz no podía entender cómo el gran Bastián Meyer había sido golpeado en el corazón. Siempre habían sido ellos tres, pero un par de meses atrás las cosas comenzaron a cambiar.
—Mamá y tú ya no se aman—había sonado más a una afirmación que a una pregunta. Su padre negó con la cabeza.
—A veces no sólo basta amar a alguien para que se quede contigo—mencionó, la mano de Blazz se posó en el hombro del mayor como forma de apoyo—, Te daré un consejo de vida—tomó su mano—. Todavía eres joven, pero cuando te toque salir con chicas—paró un momento—, o con chicos, sal con alguien que no escriba. Los escritores no se impresionan rápido, porque han leído y escrito tantas historias que nada en esta vida les parece nuevo.
Blazz asintió temeroso de lo que podría suceder en su futuro. No podía entender las palabras de su padre, tampoco entendía la razón por la que ambos se habían separado, pero sabía que su padre siempre había estado ahí para él, por lo que lo mejor sería escuchar en sus palabras.
Luego entendería sus razones.
...
«—Siempre he pensado que cuando dejamos de soñar, es como si algo dentro de nosotros se desprendiera—mencionó la chica, sus palabras habían llegado a lo más profundo de la mente de Facundo.
Quién podría creer que es chica con un caos en su mente, había logrado sacudir el ordenado mundo del chico.
—¿Dices que si dejamos de soñar es como si muriéramos?—preguntó Facundo, ella asintió.
—Dejar de soñar nos aproxima a la muerte, es como una vida sin propósito»
Blazz se dejó caer en el respaldo de su silla, leyó una vez más la página que tenía sobre Noche en un Cielo Púrpura y tomó el resaltador para marcar una de los diálogos.
—Mmm, me gusta esta respuesta, pero está muy forzada—mencionó en voz alta—, nadie habla así nunca—rió.
Revisó su celular y lo soltó al ver su última notificación, era un mensaje de Vera.
Leyó varias veces el escrito, lo más inteligente era respondiendo con un "estoy bien ¿y tú?" pero realmente no sabía cómo se sentía. Sus manos temblaron al responder, algo corto pero que pudiese ayudar a abrir una nueva conversación. Quería saber un poco más de ella, su mente simplemente le cautivaba.
Soltó el celular y no quiso ver la respuesta. En pocas palabras le había confesado que era un seguidor de su historia, aunque realmente su admiración por Vera iba mucho más allá. No sólo era una relación escritor-lector, era más íntimo, cómo si Vera fuese capaz de ver cómo se sentía o cómo si el pudiese ver a través de sus letras.
Sintió su celular vibrar, ella seguramente le había respondido. ¿Qué tan cobarde podría ser si no lo leía? Suspiró y tomó el valor, su corazón se agitó cuando leyó su respuesta. Lo estaba invitando a verse luego de su trabajo, tenía el lugar y tenía la hora, ¿podría ser eso una cita?
Una cita con su escritora favorita.
Era algo irreal para él.
Los escritores eran lo más grande que podía existir, admiraba la facilidad de crear historias, admiraba la manera de mantener al lector atrapado entre palabras, admiraba que pudiesen relatar todo de una forma tan sencilla, tan cautivador y tan precisa, como si pudiesen sentir lo mismo que sus personajes, como si fuesen uno solo y al mismo tiempo no fuesen ninguno de ellos.
Los escritores tenían un don, tenían un regalo entre sus manos que hacía que el mundo fuese diferente. En sus mentes tenían un mundo completamente nuevo, cada historia era una vida, y podían crear y deshacer como les plazca; tenían una virtud que pocos tenían y una forma diferente de hacer las mismas cosas que el resto.
El arte de la escritura era un universo ajeno al real; y Blazz estaba más que encantado de poder conocer el universo de Vera.
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Pilares Del Rechazo
Short StoryBlazz es un estudiante de secundaria quién recibe todas las semanas los manuscritos que casi fueron aprobados en la editorial de su padre. Su hobby es tomar aquellos libros y editarlos para lograr una mejor versión de ellos y se los entrega a Otis...